La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, a quien se le vence el mandato el lunes 16 de diciembre y ya avisó que se niega a dejar el cargo porque desconoce los comicios parlamentarios de octubre, insistió en que se produjo «una escalada preocupante» de la represión durante las manifestaciones contra el Gobierno del primer ministro Irakli Kobajidze por su decisión de suspender las negociaciones de adhesión a la Unión Europea.

«Apenas habían comenzado las manifestaciones pacíficas cuando han empezado las medidas represivas. Esto supone un ataque a la libertad de expresión y al derecho a protestar: se violan derechos básicos, por no hablar de la forma en que se detiene a las personas y de cómo se las trata una vez detenidas», dijo en la red social X. “En toda Georgia, la gente se está alzando contra el régimen títere ruso. Desde la capital hasta las ciudades más pequeñas, se trata de un movimiento sin precedentes en nuestra historia”, puntualizó en otro posteo.

Los intentos de encender una revolución en Georgia se realizan con apoyo financiero proveniente del extranjero, replicó el primer ministro del país, Irakli Kobajidze, quien lidera el partido Sueño Georgiano, que obtuvo mayoría parlamentaria y convocó a elecciones presidenciales para el 14 de diciembre. «Para realizar un plan, previamente elaborado y acordado, atrajeron fondos extranjeros. Precisamente por esta razón ciertas personas no querían aprobar la ley de transparencia, para financiar los procesos revolucionarios en Georgia de manera oculta», dijo Kobajidze en una reunión gubernamental.

Es que la revuelta que ya se califica como “Revolución Naranja” o Euromaidan 2.0, porque recuerdan a las protestas de 2005 y al golpe de estado de 2014 en Ucrania, comenzó en mayo cuando el gobierno había logrado aprobar una ley que obligaba a las entidades que recibieran fondos del exterior a inscribirse como agentes extranjeros. Por su similitud con una normativa rusa se la criticó por formar parte de una operación del Kremlin.  

“Algunas personas, entre ellas el embajador de la UE, nos han dicho que sólo reconocerán a Georgia si vuelven al poder los asesinos, los verdugos, los secuestradores de canales de televisión, los mafiosos y las personas que iniciaron la guerra en 2008. Es una posición ofensiva para nosotros. Te plantean el dilema de que o vuelven los ‘nazis’ o Georgia no tiene ningún valor. No es una actitud correcta y sana hacia nuestro país. Todo el mundo debería aceptar que en Georgia se han celebrado elecciones democráticas”, señaló el premier.

Sueño georgiano se impuso en las urnas el 26 de octubre pero ya el 27 la presidenta- un cargo no ejecutivo pero importante desde el punto de vista institucional- dijo que había habido injerencia rusa y fraude. “No reconoceré estas elecciones -escribió entonces en X– hacer eso sería aceptar la entrada de Rusia en Georgia y la sumisión de nuestro país a Moscú”.

Las fuerzas de seguridad intentan dispersar a los manifestantes concentrados en la avenida Rustaveli de la capital, Tiflis, con cañones de agua y gases lacrimógenos. El jefe de la Policía, Vazha Siradze, explicó que grupos radicales “empezaron a lanzar diversos objetos y pirotecnia, insultando a los policías, obligándonos a iniciar las cargas y usar una fuerza proporcional», dijo, agregando que más de 100 agentes han resultado heridos, según Interpress.

Desde el pasado 28 de noviembre, después de que Kobajidze suspendiera hasta 2028 las negociaciones con la Unión Europea sobre el proceso de adhesión, los detractores del actual Gobierno siguen protestando frente a la sede del Parlamento en Tiflis. El premier recordó que en realidad la UE todavía no decidió la incorporación de Georgia. Se trata de una cuestión complicada, idéntica a la de Ucrania, ya que es una de las líneas rojas de Vladimir Putin. No por casualidad los paralelismo resulta tan tentador para analizar la situación en este otro país postsoviético, En las legislativas, el partido oficialista Sueño Georgiano logró 89 de los 150 escaños en el parlamento unicameral; la oposición no reconoce la victoria de los euroescépticos, sus diputados se niegan a recibir credenciales y boicotean la nueva legislatura. Las elecciones presidenciales están previstas para el 14 de diciembre, y la toma de posesión del nuevo presidente, para el 29 de diciembre de 2024.

ALG con Europa Press y Sputnik