Pocos minutos antes de las siete de la mañana, un grupo de militares de la Guardia Nacional y el SEBIN (el cuerpo de policía) ocuparon la residencia de Leopoldo López, del partido ultraderechista Voluntad Popular, lo liberaron de su prisión domiciliaria, lo llevaron al aeropuerto de La Carlota, en el este de clase media alta y lo pusieron al frente de un intento golpista desde el Aeropuerto de La Carlota en el mismo barrio.
En el Aeropuerto lo esperaban Juan Guaidó y un grupo de parlamentarios opositores y entre abrazos se declararon insurrectos.
Dos horas más tarde, alrededor de las 9, el intento golpista había fracasado. Solo quedó activo un grupo de militantes de Voluntad Popular y de Primero Justicia, el otro partido de la ultraderecha venezolana, apostados en las afueras del aeropuerto, crearon un foco de “guarimba” disparando contra las FANB y tirando bombas molotov. Los cuadros calificados de Voluntad Popular mostraban a las cámaras fusiles de asalto, artillería, pistolas y tres tanquetas de la Guardia Nacional.
El dirigente político-militar chavista Diosdado Cabello reaccionó desde el inicio de la asonada, convocó a defender el palacio de Miraflores y activó el plan de defensa militar que inmediatamente ocupó el aeropuerto de La Carlota y puso fin al acto subversivo. Minutos después un video mostraba a un cuadro de la Milicia Bolivariana llamado Valentín Santana, se mostraba armado y convocaba “a rodear Miraflores”.
En una acción simultánea, el general Padrino, jefe del Estado Mayor de las FANB hacía una declaración oficial de esa institución, relatando que los pocos militares llevados a la acción subversiva tuvieron que ser engañados, o sea, les informaron que iban a un golpe de Estado al pisar el aeropuerto. Esto pudo ser verificado en un video grabado por un canal de TV difundido por las redes.
Pero más importante, el general Padrino declaró que las FANB confirman el carácter anti imperialista heredado del Comandante Chávez, decididas a rechazar cualquier intento de modificar el sistema político venezolano por la fuerza y denunciando al gobierno de Donald Trump de estar detrás esta intentona.
No hay forma por ahora de confirmar o rechazar que el gobierno norteamericano estuvo detrás de las acciones de este martes 30 de abril. No está descartado que el propio gobierno de Trump no estuviera involucrado en la decisión. Algunos datos así lo indican, aunque esto no significa que no apoye el intento golpista. Mike Pompeo, vicepresidente de EE.UU. no solo lo apoyó: además llamó “al pueblo” a rebelarse detrás de los militares insurrectos contra Maduro.
Los resultados del suceso habilitan el derecho a suponer que se trató de una acción suelta, o sea, sin conexión directa con sus patrocinadores externos. Si esto se confirmara, estaríamos en presencia de un acto aislado, desesperado, de los dos grupos más radicalizados de la derecha venezolana: Voluntad Popular y Primero Justicia. Eso podría explicar tres cosas: 1) La poca asistencia de militantes al inicio de la jornada, no más de 150. 2) La escasa respuesta de masas que tuvo el llamado de Guaidó a las 8 de la mañana por medios y “redes sociales” a que el pueblo saliera a la calle para acompañar la asonada. 3) La casi nula participación de militares activos, como quedó evidenciado en varios videos en los que soldados y suboficiales cuentan que los llevaron sin avisarles que se trataba de un golpe.
Esta primera conclusión nos conduce a otra: Guaidó se enterró solo en su propia sepultura, luego de ser una estrella fugaz de la política venezolana.