Algunas señales indican que el poderoso establishment brasileño ya no sabe muy bien qué hacer con Jair Bolsonaro, un exmilitar que encarna el programa más recalcitrante de la derecha brasileña, sustentado por parte del ejército que lo aprovisiona de recursos y cuadros políticos para el armado de un equipo de gobierno que genera incertidumbre en el poder fáctico de Brasil pero que podría ser su única opción para evitar la vuelta del PT al poder.
En 14 días, la ciudadanía brasileña definirá las opciones de su futuro, dentro de un escenario que armó el conglomerado económico-político. Con la presión militar y su base judicial y mediática proscribió al líder popular más importante de su historia, Luiz Inácio Lula da Silva, quien buscaba volver al Ejecutivo y lideraba todas las encuestas.
Así, el sistema marcó la cancha a la oposición, que tuvo que recurrir al reemplazo de su líder y dejó al PT (Partido de los Trabajadores) en alianza con el PCdB (Partido Comunista de Brasil), que puso en juego un perfil de izquierda al poner al petista Fernando Haddad y a la comunista Manuela D’Ávila. Con la bendición de Lula, están logrando retener gran parte del caudal político del líder proscripto y se están instalando en segunda vuelta. En esa instancia, programada para el 28 de octubre, el establishment podría provocar la derrota del PT. Sin embargo, su gran problema, es a manos de quién.
Las opciones de los poderes fácticos, tanto Geraldo Alckmin del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) como Henrique Meirelles del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), están muy lejos de instalarse en el balotaje según todas las encuestas. Por el contrario, quien está captando votos de la derecha y encabeza las preferencias políticas es el ultraderechista Bolsonaro del PSOL (Partido Social Liberal). Pero eso no deja de ser un problema. Después de crear el monstruo en su afán de que el PT no vuelva al poder, al estilo de Frankestein podría volverse en contra. La semana pasada la revista británica The Economist, referente insoslayable de la derecha liberal, puso a Bolsonaro en tapa con el título «Una amenaza para Brasil», y lo comparó con el dictador Augusto Pinochet.
En tanto que una alternativa como Marina Silva de Rede no mide, les queda como una posibilidad a Ciro Gomes del PDT (Partido Democrático), que tiene un discurso cercano a Haddad, pero es preferible a Bolsonaro.
Ante este escenario, Tiempo conversó con el politólogo Leonardo Avritzer, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais, quien sostuvo que «las encuestas muestran una curva ascendente de Haddad mucho más rápida que la de Bolsonaro, pero se habla de que los dos serán los candidatos principales, aunque aún hay chances de tener algún tercer candidato, que entiendo que podría ser Ciro Gomes. Lo que va a decidir si hay una segunda vuelta entre Haddad y Bolsonaro es la capacidad de cada uno de ellos de atraer votos del centro político, de fuerzas democráticas. En el caso de Haddad de fuerzas del PSDB, más democráticas, o en el caso de Bolsonaro de crear ese espectro de intolerancia de la clase media contra el PT, allí estaría la contienda principal».
Sobre el eventual balotaje, el sociólogo Félix Ruiz Sánchez, exprofesor de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, opinó que «en la segunda vuelta se formará un gran frente para derrotar a Bolsonaro y aliados. Algunos desconfían de la conducta de Ciro en este final de la primera vuelta, pues hay indicios de movidas de Fernando Henrique Cardoso para bajar a Alckmin y converger en Ciro para llevarlo al segundo turno. Yo no creo que Ciro llegue a eso, pero es un momento muy crítico».