«Los canallas de la izquierda siempre fueron iguales. Y quieren ahora que vuelva ese hijo del demonio. Si este tipo vuelve, nunca más saldrá (de la presidencia). Anoten lo que les digo». Jair Bolsonaro está decididamente fuera de control. Especialmente en esta última semana, cuando no paró de producir hechos que le resultaron en contra. Uno tras otro. Por empezar el «ese hijo del demonio», como calificó al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, por acción o por omisión, sigue ascendiendo en las consideraciones con la mirada puesta en las presidenciales de octubre de 2022.
Según una encuesta de Datafolha, el expresidente ganaría en segunda vuelta. Los sondeos lo ubican para la primera ronda de los comicios con una aprobación superior a los 41 puntos, que se acrecentarían hasta más de la mitad de los votantes en un eventual balotaje. Por el contrario, el consenso que reúne el actual mandatario es el de más baja aprobación desde que asumió el 1 de enero de 2019. Solo durante esta semana habría caído entre 5 y 6 puntos para que apenas el 24% de los brasileños apoyen su gestión. Bolsonaro inició una andanada de insultos y comentarios contra Lula desde que se anularon las condenas en su contra y lo habilitaron para las elecciones, tras haber penado proscripción y cárcel en 2018.
Por otra parte, varias ciudades brasileñas volvieron a teñirse de manifestaciones, esta vez contra el racismo y la violencia policial. Mientras Bolsonaro salía a vindicar la masacre perpetrada la semana pasada por la policía en la favela Jacarezinho, de Río de Janeiro, con el saldo de 27 civiles y un uniformado muertos, en las calles cariocas y de muchos otros rincones del país retumbó el “Ni bala, ni hambre, ni Covid. ¡El pueblo negro quiere vivir!”.
Los brasileños protestaron puntillosamente protegidos con mascarillas, que fue una de las consignas de las marchas. En San Paulo, Brasilia o Salvador, por caso, las manifestaciones fueron convocadas por la organización Coalición Negra por Derechos.
El jueves, justamente, se conmemoró que en 1888 se pusiera punto final a la esclavitud en Brasil, un país cuya población está compuesta en un 55% por afros y mestizos, o descendientes de ellos.
Las repercusiones por los sucesos de Jacarezinho siguen golpeando al gobierno a pesar de la posición del presidente y de que el Gabinete, muy militarizado, cerró filas con la policía, que con la excusa de “desarticular una banda que reclutaba a niños y adolescentes para el tráfico de drogas, robos, secuestros y asesinatos”, cometió una masacre. Organizaciones de DD HH afirmaron en las últimas horas que se trató de la operación policial más letal en la historia de una ciudad acostumbrada a irrupciones violentas de las fuerzas de seguridad. «
AMÉRICA LATINA LOS UNE
Lula y CFK participaron de la apertura virtual del curso bilateral «Un proyecto común: integración y soberanía», organizado por las Institutos Lula y Patria. “Es posible una nueva Latinoamérica. Si Dios quiere en 2022 recuperemos Brasil”, dijo él. “Enfrentamos el nuevo desafío de los nuevos tiempo con nuevas ideas”, dijo ella.