Como cada año, el 31 de octubre la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) votará el reclamo de Cuba en contra del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos en 1962. Como viene sucediendo desde hace 26 años, se descuenta que habrá un apoyo prácticamente unánime en favor del gobierno de la isla, pero desde el cambio de administración en Washington, ese pequeño faro de esperanza que dejó Barack Obama, antes de irse de la Casa Blanca con la reapertura de relaciones diplomáticas, se fue apagando. Y, como recalcó el embajador cubano en Buenos Aires, Orestes Pérez, lo más grave de esta situación es que no se trata de un tema bilateral sino que el conflicto excede las diferencias que pueda haber entre las dos naciones. «Estados Unidos aplica sus leyes en forma extraterritorial», destaca Pérez.
A tal punto esto es así que, por ejemplo, Havanatur no puede hacer cobros por sus servicios en Argentina a través de Pago Fácil desde junio de 2017 y Todo Pago desde el 21 de mayo pasado. ¿Por qué razón? Porque son filiales de firmas basadas en EEUU y por lo tanto les caben las sanciones de la OFAC. ¿Qué es la OFAC? Es la Oficina para el Control de Activos Extranjeros, por sus siglas en inglés, una institución perteneciente al Departamento del Tesoro de EE.UU. que administra y ejecuta sanciones económicas y comerciales (confecciona una «lista negra») contra gobiernos extranjeros, terroristas, narcotraficantes y personas vinculadas a la proliferación de armas de destrucción masiva, según las funciones para las cuales fue creada.
Como dato anecdótico, en 1974 el presidente Juan Domingo Perón autorizó la exportación de automóviles fabricados en el país a pesar del bloqueo argumentando que las empresas Ford. Chrysler y General Motors estaban trabajando en Argentina bajo leyes argentinas. En ese entonces, el rechazo a la decisión del gobierno nacional no vino desde el gobierno de Richard Nixon, sino desde la dictadura brasileña, que protestó porque consideró que el país violaba decisiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), que había expulsado a Cuba también en 1962. Pero Argentina ya había reanudado relaciones con La Habana y el entonces presidente Osvaldo Dorticós había sido uno de los invitados a la asunción de Héctor Cámpora.
El informe que elaboró ahora la cancillería cubana señala que, en esa misma línea, la OFAC prohibió una donación de medicamentos a la ONG “Caritas en Cuba”, debido a que el barco que transportaba la carga pertenecía a la compañía estadounidense Norwegian Cruise Line Holdings Ltd. El gobierno cubano también está impedido de comprar en el mercado estadounidense un producto esencial para el tratamiento de la crisis hipertensión pulmonar aguda como es el óxido nítrico. «Se debe comprar en otros países lo que ancerece innecesariamente elproducto», dijo el funcionario diplomático en una rueda de prensa.
En diciembre de 2014 Obama dio la sorpresa al anunciar el descongelamiento de relaciones tras una conversación telefónica con el entonces primer mandatario cubano, Raúl Castro. Hubo avances, se reabrieron las embajadas en ambas capitales y se reiniciaron los vuelos comerciales regulares, pero el bloqueo permaneció incólume. La llegada de Donald Trump no fue un buen augurio para la Revolución y desde ese día comenzaron retrocesos que, según los cubanos, se pueden justipreciar entre otras medidas en una mayor restricción al derecho de los estadounidenses a viajar a Cuba, la imposición de trabas adicionales al sector empresarial, mayores obstáculos a las relaciones económicas y comerciales y además se intensificaron las persecuciones a las transacciones financieras y las operaciones bancarias y crediticias con Cuba a escala global.
Cuba estima que los daños acumulados por el bloqueo desde 1962 alcanzan los 933.678.000.000 de dólares, tomando en cuenta la depreciación de la divisa estadounidense, o 134.499.800.000 a precios corrientes. Solo entre abril de 2017 y marzo de este año, el daño se calcula en 4.321.200.000 dólares, una cifra que no difiere de la que se registró entre 2016 y 2017. El impacto de esta medida en el crecimiento cubano se refleja en que el costo anual del bloqueo representa el doble de lo que necesita el país para su desarrollo económico, que se estima en unos 2.500 millones de dólares en inversión extranjera directa por año.
Desde el año 1992, cuando se realizó la primera votación en la ONU contra el bloqueo, el apoyo a la posición cubana fue creciendo de manera abrumadora. El primer año el No a las sanciones de EEUU logró 59 votos a favor, 3 en contra y 71 abstenciones. El 2015 se alcanzaron los 191 votos favorables, sin abstenciones y con solo dos en contra. el propio Estados Unidos e Israel, que siempre apoya a libro cerrado la postura de Washington.
Esto es tan así que en 2016, luego de la distención diplomática iniciada por Obama, tanto Washington como Tel Aviv se abstuvieron. Rara situación esa de abstenerse contra el resto de la humanidad por una medida que depende de uno de los votantes.
Al año, ya con Trump en el poder, la historia volvió a repetirse: 191 en contra de EEUU, dos a favor y ninguna abstención. Para el embajador Orestes Pérez, el nuevo presidente norteamericano volvió a una vieja política «genocida encaminada a destruir la Revolución». Pero confía en que esa situación no puede eternizarse. “Las nuevas generaciones de cubanos y estadounidense tienen una mirada diferente de la relación bilateral que ya no está marcada por la confrontación que tuvieron las generaciones anteriores. Ellos sin dudas favorecerán que se termine esa política injerencista” , dijo.
Por lo pronto, la durísima embajadora de EEUU en la ONU, Nikki Haley, renunció el martes pasado, sin mayores explicaciones políticas. Se limitó a decir que había sufrido un fuerte trabajo en los últimos ocho años, cuando fue gobernadora de Carolina del Sur y luego representante permanente de Washington en la ONU, lugar desde el que llevó adelante el avasallante impulso de Trump contra Irán, Venezuela, Corea del Norte y Cuba.
Para Pérez, no hay relación de esa dimisión con la pronta votación sobre el bloqueo, aunque se sabe que Haley estaba maniobrando para torcer el rumbo que parece inevitable y es que se repita la votación del año pasado. Todos sostienen que es un voto consolidado y no habría razones para que alguno de los que están con Cuba cambien de parecer. El verdadero cambio pasaría porque Estados Unidos, finalmente, acepte la voluntad prácticamente unánime del resto del mundo y levante el bloqueo que ya cumplió 56 años y, como había reconocido Obama, no había logrado sus objetivos.