El escenario es inédito en todo sentido, gane quien gane. No sólo porque es la primera vez que en Ecuador se aplica la «muerte cruzada» que interrumpió un mandato promediando la mitad de su recorrido. También porque si el balotaje presidencial de hoy lo gana Luisa González, la candidata del correísmo, será la primera presidenta electa en la historia. En cambio, si el triunfador es Daniel Noboa, el país verá erigirse al presidente más joven de su vida constitucional.
La campaña que ambos candidatos cerraron el jueves fue extrema en todo sentido. Corta, intensa y signada por la violencia, con amenazas permanentes y el asesinato de uno de los aspirantes, Fernando Villavicencio. La postal de candidatos con chaleco antibalas fue habitual en actos y caravanas.
El triunfador gobernará hasta mayo de 2025 para completar los cuatro años que correspondían al exbanquero de derecha, Guillermo Lasso, quien recurrió a la cláusula constitucional de disolver el Congreso –y renovar el Ejecutivo– para evadir una posible destitución en un juicio político por presunta corrupción.
Los candidatos representan proyectos bien diferenciados. El de Revolución Ciudadana (RC) apunta a un modelo de soberanía con intervención estatal y bienestar ascendente de las clases populares. El de Acción Democrática Nacional (ADN) propugna un libre mercado con cierta pátina de reivindicaciones a tono con la época, pero en esencia más emparentado con los gobiernos precedentes. González es una profesional formada en Derecho y con posgrados en Economía y Gestión pública, con un origen muy humilde en el seno de una familia campesina. Su contendiente es un empresario del negocio bananero, hijo del hombre más rico de Ecuador, Álvaro Noboa, tres veces candidato presidencial.
«No es una elección cualquiera. En esta elección nos jugamos la vida», sostuvo González en su discurso de cierre en el barrio Cristo del Consuelo, de Guayaquil, donde operan los miembros de las bandas criminales más violentas del Ecuador. «En esta elección se puede marcar el antes y el después de la dignidad de 18 millones de ecuatorianos. Nos sumieron en violencia, en pobreza», agregó.
«La juventud hoy en día tiene voz y tiene voto, y los grupos desatendidos también importan y deberían ser tomados en cuenta por el Gobierno central», declaró Noboa en uno de sus actos en el marco de una jornada maratónica en la que incluyó tres ciudades en siete horas.
Según los sondeos de hace más de 15 días, existe un empate técnico en intención de votos para ambos candidatos. La clave estará definida por el alto número de indecisos, cerca de cinco millones de votantes en un padrón de 13 millones y medio. En cuanto a la gobernabilidad, RC tendrá un bloque mayoritario, incluso superior al alcanzado en 2021, aunque lejos del quorum propio, gracias al 34% obtenido por González en la primera vuelta. En cambio, Noboa deberá establecer alianzas con las fuerzas de derecha que ya manifiestan su apoyo si quiere consolidar un poder legislativo que apoye sus políticas, tras su modesto 23%. Otra cuestión inédita que se analiza en Ecuador es que más allá de los serios problemas con que se enfrentará el próximo gobernante (ver en nota principal), será que al tener posibilidad de reelección, transitará buena parte de su corta gestión de dos años en una especie de campaña permanente.