Hermano, escucha, escucha…
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Versos de César Vallejo, peruano, poeta comunista.
Las elecciones peruanas dejaron como finalistas de segunda vuelta a Keiko Fujimori y Pedro Castillo. Fujimori tenía amplia trayectoria como hija y primera dama de Alberto Fujimori, impulsor de un modelo económico ultraliberal , no inclusivo. Su implementación se hizo con un sistema político autoritario, planteado por algunos analistas de la época como necesario para derrotar a sendero luminosos, doblegar una inflación desbocada e impulsar una expansión macroeconómica significativa. La equidad social y el estado de bienestar no estaban incluidos como términos de la ecuación fujimorista, inspirada por la modernización autoritaria (propangadeada en los años de don Alberto en América Latina como paradigmática) con el ejemplo de los otrora famosos “tigres asiáticos”. Aún no había publicado el Banco Mundial su informe sobre la equidad social como condición necesaria del crecimiento económico en nuestra región y el mundo.
Keiko Fujimori cometió un grave error estratégico en su campaña electoral. Planteó la consigna de “Libertad o Comunismo” como el dilema que tenían que dirimir los peruanos en las urnas. Ella la libertad y Pedro Castillo el comunismo. Ahora que Castillo es ganador según las informaciones de la ONPE, aún no proclamado, por el sistema justicia electoral peruano, aunque aceptado por el Departamento de Estado de los EE UU, la OEA y la Unión Europea, queda flotando en el inconsciente social peruano e internacional la idea de que en Perú la ciudadanía eligió el comunismo sobre la libertad. Hay que explorar la historia política peruana para entender mejor al país y la elección de Pedro Castillo.
En 1928, Juan Carlos Mariátegui, intelectual que lideraba las revista Mundial y Amauta, publica en Perú sus conocidos ensayos sobre la realidad peruana que abarcan temas tan diversos como la evolución económica, el problema de la tierra, el proceso de instrucción pública, el factor religioso, el tema del regionalismo y el centralismo, la literatura. A todos ellos intenta integrarlos en una interpretación del Perú que resulta ser la primera intelección marxista de una realidad económico-social concreta en América Latina. Y lo hizo con una definida posición de militante activa por una causa política socialista.
En 1924, en los salones de un colonial y famoso colegio secundario mexicano, el exiliado peruano Víctor Raúl Haya de la Torre fundó el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Américana). La idea era que fuera un eje articulador y aglutinador de tendencias pro socialistas en Latinoamérica. Esa idea evoluciona en Haya de la Torre, quien lo convirtió en partido político peruano, rompe con Mariátegui y la Internacional Comunista de la época. Y lo transformó en un partido reformista, que con el paso del tiempo pasó a integrar la Internacional Socialista, con su presidencia ocupada por ilustres socialdemócratas europeos como Willy Brand, primer ministro de Alemania Occidental, y Olaf Palme, primer ministro sueco asesinado misteriosamente en Estocolmo, uno de los magnicidios más famosos y no esclarecidos del siglo XX.
En Perú el APRA estuvo proscrito durante décadas y Haya de la Torre fue un asilado en la embajada colombiana en Lima, a quien los sucesivos gobiernos peruanos desde la dictadura de Manuel Odría le negaban el salvoconducto de ley. Finalmente la proscripción militar del APRA cesó y Alan García accedió dos veces a la presidencia como líder de ese partido.
En un libro de Jorge Nieto Montesinos, intelectual y político actual, sobre Haya de la Torre y la política como obra civilizatoria, el autor aborda los distintos proyectos marxistas, socialdemócratas, liberales y conservadores que el Perú ha concebido en la búsqueda de un proyecto propio de nación, Estado y sociedad.
Esa incursión histórica es necesaria para licuar la simplificación mediática y política que, en ocasiones, intenta descalificar la noción de izquierda peruana como fenómeno que nace y se agota en el terrorismo senderista. O que intenta polarizar con nociones extremistas y simplificadoras de que la democracia solo sobrevivirá bajo nociones económicas y políticas liberales o conservadoras en Perú y América Latina.
Por los escarpados y enredados vericuetos de la historia política peruana han surgido el fujimorismo y Pedro Castillo, quien ha ganado las elecciones. Cuando se posesione el 28 de Julio próximo el mundo podrá descifrar el enigma que por ahora él significa. Hasta entonces solo cabe una espera ilustrada y cuidadosa. Recordando siempre que la política debe ser una actividad civilizada y pacífica. La negación de la guerra para alcanzar el poder.