La ciencia política define la crisis como un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio o la expectativa de un cambio de orientación positiva o negativa en las interacciones de un sistema. Bobbio se adentra en el tema y encontró varios elementos en el estallido y desarrollo de la crisis. Primero es impredecible, y a veces, espontanea. Segundo, puede durar mucho o poco tiempo. Tercero, deja huellas mayores o menores en el funcionamiento del sistema.
La incertidumbre ocurre cuando el vientre social está embarazado de una modificación en la estructura y funcionamiento del poder en sus distintas manifestaciones de existencia y acción y el alumbramiento no se produce. Sea el poder político, jurídico, económico, social, cultural o mediático, o el conjunto de esas manifestaciones. Lo envejecido no fallece y lo nuevo no nace y en ese interregno predomina la incertidumbre.
En recientes meses Latinoamérica y el Caribe ha vivido procesos de distinta índole e intensidad. Desde el magnicidio de un presidente en Haití, las protestas sociales, desconocidas desde 1994, en Cuba, la renovación de las manifestaciones pidiendo la renuncia del presidente de Guatemala, las continuadas descalificaciones judiciales de los precandidatos opositores a Daniel Ortega en Nicaragua, las acciones controversiales del presidente Bukele en El Salvador, que se consagra crecientemente como “caudillo fuerte” con apoyo popular en su zona de influencia.
Han persistido durante meses protestas callejeras en Colombia, con un saldo de decenas de muertos y heridos. En Perú, después de un prolongado escrutinio y deliberación del órgano judicial electoral, Pedro Castillo ha asumido como presidente del bicentenario, el 28 de Julio del 2021. Y a pocos días de su asunción está ya frente a un probable conflicto de poderes con el Congreso, donde la mayoritaria oposición ha captado la mesa directiva del parlamento.
El mensaje inaugural del presidente Castillo, un declarado hombre de izquierda independiente, más triunfante como abanderado de un partido que se proclama marxista-leninista, fue parcialmente tranquilizador porque verbalizó su respeto a la propiedad privada y su apego a la legalidad. La reivindicación del derecho del estado peruano a coparticipar los beneficios de la minería explotada por empresas extranjeras evocaron un nacionalismo económico que Perú conoce desde el gobierno de Velasco Alvarado. Pero su reiteración de la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente elegida parcialmente en las urnas y parcialmente nominada por organizaciones de la sociedad civil y , en especial, el nombramiento del congresista de Perú Libre, Guido Bellido, como primer ministro y jefe de su gabinete, desataron los prolegómenos de una crisis económica y financiera.
La inflación tiende a crecer, el dólar subió en el mercado cambiario, creció la fuga de capitales en más de 15 mil millones de dólares, la bolsa de valores de Lima bajó en el valor de sus transacciones, las calificadoras de Wall Street hicieron ya pronósticos pesimistas. Es previsible que el gabinete nominado no obtenga el voto de confianza, según declaró días atrás en el diario La República el exministro de defensa Jorge Nieto. En menos de una semana Perú cambió su imagen internacional. De una expectativa esperanzada a la amenaza de una crisis multidimensional.
En Octubre y Noviembre del presente año habrá elecciones parlamentarias en Argentina y Venezuela. En el último país con mejores augurios que antaño porque FEDECAMARAS ha mostrado la disposición empresarial a dialogar con el gobierno de Maduro, la UE ha debilitado su apoyo a Guaido como presidente alterno y parece inclinada a participar como observadora en los comicios. Entre tanto continúan las gestiones para un encuentro entre gobierno y oposición a realizarse en México, al que Guaidó denomina “diálogo por la salvación nacional”
En Noviembre deberán realizarse elecciones presidenciales en Nicaragua y en Chile. En Nicaragua, Estados Unidos, la UE, y parte importante de la comunidad internacional está reclamando al gobierno condiciones previas de respeto a los opositores precandidatos para poder aspirar a que en dicho país habrán elecciones libres, democráticas y justas.
En Chile el estallido social de Octubre de 2019 ha abierto un proceso singular de redacción de una nueva Constitución a cargo de una convención constituyente que no sustituye al congreso y que funcionará hasta el próximo año con presidente nuevo electo en Noviembre del 2021.
Lo más resaltante de la situación política chilena es lo generacional y actitudinal de los actores que hegemonizan la estructuración del nuevo poder estatal. Jóvenes que han realizado su experiencia en la vida pública después de la dictadura pinochetista, pero que se sienten parte del relevo de mutación pacífica de la sociedad chilena, que en el siglo pasado hizo famoso a Chile por la experiencia socialista, democrática y pacífica, de Salvador Allende.
América Latina y el Caribe en el siglo y 21 han cambiado por maduración de procesos internos catalizados por situaciones críticas internacionales.
En 1929 fue el crack de la bolsa en Nueva York el que impulsó la necesaria sustitución de importaciones como camino a la industrialización, inicialmente en los países de mayor desarrollo relativo en la región.
En 1949 la creación en el sistema de Naciones Unidas de sus comisiones económicas regionales generó las condiciones para que Raúl Prebisch esbozara sus ideas sobre el sistema centro-periferia y formulara su visión del desarrollo industrial y la integración, que prevaleció en la región como la doctrina latinoamericana del desarrollo durante décadas.
La Revolución Cubana que lideró Fidel Castro cambió la norma geopolítica aceptada de que en Latinoamérica no podía existir un país aliado de una potencia extracontinental como era la U.R.S.S. Concomitantemente Latinoamérica y el Caribe vivieron varias décadas convulsas, con subversiones guerrilleras y dictaduras criminales.
La implosión de la Unión Soviética generó en el subcontinente una era de liberalismo rampante con expansiones económicas sin equidad social.
La crisis del 2008 en los mercados financieros internacionales coadyuvó al surgimiento y consolidación de gobiernos de orientación más social que pudieron aprovechar los buenos precios en el mercado internacional de materias primas.
Cuando ese buen momento de los comodities finalizó, la región transitó hacia distintas orientaciones en la ideología de quienes detentan el poder político.
Ahora un hecho no económico-social sino sanitario, el Covid 19, ha surgido en la lejana China y vuelve a remecer el tablero del poder en Latinoamérica y El Caribe.
Cuál será la orientación que tome la estructuración y ejercicio del poder en los distintos países es un enigma todavía no descifrable.
Solo cabe desear que sea democrático, pacífico y sensato. Y que augure un cambio sin incertidumbres para que los habitantes de estas sociedades puedan sentir que un mundo mejor es posible.