Una sucesión de cumbres del más alto nivel revela que el mundo está en presencia de un acelerado reparto de cartas para una nueva baza en el liderazgo internacional, con el telón de fondo de la guerra en Ucrania. Este martes en Vilna, la OTAN hace una puesta en escena donde el presidente Volodímir Zelenski insistirá con su pedido de ingreso a la organización atlántica y recibirá como respuesta un nuevo mensaje de seguir participando y «aguardar en línea». Algo similar ocurrirá una semana más tarde cuando se realice en Bruselas el tercer encuentro de la UE y la CELAC, donde el presidente del gobierno español Pedro Sánchez –titular pro tempore del foro de integración europeo– recibió rechazos latinoamericanos a su propuesta de contar con el mandatario ucraniano como invitado de honor.
El encuentro en la capital de Lituania del 11 y 12 de julio era esperado con ansiedad por Zelenski, que mantiene las presiones para que la OTAN le abra las puertas. De allí, según muchos analistas, su obcecación en impulsar una contraofensiva sobre las fuerzas rusas en el sur del país que hasta ahora, algo incluso reconocido por el gobierno de Kiev, no dio resultados y devino en una carnicería sin sentido. Los ataques se realizan sin el apoyo aéreo, imprescindible en este tipo de estrategias, mientras los países occidentales demoran la entrega de los aviones que pidió Kiev.
La solución por ahora se limita al envío de bombas de racimo que anunció el gobierno de Joe Biden (ver aparte), una señal que indicaría el fracaso de la contraofensiva y la necesidad imperiosa de doblar la apuesta apelando a armamento prohibido, tras reafirmar su negativa al ingreso del país europeo a la OTAN.
Biden fue muy claro en una entrevista con la cadena CNN. «Creo que Ucrania no está lista para la membresía de la OTAN», dijo el presidente estadounidense, aclarando luego en una consideración si se quiere lapidaria: «ese es un procedimiento que toma algún tiempo para calificar, desde la democratización hasta un montón de otros asuntos».
Estos cónclaves suceden a los del Mercosur, que se realizó esta semana en Puerto Iguazú (ver aparte) y al que en simultáneo convocó a los países que integran la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en la India el mismo lunes. La cumbre de jefes de Estado de Asia central volvió a mostrar el rol que China ocupa en esa región y de qué modo las naciones del área postsoviética encuentran un lugar bajo el sol y fuera de la influencia de Occidente.
Así, la OCS firmó la Declaración de Nueva Delhi, como corolario de su reunión número XXIII, en la que se aprobó el ingreso como miembro pleno de Irán y se resaltaron las ventajas de mantener y profundizar los lazos de cooperación y el fortalecimiento de relaciones comerciales y financieras. Integran la OCS China, Rusia, India, Pakistán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán e Irán. Esperan el ingreso Afganistán, Bielorrusia y Mongolia, mientras que el resto de las naciones de Asia continental más Egipto figuran como «socios de diálogo», un escalón anterior.
Lo que viene
Pedro Sánchez esperaba – tras su estreno del sitial temporario europeo en su visita a Kiev de la semana pasada– mostrar liderazgo en el encuentro de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, apoyando que Zelenski planteara su reiterado petitorio de que las 33 naciones de este lado del Atlántico se sumen a la cancelación de Rusia y brinden su apoyo a Ucrania.
El mitin se realizará en la sede belga de la UE los días 17 y 18 de julio, muy poco antes del crucial comicio en España del 23J, en el que Sánchez arriesgará su cargo en La Moncloa. El propio Zelenski reveló que no se hará presente por la negativa de algunas naciones, que no fueron explicitadas. «Sánchez me invitó, pero algunos líderes de Latinoamérica bloquearon esa invitación», deslizó. Para la mayoría de los países de la CELAC, el mensaje es que se necesita una mesa de negociaciones para la paz y no enviar más armas para una guerra que puede resultar más catastrófica aún ante el riesgo nuclear. Lula da Silva, el presidente brasileño, que prometió asistencia a Bruselas, es promotor de un diálogo para poner fin a la contienda que por ahora no encontró eco, fundamentalmente en Kiev.
Brasil, junto con China, Rusia, India y Sudáfrica, mantendrán a su vez una cumbre en Johannesburgo entre el 22 y el 24 de agosto próximos. Será la 15ª reunión de jefes de Estado de ese organismo, que nuclea a cerca del 40% de la población mundial y el 20% del PBI del planeta. Tras la creación del Banco de los BRICS, que dirige la expresidenta brasileña Dilma Rousseff –destituida por un golpe institucional en 2016– ahora el grupo, según trascendió, estudia avanzar hacia la creación de una moneda para las transacciones comerciales con respaldo en el oro. Sería una vuelta al patrón que regía para el dólar hasta 1971 y le pondría un nuevo clavo en el ataúd a la divisa estadounidense.
En la lista de espera del BRICS hay 25 países, entre ellos, Arabia Saudita, Argelia, Afganistán, Bielorrusia, Egipto, México, Turquía, Uruguay, Venezuela. Ah, también Argentina, que además tiene en carpeta un crédito del Banco BRICS para reforzar sus reservas netas. «
EE UU entrega bombas prohibidas
Las municiones de racimo son artefactos altamente destructivos que se utilizaron por primera vez en la Segunda Guerra Mundial. Consiste en una bomba que se lanza con cohetes o misiles y en su interior tiene pequeños explosivos que estallan antes de llegar a tierra dispersando minibombas a su alrededor.
Este mortífero artilugio bélico fue prohibido por la Convención de Dublín de 2008 a la que adhirieron 123 naciones. Entre los no firmantes figuran Estados Unidos, Rusia, China, India, Irán, Turquía, las dos Coreas y Ucrania.
El envío de este armamento, según el embajador ruso en EE UU, Antatoli Antonov, revela «un gesto de desesperación» de Occidente. Joe Biden dijo que la decisión «fue difícil pero necesaria, ya que los ucranianos se están quedando sin municiones».
Pero no todos están de acuerdo en la OTAN. La ministra de Defensa española, Margarita Robles, ya adelantó que Madrid «no comparte» la decisión de la Casa Blanca. En similares términos se expresaron el gobierno del Reino Unido y el de Alemania.
En conferencia de prensa, el subsecretario adjunto de Defensa de EE UU, Colin Kahl, tras acusar a Rusia de haber estado arrojando bombas de racimo desde el inicio de la guerra, afirmó que «el gobierno ucraniano nos ha ofrecido garantías por escrito sobre el uso responsable de los DPICM (siglas en inglés para Munición Convencional Mejorada de Doble Propósito), que no usarán los cartuchos en entornos urbanos poblados por civiles y que registrarán dónde usan estos cartuchos, lo que simplificará los esfuerzos posteriores de desminado».