A lo largo de poco más de una hora y media, el filósofo vasco Daniel Innerarity mantuvo una charla abierta con el delegado del gobierno de Cataluña para el Cono Sur, Josep Vives, en la que abordaron temas clave como el avance de la extrema derecha, el individualismo, las sociedades fracturadas, la gobernanza democrática y los movimientos que están transformando las dinámicas políticas y culturales en todo el mundo. El encuentro reunió a académicos, representantes políticos y público invitado. De entrada, el autor de Una teoría crítica de la inteligencia artificial explicó lo que podría parecer una fuera de lugar presencia en esa sede diplomática de la Ciudad de Buenos Aires. “Mi editor me dijo que pasaba una cosa muy rara con mis libros y es que los libros de ensayo de Galaxia Gutenberg venden normalmente la mitad en Madrid, un cuarto en Barcelona y un cuarto repartido por ahí. Pero los míos se venden la mitad en Cataluña, algo muy raro”.
Vives, de pasado como periodista y que fuera vocero del club Barcelona en tiempos de Lionel Messi, señaló que los ejes que se planteaba pasaban por “hablar de algo que hoy nos preocupa: democracia, libertad, derechos fundamentales, humanismo, hablar de la política entendida en su mejor versión y hablar también de desafíos y de inquietudes” en este particular momento de la historia. Y de lo que interpretó como “una sociedad que parece estar sin esperanzas”.
Innerarity, que tiene un doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires y en estos días otro de la Universidad de Rosario, comenzó destacando que hay “movimientos desconcertantes” y de un muy alto impacto en el mundo actual, enfrentado con “un exceso de información que no sabemos cómo gestionar”. Puntualizó que su generación, que es la de la transición en España, “no ha conocido la penuria de la posguerra” y al mismo tiempo, “nos hemos parado”. El argumento es que estas generaciones tienen una especial exigencia por entender lo que está pasando, pero las cosas no resultan tan sencillas. “Mis abuelos -dijo Innerarity- vivían en un pueblo pequeño de Navarra y entonces la diferencia entre lo que sabían y lo que tenían que saber para salir adelante en la vida era muy pequeño”. Hoy, “vivimos con una suerte de ignorancia” pero con la exigencia de tener de una gran cantidad de conocimiento, análisis e interpretación para entender la realidad.
“Se habla mucho de transformar la democracia, pero nos faltan los instrumentos”, continuó el y es catedrático en la Universidad del País Vasco y del Instituto Universitario Europeo, para detallar que existen problemas muy prácticos, de voluntad política y de capacidad de gobernanza, en el caso específico de Europa, como qué hacer en defensa si Estados Unidos se retira de la guerra en Ucrania, el tema de las redes sociales, el de la competitividad. De allí que “se ha quebrado la esperanza” en que se puedan hacer cambios en democracia.
Lo que lleva a lo que muchos consideran un peligroso avance de las extremas derechas. “Tenemos que hacer un esfuerzo para interpretarlas con otras categorías, no sé cuáles, pero desde luego esto no es un preámbulo del fascismo. Lo es de otra cosa que no sabemos muy bien cómo nombrar, pero estos sistemas de derechas son otra cosa de naturaleza distinta”, advierte. Y augura que no se está repitiendo el esquema de la República de Weimar.
Lo que si se percibe es un desencanto con la democracia, acota Vives, recordando el momento de la transición tras la muerte del dictador Francisco Franco. Una democracia muy esperada aquella que finalmente no cumplió con todas las expectativas. ¿Por qué sucede esto?
“Porque tal vez no hemos aprendido una cosa fundamental y es que la democracia es por su propia naturaleza un régimen decepcionante. Nadie consigue todo lo que quiere, porque la política es así: es el espacio de la transacción o, como me gusta decir, el aprendizaje de la decepción”, dice el columnista del diario El País.
-Así como yo me di cuenta que alguna vez he hecho periodismo para periodistas en lugar de hacerlo para compartirlo con la gente, creo que hay políticos que hacen política para políticos y por eso muchos no se sienten representados y dicen “los políticos no hablan de nuestros problemas«, plantea Vives.
