Las tropas israelíes comenzaron este viernes un feroz ataque en Gaza luego de un par de semanas en las que las operaciones en represalia por las incursiones de militantes de Gaza del 7-O parecían congeladas ante el rechazo internacional y el pedido del gobierno de Estados Unidos de moderar la respuesta. Quizás sea este ataque el resultado de una fuerte disputa dentro de la Asamblea General de la ONU en la que desde el secretario general del organismo, Antonio Guterres, hasta las delegaciones de varios países occidentales, cuestionaron el rol de la administración de Benjamin Netanyahu en un conflicto que lleva décadas y reclamaran una vez más una solución basada en las resoluciones de ese organismo y básicamente en la creación del Estado Palestino. La amenaza de una extensión del conflicto se potenció luego de que fuerzas estadounidenses efectuaron ataques aéreos sobre objetivos en Siria a los que el secretario de Defensa Lloyd Austin identificó como pertenecientes a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
«Caían bombas de todos lados; de la marina, de la artillería y de los aviones», describió Alaa Mahdi, un habitante del campo de refugiados de Shati, al norte de la Franja a agencia AFP, y continuó: «¿A quién golpean? ¿A la resistencia? No, a la pobre gente”. El argumento de las autoridades israelíes para la ofensiva sobre Gaza es que solo así podrán desterrar a la organización Hamás y recuperar a dos centenares de rehenes capturados hace 22 días. Pero las cantidad de víctimas civiles y la destrucción del hospital Al Ahli, en el sur, y la amenaza sobre el de Al Shifa –en el norte, el mayor de la Franja, donde aseguran que se refugian líderes de Hamás- no parecen convencer en la ONU (ver aparte).
Desde la sorpresiva incursión de milicianos de Hamás, se computan 1400 muertos en Israel y más de 7700 en Gaza, en su abrumadora mayoría civiles de todas las edades pero cerca de la mitad niños. El portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, volvió a advertir en la mañana del viernes a los residentes del norte de Gaza que salgan de la zona ante la inminencia del operativo al que calificó como de “precisión e intensidad”. “Se les acaba el tiempo”, insistió Hagari, para afirmar que luego de las “intensas hostilidades podrán retornar”. Algo que los gazatíes no creen, habida cuenta de que les recuerda demasiado a esa otra ofensiva de 1948 que obligó a muchos palestinos a dejarlo todo. De hecho, denominan a este momento como la Nakba II.
Como parte de las acciones, Israel –que ya había cortado la provisión de agua y electricidad- bloqueó todas las comunicaciones y el servicio de Internet, lo que generó protestas de organismos internacionales que alertaron sobre las consecuencias. Es así que grupos de todas las creencias e incluso judíos como el académico estadounidense Norman Finkelstein reprodujeron en su newsletter un mensaje a Elon Musk, el dueño de los satélites Starlink, para que proporcione cobertura que permita mantener la conectividad en Gaza. “La destrucción ha sido tan extensa que la gente no puede pedir ayuda ni informar a sus seres queridos sobre su seguridad. Trágicamente, muchos están atrapados bajo los escombros y necesitan desesperadamente ayuda”, dice el texto, que concluye: “Su intervención será un regalo de inconmensurable valor para quienes sufren y dejará una huella indeleble en la memoria colectiva de la humanidad”. El empresario sudafricano publicó que «SpaceX apoyará los enlaces de comunicación con organizaciones de ayuda reconocidas internacionalmente».
La embestida de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) incluyó la destrucción de edificios en varios de los barrios del norte de Gaza pero también de túneles por los que circula mercadería y en los que el gobierno afirma que se refugian militantes de Hamás. Según los voceros, fueron eliminados ya tres de los más altos jefes de la organización. En la ONU se aprobó este jueves una resolución presentada por Jordania que pide una tregua humanitaria. Bastante menos de lo que muchos países reclamaron, aunque necesarios como para que 120 países, entre ellos Argentina, votaran a favor, con 14 votos en contra y 45 abstenciones. El embajador israelí en el organismo ecuménico mundial, Gilad Erdan, rechazó el planteo (ver aparte) al decir que “a la ONU no le queda ya ni una pizca de legitimidad o relevancia” y ratificó el inicio de las hostilidades, cosa que ocurrió a las pocas horas.
