Washington
Lejos de plantear una investigación sobre los responsables del escandaloso espionaje masivo en celulares y televisores inteligentes, el gobierno de Estados Unidos busca a los responsables de la filtración de documentos que publicó la organización WikiLeaks, fundada por Julian Assange, refugiado desde hace casi cinco años en la embajada ecuatoriana en Londres.
Las últimas movidas de las autoridades y distintos trascendidos en Washington revelan que la publicación del generalizado hackeo de celulares, computadoras y hasta smart TVs generó preocupación en el gobierno y dudas en Berlín, donde estaría uno de los centros de este programa clandestino, y desmentidas de empresas tecnológicas afectadas por la denuncia, como Apple y Samsung. Según estos documentos secretos, entre 2013 y 2016, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) lanzó docenas de ataques aprovechando debilidades de un amplio rango de compañías y productos de Europa y Estados Unidos.
Los objetivos eran los celulares iPhone de Apple, los teléfonos Android de Google, el sistema Windows de Microsoft y hasta los televisores de Samsung, que pueden convertirse en micrófonos encubiertos mediante un software elaborado en colaboración con el MI5, la agencia de espionaje interno británico. WikiLeaks explicó que este programa de espionaje, bautizado Año Cero, funciona desde «una red aislada y de alta seguridad situada en el Centro de Inteligencia Cibernética de la CIA en Langley, Virginia».
Además, la agencia utiliza el consulado de Estados Unidos en Frankfurt, Alemania, «como una base encubierta para sus «hackers» en Europa, Medio Oriente y África», según la organización. La Casa Blanca no confirmó ni desmintió los documentos; en cambio, se concentró en expresar su «preocupación» por la filtración de seguridad que supuso la revelación.
«Cualquiera que haya filtrado información confidencial será considerado responsable legal en el mayor grado. Iremos tras las personas que filtraron la información confidencial. Los perseguiremos todo lo que permita la ley», sentenció el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, en su rueda de prensa diaria.
La CIA tampoco quiso confirmar la veracidad de la filtración de supuestas técnicas de espionaje electrónico, pero destacó que la publicación de dicha información pone en peligro a ciudadanos estadounidenses.
«Tales filtraciones no sólo ponen en peligro a personal estadounidense y operaciones, sino que otorga a adversarios herramientas e información que nos pueden hacer daño», indicó la CIA en comunicado de la vocera, Heather Fritz Horniak. «No vamos a comentar sobre la autenticidad de los supuestos documentos de inteligencia revelados por WikiLeaks o sobre el estado de cualquier tipo de investigación sobre la fuente de esos documentos», indicó el texto citado por la agencia de noticias EFE.
«Las actividades de la CIA están sujetas a una rigurosa supervisión y respetan totalmente las leyes estadounidenses y la Constitución», señaló el comunicado. Y recordó que tiene prohibido por ley realizar espionaje electrónico en territorio estadounidense o de estadounidenses, lo que no implica, hay que decirlo, que tales prácticas no se realicen. Mientras Washington y la CIA optaron por no responder a la denuncia de WikiLeaks, el gobierno de Alemania reaccionó con la promesa de una posible investigación luego de revisar uno por uno los documentos filtrados.
«Iniciaremos una investigación si vemos que hay evidencia de actos criminales concretos o de responsables específicos», informó a la prensa un vocero de la Fiscalía federal, quien además prometió que están «analizando el tema con mucho cuidado», según la agencia de noticias Reuters. Otro vocero que tampoco quiso dar su nombre, esta vez del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán, aseguró a la prensa local que están tratando de confirmar la veracidad de los documentos y aclaró que el gobierno de la canciller Angela Merkel se mantiene siempre en contacto con sus pares estadounidenses sobre estos temas. Más contundentes estuvieron Apple y Samsung, dos empresas afectadas por la denuncia de ayer de WikiLeaks, que negaron saber lo que sucedía.
A través de un comunicado, Apple reiteró su «compromiso» con la privacidad de sus usuarios y destacó que siempre que han encontrado problemas en su sistema, trabajaron por arreglarlos. «Aunque nuestros análisis preliminares indican que muchos de los temas filtrados fueron ya arreglados en la última versión del sistema operativo iOS, continuaremos trabajando rápidamente para enfrentar las vulnerabilidades identificadas», aseguró la empresa en un comunicado divulgado por el portal tecnológico TechCrunch y citado por EFE.
Por su parte, Samsung, una de las empresas más importantes de Corea del Sur que actualmente atraviesa una crisis en ese país por un caso de corrupción, también destacó que es una «prioridad proteger la seguridad y privacidad de sus aparatos» y prometió «investigar de manera urgente estas cuestiones». Por el momento, Google no reaccionó a la denuncia de WikiLeaks de que los celulares que utilizan su sistema, Android, también fueron alcanzados por el programa de espionaje de la CIA durante los últimos tres años.
Mientras en Washington reinaba el silencio, en Boston, en una de las universidades más prestigiosas de esa ciudad, el Boston College, el director del FBI, James Comey, aprovechaba un foro de ciberseguridad para alertar que «los hackers» están atacando cada vez más «los derechos fundamentales» de los ciudadanos estadounidenses, una denuncia muy similar a la que WikiLeaks lanzó contra el Estado norteamericano.