– Si uno observa el Parlamento desde fuera, encuentras un quilombo (sic) monumental, gente que insulta al que está hablando, unos tíos (en España) que defienden el franquismo, que esto es una cosa nueva, y ves gente con un grado de agresividad enorme, pero yo creo que la madurez política y de nosotros como ciudadanos en buena parte pasa por entender que lógica está funcionando ahí. La política es muy hiperbólica, es muy exagerada, está demasiado dramatizada y está demasiado moralizada, es decir, cualquier cuestión se convierte en una cuestión de principios. La gente defiende sus intereses como si fueran sus convicciones y eso es un truco que tenemos que aprender a deconstruir.
Otro ítem que se adosó en la charla fue el de la polarización de las sociedades, y en tal sentido Inneraity afirma que es cierto que “hay gente que vive de la simplificación entre ‘nosotros y ellos’ a veces de una manera muy artificiosa, pero si examinamos bien las cosas hay mucho más acuerdo en la sociedad de lo que parece”. Al menos en Europa, considera el discípulo de Jürgen Habermas, “no hay gente que quiera desmontar al Estado, al menos en los partidos centrales de la derecha europea” y en otros asuntos, destacó que el matrimonio igualitario fue llevado al Constitucional por la oposición de aquel momento.
Lo que si sobresale es que en un clima por momentos de exasperación, “una mayoría de la gente, y hablo en primera persona, parece que estamos más ocupados de nuestra baldosa”. Recién cuando algo afecta directamente, señala Innerarity, “cuando no funciona un servicio público, la energía se ha hecho más cara, los alquileres resulta que no son abordables, resulta que la velocidad de las cosas no son como tendrían que ir etcétera, etcétera, entonces ahí levantamos la mirada porque nos afecta a nuestra baldosa. Pero solo nuestra baldosa, no la del vecino que está justo al lado”.
Institucionalista, el ganador del III Premio de Ensayo Eugenio Trías apuesta a esas instancias democráticas que garantizan su permanencia más allá de barquinazos circunstanciales, como es el caso de los partidos y los sindicatos, que son “sistemas de intervención en la vida política sostenida en el tiempo”. Y afirma que por más que las críticas y ataques contra ellos son particularmente fuertes en estos tiempos, “son estructuras que perduran con unos líderes que más o menos se parecen al anterior en una línea, una trayectoria”.
La discusión pasaría, entonces, por ver quiénes son los ciudadanos más adecuados para integrar los partidos políticos. “Yo creo que a la política tiene que llegar gente formada, que haya presentado algún currículum en su vida, que haya estado en una cola e incluso le han dicho que no y que he presentado otro currículum, que ha trabajado en la sociedad civil por decirlo así, sin la protección del espacio público y que entonces se dedique a la política”, consideró Vives en su intervención.
Pero como se diría por estas pampas, “no es para todos la bota de potro”, y son muchos los que cuestionan a la dirigencia pero rechazan sumarse a la lucha política, interviene Innerarity. “Me parece que la vida política es un horror y mis amigos políticos viven muy mal y encima la gente se cree que viven muy bien, que ganan mucho más dinero del que ganan, que tienen más poder del que tienen y no, si no pueden nada, tienen muy poco margen de maniobra por muchísimos motivos. Tenemos una idea completamente equivocada de lo que es la política”.
Lo que lleva a lo que sería un problema central de las democracias y su gobernanza. “La sociedad pone en manos de los políticos aquellos problemas para los cuales ella se declara incompetente mientras todos nosotros hacemos cosas para las que somos competentes. Arreglamos un coche, vendemos una cosa. Pero hay un tipo de problemas especialmente complejos que hemos depositado en los políticos. Y no van más que a fracasar generalmente y terminan utilizados como el entrenador en un equipo de fútbol. Yo no entiendo nada de fútbol y nunca he entendido por qué cuando el equipo mal al que se echa el entrenador y no a los jugadores. Bueno, pues la política funciona así, con cambios en la cúpula cuando a lo mejor tendríamos que cambiar también nosotros como sociedad”.
En todo ese fárrago resulta que ciertamente, una mirada sobre la legislatura de cualquier país, y mucho más en las campañas electorales, muestran escenas de un feroz enfrentamiento, a veces hasta personal. Sucede que “los políticos están haciendo política competitiva todo el rato y se gobierna también con una lógica electoral”. El ejemplo no podría ser más elocuente. “Los asesores que ayudan a ganar la elección luego ayudan a gobernar, lo cual me parece un absurdo”. Porque hay gente que sabe cómo hacer ganar un comicio pero gobernar es otra cosa. Lo que ocurre con frecuencia, empero, es que “la lógica con la que se gobierna es una lógica electoral y el momento competitivo es el único momento en que existe”.
ALG