Un legislador republicano estadounidense y otras cinco personas resultaron heridas este miércoles cuando un hombre descargó más de medio centenar de balas contra una veintena de congresistas republicanos y trabajadores del Congreso que entrenaban para un partido de béisbol a beneficio en Virginia, a las afueras de Washington, informaron autoridades y testigos.

El legislador herido es Steve Scalise, de 51 años, jefe del grupo parlamentario del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, que se encuentra en estado “crítico”. «El republicano Scalise fue herido gravemente y permanece en condición crítica», señaló el nosocomio en un mensaje en la red social Twitter que reprodujo la agencia Sputnik.

Scalise fue herido en la cadera, de acuerdo a las declaraciones a los medios de su compañero de bancada Mo Brooks, quien se encontraba presente en el lugar y fue quien le prestó los primeros auxilios.
El atacante, identificado por los medios como James T. Hodgkinson, de 66 años y dueño de una empresa de revisión de casas, murió por las heridas tras enfrentarse con los guardias, anunció una hora después de los hechos el presidente Donald Trump en una breve comparecencia desde la Casa Blanca.

Trump llamó a la unidad política tras surgir informes sin confirmar de que el supuesto autor del tiroteo tenía ideas progresistas y quería «destruir» al mandatario republicano. «Podemos tener nuestras diferencias, pero en tiempos como estos nos viene bien recordar que todos los que sirven en nuestro Capitolio están ahí porque aman su país. Somos más fuertes cuando estamos unidos y cuando trabajamos juntos por el bien común», enfatizó Trump.

Según el presidente, «muchas vidas se habrían perdido» de no ser por las «acciones heroicas» de dos miembros de la Policía del Capitolio que se enfrentaron al atacante y resultaron heridos.

Además de esos dos agentes y de Scalise, otro de los heridos es un miembro del personal del congresista por Texas Roger Williams.

El atacante Hodgkinson no poseía antecedentes graves, según las primeras informaciones de los medios, que no obstante destacaron que en su cuenta de Facebook mostraba odio hacia Trump y simpatía por el ex precandidato demócrata a la presidencia Bernie Sanders.

Precisamente, el senador Sanders reconoció que el sospechoso del tiroteo en Alexandria «aparentemente» trabajó como voluntario en su campaña a la vez que se mostró «asqueado» por un acto que condenó como «despreciable».

Entretanto, el FBI, que se hizo cargo de la investigación del tiroteo, aseguró que todavía era «muy pronto» para saber si el ataque tuvo motivación política y si iba dirigido directamente contra los congresistas afectados.

Es «muy pronto» para determinar los motivos del tiroteo y se están explorando «todos los ángulos», comentó a los periodistas el agente del FBI Tim Slater, a cargo de la investigación.

El tiroteo se produjo en un campo de béisbol de Alexandria donde estaban entrenando miembros del Partido Republicano para un partido benéfico anual previsto para mañana.

«Las víctimas fueron trasladadas a los hospitales cercanos», señaló la Policía local en su cuenta oficial de Twitter.

Brooks relató a la cadena CNN que escuchó varios disparos y que desde el suelo vio cuando Scalise gritaba y había sido alcanzado. «El arma era una semiautomática, y el sujeto continuó disparando contra diferentes personas», dijo Brooks.

Otro de los testigos, el senador republicano Jeff Flake, explicó a los medios en el lugar de los hechos que el tiroteo duró unos 10 minutos y que Scalise, tras aparentemente ser alcanzado por los disparos en la cadera, se arrastró durante varios metros por el campo de béisbol para ponerse a salvo.

Mientras, el senador Rand Paul contó a la cadena MSNBC que la actuación de los agentes de la Policía del Capitolio fue crucial para reducir al sospechoso y que, sin ellos, se habría producido «una masacre».

Los miembros del Congreso están protegidos por la policía del Capitolio, y los líderes como Scalise están rodeados por guardaespaldas en forma permanente.

El tiroteo de hoy recuerda el ocurrido en enero de 2011 en un acto político en Tucson, en Arizona, donde murieron seis personas y resultó herida de gravedad la congresista demócrata Gabrielle Giffords, quien luego se convirtió en una activista del control de armas en el país.