Silenciosamente y sin despertar las alertas de los radares como quien dice, el grupo Sinclair Broadcasting (SBG) despliega sus tentáculos por el Estados Unidos profundo con sus medios de comunicación y consigue convertir en poder e influencia su apoyo irrestricto al presidente Donald Trump. Así, mientras el mandatario bloquea la fusión de AT&T y Time Warner para castigar a la cadena CNN, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés, la Enacom estadounidense) aflojó las normas para la propiedad cruzada de medios en todo el país. Esto beneficia al conglomerado radicado en el estado de Maryland, que ya ostenta en 40 % de la audiencia y podría superar el 70% si se aprueba la compra de Tribune Media, lo que le daría la propiedad de 223 estaciones de TV en 108 mercados.
La FCC es la misma que arguyendo que es la autoridad antimonopolio había recomendado la venta de CNN o Direct TV para aprobar la fusión AT&T-Time Warner, pero con razones en contrario, acaba de relajar las condiciones para que un mismo dueño tenga más de un medio en un mismo distrito.
No es que esa medida sea sorpresiva. De hecho, el actual presidente de la entidad, Ajit Pai, nombrado por Trump ante la renuncia del hombre que Barack Obama había puesto en ese cargo, viene sosteniendo posiciones proclives a la liberación de todas las restricciones de las que Estados Unidos hace gala en los medios desde 1934.
Es un latiguillo que los propietarios de diarios no podían tener radios ni televisoras. Pero eso ya no es tan así y la regulación se revé cada cinco años. La última revisión, de 2014, mantenía la prohibición de que una empresa tuviera una radio y un diario en la misma zona de cobertura. Sin esperar la fecha para la próxima adecuación, Pai -norteamericano hijo de inmigrantes indios graduado en la John Hopkins University- hizo publicar un documento de la FCC en el que afirma que así como la tecnología avanza aceleradamente las normativas deben adecuarse a esos cambios, que, considera serán beneficiosos para la audiencia.
Entre las reglas que caen, figura la que obliga al llamado test de las ocho voces, que estipula la necesidad de que para obtener más de una licencia de TV o radio en el mismo distrito debe haber al menos ocho voces diferentes en ese mercado. Por ahora rige el tope de 39% de audiencia nacional para cada canal aunque interpretado de un modo un tanto esquivo por el organismo: para calcular el límite se establece un índice que computa la mitad para las estaciones en banda UHF (del canal 14 en adelante) en relación a los canales VHF (del 13 para abajo). Pero se sabe que esa regulación tiene los días contados.
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La patronal de los propietarios de medios, la Asociación Nacional de Radiodifusores (NAB, por sus siglas en inglés) celebró el cambio en la reglamentación con champagne del más caro. Por 40 años, quienes hacen políticas públicas y las Cortes han dado el visto bueno a mega fusiones entre empresas telco nacionales, gigantes del cable y satélite, y al mismo tiempo bloquearon las combinaciones de radiodifusión y diarios o radio y TV dentro del mismo mercado. Esta regulación sin sentido ha dañado la economía de los diarios, redujo los empleos en el periodismo local y castigó a las radiodifusoras locales a expensas de nuestros competidores de TV paga y radio. Esperamos reglas racionales de propiedad que auguren un buen futuro para radiodifusoras, dice un comunicado que destaca la especialista argentina Ana Bizberge en Observacom, el Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia.
Pai trabajó casi toda su vida en el área de comunicaciones del Estado como abogado y especializado luego en regulaciones de medios. Su ímpetu desregulador tal vez provenga de su paso por la actividad privada, entre 2001 y 2003 en Verizon, uno de los proveedores globales de telefonía celular.
El grupo Sinclair, mientras tanto, fue creciendo desde abajo sin hacer mucha alharaca desde 1971 de la mano de su fundador, Julian Sinclair Smith, un ingeniero en electrónica que se metió en el mundo de los medios tras adquirir una pequeña televisora en Baltimore, el canal Maryland’s WBFF-TV. El hombre murió en 1993 pero sus hijos continuaron con el legado de engrandecer la compañía. Ahora tienen 193 estaciones pero cuando se apruebe la compra del Tribune, el grupo creado en torno del Chicago Tribune, algo que nadie duda ocurrirá, llegará a 233.
Si no hay dudas de que la FCC no pondrá objeciones a la adquisición es fundamentalmente porque el SBG es la principal voz de apoyo a Trump y lo fue desde que el polémico empresario decidió postularse para la presidencia. Algo que despertó denuncias de legisladores demócratas contra Pai y el actual inquilino de la Casa Blanca que por ahora no prosperaron.
El SBG siempre construyó riqueza y poder, con el perfil más bajo posible. No tiene la estridencia de los medios de Rupert Murdoch, como la cadena Fox, o de los que algúa vez armó Ted Turner, como la CNN. La mayoría de los estadounidenses ni saben que existe, refleja Lucía Graves en un artículo de The Guardian, donde publica una frase inquietante del ex presidente de la FCC durante la gestión de George W. Bush, Michael Copps, «Sinclair es probablemente la compañía más peligrosa de la que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar».
Sucede que los medios locales que forman parte del grupo no se identifican como tales pero llegan a los hogares del interior profundo de EEUU, donce inesperadamente ganó Trump. Periodistas que trabajaron en alguno de ellos señalaron que hay una fuerte bajada de línea para hablar bien del mandatario. Incluso dos de los más enconados defensores del magnate, Boris Epshteyn y Mark Hyman, tienen emisiones cotidianas con comentario sobre la realidad teñidos con concepciones de la derecha más impiadosa que pueda pensarse.
Epshteyn, nacido en Moscú y emigrado de chico a EEUU, trabajó en la campaña de Trump como antes lo había hecho con la campaña de McCain-Pailn. Hyman, además de estar al frente de uno de los segmentos de los medios de SBG, es el vicepresidente de Relaciones Corporativas del grupo.