La guerra comercial entre Estados Unidos y China ingresó en otra etapa, a partir de la devaluación del yuan y la suspensión de las importaciones de productos agropecuarios estadounidenses. Al mismo tiempo, el gobierno de Xi Jinping protestó ante Washington por lo que considera una injerencia en las revueltas que se vienen produciendo en Hong Kong y también por la arremetida contra el presidente Nicolás Maduro en Venezuela. En otros frentes de combate, la empresa Huawei presentó su nuevo sistema operativo HarmonyOS para contrarrestar el bloqueo decretado por Donald Trump para Android. El gigante de las telecomunicaciones anunció, además, una inversión de 800 millones de dólares para construir una fábrica de celulares en San Pablo. Otra muestra de que América Latina forma parte del teatro de operaciones.
La caída del yuan a su mínimo histórico desde 2009 causó un impacto negativo en las bolsas de todo el mundo y especialmente en Argentina, en un entorno turbulento por las PASO. Trump denunció que Beinjing está manipulando su divisa, pero en todo caso es la respuesta al anuncio de un incremento adicional de los aranceles de un 10% a productos elaborados en China que ingresen en EE UU.
Este viernes, Trump amenazó con una posible cancelación del encuentro programado entre los líderes de ambas naciones para negociar el futuro del comercio bilateral. «No estamos listos para lograr un acuerdo, pero veremos qué pasa. Si se hace, bien, si no se hace, también», detalló. «Tenemos todas las cartas y lo estamos haciendo bien», concluyó el mandatario estadounidense.
En las calles de Hong Kong
Las autoridades chinas aprovecharon también para dar un marco a la situación en Hong Kong, que enfrenta desde hace un par de meses un clima de protestas callejeras. Desde junio crecen las manifestaciones contra un ley de extradición que permitiría entregar prófugos a Taiwán, Macao y la China continental. Los manifestantes critican que la normativa podría afectar a disidentes políticos reclamados por Beijing. La vocera de la cancillería china, Hua Chunying, declaró que su par estadounidense, Morgan Ortagus, «debería dejar de hacer pasar gato por liebre» y no mienta para ocultar la injerencia de Washington en Hong Kong. En apoyo de Beijing salió la portavoz del ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, quien aseguró que en Moscú tomaban «en serio» la información sobre la intromisión en los asuntos chinos.
Los estrategas chinos también temen un recrudecimiento del histórico conflicto entre Pakistán y la India por Cachemira, que escaló en estos días de un modo peligroso. Y si bien en este caso no especularon sobre la intervención estadounidense, sí se apuraron a advertir sobre las consecuencias de un estallido bélico. «China y Pakistán son socios estratégicos para todo tiempo y siempre se han entendido y apoyado mutuamente en temas relacionados con sus intereses centrales, lo cual también es una buena tradición que los dos países deben apreciar», dijo el canciller Wang Yi.
El vocero del ministro, en cambio, no olvidó reclamar por el avance de la Casa Blanca en Venezuela. «Qué partido político gobierna un país es un asunto interno y debe ser decidido por su pueblo. Lo de Estados Unidos constituye una burda interferencia en los asuntos internos de Venezuela y viola severamente las normas básicas que rigen las relaciones internacionales. China se opone firmemente a eso», añadió.
En el país caribeño, el presidente Maduro puso en marcha una planta mezcladora en el estado de Anzoátegui en el marco de una alianza entre la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC). El titular de PDVSA dijo que se elevará la producción de crudo de 165 mil barriles diarios a 230 mil.
Huawei, metida de lleno en la guerra comercial a partir de la decisión de Trump de incluirla en la lista negra de empresas peligrosas para la seguridad de EE UU, dio dos batacazos. Por un lado, dijo que ya comenzará a utilizar el sistema Harmony que reemplazará a Android en sus celulares.
En tanto, el gobernador de San Pablo, João Doria, viajó a China donde acordó la instalación de una planta de Huawei en ese estado brasileño, una inversión por 800 millones de dólares entre 2020 y 2022. Allí fabricarán celulares para vender en Brasil y exportar a América del Sur.
Huawei también financiará el Instituto de Investigaciones Tecnológicas, un participará en un proyecto para digitalizar la red de escuelas públicas. Según se informó, para 2022 los tradicionales pizarrones serán reemplazados por computadoras, tablets y smartpohnes. La firma china está en primer lugar en la pista de largada para los concursos de ofertas.