En su caminata por la periferia de Brasilia diez días atrás, el presidente Bolsonaro señaló que “gracias a Dios, Dios es brasilero y la cura está ahí”, refiriéndose a la hidroxicloroquina y a la autorización de la agencia de vigilancia sanitaria para investigarla con relación al coronavirus. Pero aun siendo brasilero, para conectarse con él, el presidente también convocó a un día de ayuno y oración para el domingo 5 de abril. Los pastores de las principales iglesias evangélicas de Brasil -Edir Macedo, R.R Soares, Silas Malafaia, Valdemiro Santiago, Mario de Oliveira, Robson Rodovalho, Valdomiro Pereira, entre otros- junto a diputados y cantantes evangélicos, convocaron a sus fieles. Tal como aparece en el video-convocatoria: “Los mayores lideres evangélicos de Brasil atendieron la proclamación santa hecha por el jefe supremo de la nación, el presidente Jair Mesias Bolsonaro, y convocan al ejército de Cristo para la mayor campaña de ayuno y de oración ya vista en la historia de Brasil.” Pasó el ayuno, el presidente se reunió con unas decenas de personas en frente al palacio de la Alvorada, rezaron por él, pidieron a Dios acabar con el mal y se fueron.
Iluminado por la fe, el lunes el presidente anunció que echaría a Luiz Henrique Mandetta, su ministro de salud, por endosar las recomendaciones de los organismos internacionales y por no apoyarlo en su campaña para acabar con la tiranía de las medidas de distancia social implementadas por gobernadores, intendentes y por sectores de su gobierno. Después de anunciar que iba a despedirlo -lo que generó una gritería instantánea aquí en el barrio y en muchas ciudades brasileras-, Bolsonaro fue convencido por todos a no hacerlo. Mandetta continúa a su lado. El gobierno continúa logrando la increíble hazaña de hacernos luchar contra el gobierno apoyando al mismo gobierno.
Las noticias que salieron en otros países sobre el golpe blanco que habría colocado como presidente operativo al jefe de la casa de gobierno, General Braga Netto, aquí no llegaron a las tapas de los medios, ni fueron tratadas en esos términos. El lugar de Braga Netto al frente del Comité de Crisis para Supervisión y Monitoreo de los Impactos del Covid-19 es anterior, cuando ese comité fue creado por decreto presidencial. La semana pasada, Braga Netto coordinó la reunión de prensa con los ministros, hasta que una pregunta indiscreta (¿qué opina el ministro de salud del paseo de Bolsonaro por Brasilia?) llevó a la suspensión de la entrevista.
El intendente de Rio de Janeiro, sobrino de Edir Macedo y también pastor de la Igreja Universal do Reino de Deus, Marcelo Crivella, implementó horarios escalonados de trabajo en el comercio y en la industria para evitar los colectivos llenos. El fin de semana pasado, las personas salieron más por la ciudad. En varios barrios hubo mayor circulación. La rambla estaba llena de gente caminando y corriendo.
Crivella es uno de los intendentes peor evaluado de la historia de Rio de Janeiro. Pero como miembro de Republicanos, partido vinculado a la Iglesia Universal, espera por la ayuda de Dios y, ahora también, de los Bolsonaro. Y viceversa. Dos de los hijos del presidente y su ex-mujer -madre de Carlos y Eduardo- se afiliaron al partido de Crivella. Precisaban un partido porque la Aliança pelo Brasil, el partido de extrema derecha que los bolsonaristas querían crear después de abandonar el Partido Social Liberal con el que llegaron al poder, no consiguió juntar las firmas validadas necesarias para disputar las elecciones de octubre.
Con el respaldo público de los militares del gobierno, la reactivación del apoyo evangélico y la renovación de los ataques a China -el ministro de educación apuntó a China como la gran beneficiaria de toda esta crisis con una burla preconceptuosa que generó otro conflicto diplomático-, el gobierno volvió a encuadrar la lucha contra el coronavirus en el terreno de la confrontación. El esfuerzo en las redes sociales, especialmente evangélicas, es notable. ¿Conseguirá recomponer su base de apoyo? La acumulación de muertos y la multiplicación de infectados será el gran desafío. La pregunta es quién será responsabilizado por la tragedia que se viene. Los medios de comunicación parece que se están tomando más en serio el trabajo de denunciar las mentiras divulgadas en las redes por los bolsonaristas, incluidas las del presidente, sus hijos y sus ministros. Publicaciones del presidente y sus ministros fueron apagadas del Twiter, Facebook e Instagram por las propias redes por desinformar a la comunidad.
Los números de la infección dispararon. Hoy, 11 de abril, son 1075 muertos y 20.022 infectados confirmados. Se hablá de una subnotificación gigantesca. La defensoría de San Pablo entró con una acción pública para garantizar el debido registro e investigar las presiones para no notificar casos de coronavirus. La mujer de un colega con quien trabajé tiempo atrás murió de coronavirus. Tenía 56 años.