Se dice que Giorgia Meloni, jefa del gobierno italiano, ganó las últimas elecciones porque fue la única en negarse a integrar el Ejecutivo de unidad del tecnócrata Mario Draghi. Cinco meses después Elly Schlein ganó la interna del Partido Democrático, la principal fuerza de la centroizquierda, porque Meloni había logrado instalar en el poder a los Hermanos de Italia, un movimiento posfascista. Como resultado, gobierno y oposición están conducidos por mujeres.
Schlein fue electa secretaria general del PD hace tres semanas con casi el 54% de los votos desplazando al gobernador de Emilia-Romaña, Stefano Bonaccini, el favorito de la cúpula partidaria. Ganó en primarias abiertas y con casi un millón de votantes.
La nueva secretaria general del PD es una diputada de 37 años, feminista y laica en una Italia predominantemente machista y católica. Es lesbiana en un país que no tiene matrimonio igualitario y es progresista en una cultura política que premia a los Berlusconi o a los tecnócratas. Schlein es lo opuesto a Meloni y la ven como la opositora ideal. La jefa del gobierno ya reunió a la derecha alrededor de su figura, mientras que la lideresa del PD tiene que hacer lo mismo con la izquierda.
En las elecciones de septiembre, el PD cayó por debajo del 20% y el Movimiento 5 Estrellas quedó con algo más del 15% con una agenda social y gracias a los votos en el sur del país. Schlein necesita algún acuerdo con M5E o recuperar al electorado que se fue hacia otros partidos o directamente no fue a votar, garantizarse la lealtad de los perdedores del PD y evitar los extremos.
«Es un cambio generacional y a nivel de imagen. Es un lavado de cara del PD. Tendrá muchas resistencias internas si aplica medidas más de izquierda en lo económico. Pero a nivel electoral va a ser positivo para el PD porque implica agitar el avispero. El M5E le estaba comiendo la tostada entre los jóvenes y los precarios. A la hora de confrontar a Meloni será mucho mejor porque es muchísimo más carismática que su antecesor. En la campaña, sus pocas intervenciones fueron más comentadas y compartidas en las redes sociales», explica el politólogo Jaime Bordel.
Francesca Staiano, doctora en Estudios Internacionales por la Universidad La Sapienza de Roma, destaca que Schlein busca «modificar el Reglamento de Dublín para que el costo social y burocrático de la inmigración sea repartido entre todos los países de la Unión Europea y reescribir la Ley Bossi-Fini de 2001, que pone juntas inmigración y seguridad y da un estereotipo negativo a los inmigrantes.
No puede haber más contraste entre Schlein y Meloni en este tema. La presidenta del gobierno viene de aprobar un decreto que limita el rescate de migrantes a las ONG como Open Arms, Médicos Sin Fronteras, Sea Watch o SOS Méditerranée. Esta semana se hundió un barco con 47 personas en el Mediterráneo. Una de las organizaciones aseguró que se les había informado a las autoridades italianas. Pero la lideresa de los Hermanos de Italia le ha prometido a su electorado que no dejaría a entrar ni a un solo inmigrante ilegal.
«El mandato de Meloni es un doble juego. Por un lado, se presenta como moderada y sensata, como una jefa de Estado a nivel internacional, por su atlantismo y su apoyo incondicional a Ucrania y siguiendo la línea del trabajo de Draghi. En esa segunda cara está la parte en que ha conseguido darles ciertas píldoras a su electorado de ultraderecha, como el decreto que dificulta el rescate a los inmigrantes. No se ha moderado, es muy inteligente y sabe afianzarse y que no salten las alarmas en Europa. Se presenta como una socia fiable en lo que le importa a Europa, que es política energética, económica y militar», apunta Bordel.
Puertas adentro no existe moderación para la dirigente salida del Movimento Sociale Italiano, creado por seguidores de Benito Mussolini. «Yo soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy italiana, soy cristiana y no me avergüenzo. Me avergüenzo de un Estado que defiende los derechos de los homosexuales», gritaba antes de convertirse en la cabeza de gobierno. Su Ministerio de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades es un gesto de impotencia frente al aborto legal. Y acaba de prohibir que las parejas homosexuales anoten a sus hijos en el registro civil.
Es ahí donde el liderazgo de Schlein es una provocación a Meloni y sus aliados Matteo Salvini y Berlusconi. «Es un durísimo ataque a los derechos de los niños, especialmente de las familias homoparentales», denunció Schlein, quien antes parodió la frase reaccionaria de Meloni. «Soy mujer, amo a otra mujer y no soy madre. Pero eso no me hace menos mujer», declaró durante la campaña. La encuesta más reciente de Ipsos le da a Meloni una aprobación del 52 y a Schlein del 36%, con un 30 que todavía no la conoce.
«Schlein busca formalizar muchos trabajos precarios. También quiere terminar los acuerdos no formales que ponen a los inmigrantes en la cárcel y empujar la lucha de la comunidad LGBT y la eutanasia y la regulación del cannabis. En tema de ambiente quiere acompañar a cada sector de la economía con una transición ecológica que no dañe a los consumidores», señala Staiano.
Ahora Schlein tiene que superar la imagen de una joven formada y progresista que tanto gusta a la clase media de las grandes ciudades. De madre italiana y padre estadounidense, nació en Suiza y trabajó en las campañas presidenciales de Barak Obama, mientras Meloni explota su historia de hija con padre ausente criada en un barrio popular de Roma que trabajó desde muy joven. Y con esa historia, la lideresa de los Hermanos gana entre los trabajadores y los sectores más empobrecidos.
«Espero que la elección de una joven al frente del PD pueda ayudar a la izquierda a mirar hacia adelante y no hacia atrás», escribió Meloni en Twitter. Ante el congreso del mayor sindicato italiano, CGIL, Schlein prometió dar la batalla por el salario mínimo y los contratos de duración determinada «que condenan a muchos jóvenes y mujeres de estos países a la precariedad».
Meloni, en tanto, lamentó que Italia tenga «salarios más bajos que antes de 1990 cuando todavía no había celulares» y pidió «poner a las empresas y a los trabajadores en condiciones de crear riqueza que repercuta en todos». La jefa del gobierno pretende una reforma fiscal para bajar impuestos y apenas asumió dio de baja el ingreso por ciudadanía, una ayuda social para desempleados y trabajadores precarios. No debería ser difícil para Schlein explotar estas contradicciones, pero Meloni ya avisó que su proyecto es a largo plazo. «