El papa Francisco al dar su mensaje navideño mostró preocupación por varios conflictos mundiales y envió un mensaje de esperanza para el continente americano. “Hoy, en este tiempo de oscuridad e incertezas por la pandemia, aparecen diversas luces de esperanza como el descubrimiento de las vacunas pero para que puedan iluminar al mundo entero deben estar a disposición de todos”, planteó el pontífice en el mensaje enmarcado en la pandemia de coronavirus que dirigió desde el Aula de las Bendiciones del Vaticano.
“No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos, ni dejar que el virus del individualismo radical venza y nos haga indiferentes al sufrimiento de hermanos y hermanos”, convocó el Papa, que para evitar aglomeraciones de fieles en la plaza San Pedro dirigió el saludo desde el aula ubicada en el interior del Palacio Apostólico y no desde el tradicional balcón central de la Basílica vaticana. “No puedo meterme a mí mismo antes que los otros, metiendo a las leyes del mercado y de la invención sobre las leyes del salud y el amor de la humanidad”, pidió el Papa.
En ese marco, hizo un llamado “a todos, responsables del Estado, empresas y organismos internacionales, de promover la colaboración y no la competencia, y buscar una solución para todos. Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta”, demandó.
Al recorrer la situación de varios países, el Papa se refirió a Latinoamérica y deseó “que la Palabra eterna del Padre sea fuente de esperanza para el continente americano, particularmente afectado por el coronavirus, que ha exacerbado los numerosos sufrimientos que lo oprimen, a menudo agravados por las consecuencias de la corrupción y el narcotráfico”.
“Que ayude a superar las recientes tensiones sociales en Chile y a poner fin al sufrimiento del pueblo venezolano”, agregó el primer Papa latinoamericano de la historia en esa dirección.
Como de costumbre, aprovechó el mensaje para mostrar su preocupación por varios conflictos a nivel mundial, entre los que destacó que en “Siria, Irak y Yemen, están pagando todavía el alto precio de la guerra”.
“Que este sea el momento propicio para disolver las tensiones en todo Medio Oriente y en el Mediterráneo oriental”, agregó antes de referirse al “amado pueblo de Siria” que “desde hace ya un decenio está exhausto por la guerra y sus consecuencias, agravadas aún más por la pandemia”.
“Que los israelíes y los palestinos puedan recuperar la confianza mutua para buscar una paz justa y duradera a través del diálogo directo, capaz de acabar con la violencia y superar los resentimientos endémicos, para dar testimonio al mundo de la belleza de la fraternidad”, pidió luego Jorge Bergoglio, en su octavo mensaje navideño como Papa.
Tras referirse a las situaciones de Libia y Líbano, convocó a las partes a “mantener el cese del fuego en el Alto Karabaj”, tras los enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán, “como también en las regiones orientales de Ucrania, y a favorecer el diálogo como única vía que conduce a la paz y a la reconciliación”.
El Papa se refirió también a la situación de varios países africanos y lamentó los “extremismos y conflictos armados” que golpean a Burkina Faso, Mali y Níger, reclamó el fin de la violencia en Etiopía, y rezó por “los habitantes de la región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, víctimas de la violencia del terrorismo internacional”.
También pidió por el “camino de diálogo” para Sudán del Sur, Nigeria y Camerún.
Durante el mensaje, televisado por los canales de streaming de la Santa Sede, el Papa pidió también soluciones para los pueblos golpeados por desastres naturales en el sudeste asiático y deseó “esperanza”, para los rohingyas, la etnia musulmana que debió escapar desde Myanmar a Bangladesh.