En favor de Hamás testimoniaron el gobierno de Qatar, que según la cadena Al Jazzera –prohibida en Israel- intenta negociaciones para un alto el fuego y un intercambio de rehenes. El más enfervorizado en esa región fue el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien escribió en X que «Israel debe detener de inmediato esta locura» y enfatizó: «¡Hamás no es una organización terrorista, es un grupo de muyahidines que luchan para proteger sus tierras!». Una de las rehenes que Hamás liberó estos días, por su parte, puso en tela de juicio las razones que invoca el ultraderechista Netanyahu. En efecto, Nurit Cooper, de 79 años, y Yocheved Lifshitz, de 85, volvieron a sus casas por “razones humanitarias debido a su estado de salud”, según un video publicado por Hamás. A Lifshitz se la ve saludando amistosamente a uno de sus captores y despidiéndose con un “Shalom” (paz). La mujer dijo haber sido tratada con mucha amabilidad, que compartieron la comida con los militantes, quienes les dijeron que eran musulmanes y nos les iban a hacer daño. El ministerio de Salud israelí, dijo The Times of Israel, anunció un “protocolo de tratamiento” para ella en una sala especial donde solo tendrán acceso familiares, personal médico y de seguridad estatal para resguardar “la salud física y mental”. No faltaron los que cuestionaron que al dejarla hablar habían permitido un gran golpe publicitario en favor de la organización acusada de terrorismo.
Cruces en la Asamblea de la ONU
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue particularmente incisivo al caratular la situación actual en Medio Oriente en la sesión de la Asamblea General de este jueves. «El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupaciones asfixiantes. Sus tierras son constantemente devoradas por los asentamientos y están plagadas de violencia. Sus economías se ahogaron. Su población fue desplazada y sus hogares demolidos. Su esperanza de una solución política se ha ido desvaneciendo (…) los agravios del pueblo palestino no pueden justificar los atroces ataques de Hamás pero esos ataques no pueden justificar el castigo colectivo del pueblo palestino”, sostuvo el portugués.
La respuesta del represente israelí no se demoró y luego de degradar la legitimidad de la ONU, dijo: «Los de Hamás son los nuevos nazis. Gilad Erdan aprovechó para criticar a Qatar, “que financia y alberga a los líderes de Hamás” pero al mismo tiempo decirle que “puede hacer que se liberen a todos los rehenes que están en manos de los terroristas”. Temerario, Erdan afirmó luego que “no hay ninguna crisis humanitaria en la Franja». Pero el gobierno de Benjamin Netanyahu fue cuestionado por desconocer resoluciones de la ONU como la que obliga a volver a las fronteras de 1967.
El representante de la Autoridad Nacional Palestina señaló que “cuando los representantes terminen sus discursos hoy, habrán matado a 150 palestinos, incluyendo 60 niños. En las últimas dos semanas, mataron a más de 5700 palestinos, incluyendo 2300 niños y 1300 mujeres (…), eso equivale a 145.000 ciudadanos británicos o 700.000 de EE UU”.
Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, había advertido la preocupación del organismo “por el hecho de que se estén cometiendo crímenes de guerra. Nos preocupa el castigo colectivo infringido a los habitantes de Gaza en respuesta a los atroces ataques de Hamás, que también constituyen crímenes de guerra».
Los debates fueron encendidos en la Asamblea y hubo cruces entre los países occidentales y a los del sur global, que reclamaron, como Pakistán, que si en un documento final se condena a Hamás, también se lo debería de hacer con Israel “si queremos ser justos y equitativos”.
La posición europea refleja la del resto de naciones occidentales y consiste en hablar de la necesidad de “brindar acceso humanitario seguro, rápido y sin obstáculos a las poblaciones necesitadas, por todos los medios posibles, ya sea un corredor o una pausa humanitaria”, como expresó Olof Skoog. Pero una pausa a esta altura es apenas un intervalo entre dos masacres.