Sus voces no suenan tan alto como las de las estrellas de Hollywood, pero un año después del surgimiento del #MeToo, nacido del escándalo de Harvey Weinstein, las trabajadoras estadounidenses humildes también quieren ser escuchadas.
Kim Lawson, madre soltera de una hija de tres años, debió tomar el año pasado un segundo empleo en un McDonald’s de Kansas City para llegar a fin de mes.
No pasó mucho tiempo, dice la joven de 25 años, hasta que dos de sus colegas, incluido un gerente, comenzaran a acosarla sexualmente. Uno de ellos se frotaba contra ella regularmente. El otro intensificó los comentarios sugerentes sobre su físico. Pero sus quejas con la gerencia no cambiaron nada. «Me sentía impotente», dice Kim Lawson a la AFP. «Tenía vergüenza de lo que me pasaba», agrega.
Sus acusaciones están plasmadas en una denuncia presentada en mayo ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Trabajo de Estados Unidos junto con otras nueve empleadas de McDonald’s.
Otra de ellas es una cocinera de 36 años que afirma haber sido «azotada» repetidamente por un colega, y una menor de 15 años que acusa a un compañero de trabajo mayor de hacerle insinuaciones y «comentarios despectivos de naturaleza sexual».
«Decía que le gustaban mis pechos, que eran ‘muy redondos’, declara la adolescente en su denuncia.
Para presionar a la dirección para que tomara medidas, las empleadas de McDonald’s se manifestaron en septiembre en diez ciudades del país.
Ellas consideran que la empresa no está haciendo lo suficiente para poner fin a la cultura de la impunidad que campa en sus establecimientos, y esperan que con sus 235.000 empleados en todo el mundo pueda servir de ejemplo en términos de lucha contra el acoso sexual en el trabajo.
Pequeñas victorias
En un estudio realizado en 2016 por la firma Hart Research Associates, 40% de las trabajadoras de firmas de comida rápida dijeron haber sido víctimas.
Y los comportamientos indebidos no se limitan a ese entorno. Las mujeres en la construcción, un sector muy masculino, los han sufrido desde hace décadas, mientras las obreras de una planta de Ford en Chicago denunciaron judicialmente la cultura de acoso en torno a sus líneas de montaje.
El fabricante de automóviles estadounidense se disculpó en diciembre, prometiendo un cambio.
«Estas trabajadoras no tienen el poder de la fama», dijo Mary Joyce Carlson, abogada de «Fight for $15», una campaña apoyada por los sindicatos para aumentar los salarios y proteger a los trabajadores pobres.
«Ellas son económicamente vulnerables y son más fácilmente explotables que las mujeres poderosas o las celebridades», agrega.
Un año después del comienzo del movimiento #MeToo, las trabajadoras pobres han celebrado, no obstante, pequeñas victorias.
Cinco grandes cadenas hoteleras estadounidenses acordaron proporcionar «botones de pánico» a su personal de mantenimiento, que los estuvo solicitando durante mucho tiempo.
El fondo de protección jurídico de la organización Time’s Up, que permite a los trabajadores que no pueden pagarlo contar con un abogado, ha recaudado por su parte 21 millones de dólares desde su creación en enero pasado.
Hasta ahora, unas 3.500 personas de diversos sectores han apelado a este fondo y las «solicitudes no están disminuyendo», señala su directora, Sharyn Tejani. «La gente ciertamente siente que puede hablar más», sostiene.
McDonald’s se defiende
McDonald’s se vio obligada a salir al paso a las quejas: asegura que las medidas contra el acoso ya están vigentes en los restaurantes que posee y promete en un comunicado enviado a la AFP «nueva capacitación obligatoria» para todos sus equipos.
«Nos tomamos muy en serio la seguridad y el bienestar de nuestros empleados, y no toleramos ningún tipo de acoso o discriminación en (nuestros) restaurantes», insiste la compañía.
Pero McDonald’s es propietario de solo el 9% de sus restaurantes y confía en que sus franquicias, más de 34.000 en todo el mundo, sigan la misma línea.
Y ese no es siempre el caso, por lo que Kim Lawson, la madre soltera de Kansas City, prefiere adelantarse: recientemente ayudó a organizar para empleados de diferentes cadenas de comida rápida una sesión de capacitación sobre acoso sexual en el lugar de trabajo, y seguirán otras más en 2019.
«Es triste que trabajamos para unas empresas que no se preocupan por nosotras», dice. «Si lo hicieran, nos protegerían».