La voluntad alemana para rearmarse no se hizo esperar”; “el rearme de Alemania es un hecho con el que hay que contar a partir de ahora”; “la más elemental prudencia manda a cada uno y cada cual la necesidad de tomar precauciones seguras para salvaguardar su seguridad contra toda amenaza exterior”.
Por el conflicto entre Ucrania y Rusia, el 27 de febrero el canciller alemán Olaf Scholz habló frente al Parlamento alemán. La coalición que dirige, hecha de socialdemócratas, verdes y liberales, propuso y obtuvo destinar 100 mil millones de euros para aumentar el presupuesto militar.
Habida cuenta de los antecedentes propios en materia de guerras, y de las consecuencias provocadas a nivel mundial, la Constitución de la Alemania Federal estableció en 1949 varias regulaciones para aplacar cualquier aventurismo militarista. En 1955, la creación de la Bundeswehr –Defensa Federal– establecía un rol defensivo y territorial.
Hasta hace poco, los controles parlamentarios fijaban hasta el detalle las misiones y funciones en materia de defensa. Pero entre 1990 y 1994 cambiaron un poco esas costumbres. Los conflictos en los Balcanes y en Medio-Oriente vieron a los primeros soldados alemanes salir de sus fronteras desde 1945.
El pacifismo de Estado, algo fundamental para los verdes, importante para los socialdemócratas y accesorio para los liberales, para no hablar de la oposición conservadora, la prudencia ya es historia. Alemania rearma. “El mundo ha entrado en una nueva era”, dijo el canciller.
El objetivo es llevar el gasto en defensa al 2% del PBI alemán, lo que es recomendado por la Otan para sus países miembro. Significaría asignar 70 mil millones de euros por año al reequipamiento de la Bundeswehr. En comparación, el 2% del gasto militar de Francia es de 40 mil millones de euros por año. A propósito, ¿qué pensarán los franceses?
Es que en menos de un siglo, Alemania invadió Francia en 1870, 1914 y 1940. No hay localidad en Francia que no tenga su monumento a los muertos de alguna de esas guerras, o de todas. Con la reunificación alemana en 1990 surgieron por un tiempo viejos fantasmas. Pronto desaparecieron: en esa época todavía había política.
Nadie puede pensar hoy en Francia que exista una amenaza militar que venga del otro lado del Rin. Sin embargo, el discurso de Scholz no cayó bien por el lado del Sena.
Es que la política de defensa alemana no prevé avanzar en ninguno de los proyectos conjuntos con Francia, ni el proyecto aeronáutico para proveer de aviones similares de última generación a ambos países, ni la iniciativa en materia de defensa electrónica prevista. Es que el dinero previsto para reequipar a la Bundeswehr servirá para comprar… en Estados Unidos.
Para empezar, serán cerca de 40 aviones F-35, que el gobierno norteamericano desea establecer como la norma de la Otan en materia de fuerza aérea. Para Francia no es otra buena noticia, ya que la venta de submarinos a Australia por decenas de miles de millones de euros fue torpedeada hace poco por la alianza AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos), esa otra Otan.
Alemania es atlantista, pues cree que los beneficios superan los costos frente a la perspectiva real o imaginaria de una guerra convencional. Por cierto, las tres frases que abren este artículo fueron publicadas el 13 de mayo de 1933 en el diario francés Le Temps.
Europa, cuidado con el otanismo, que alma hay una sola. «