Casi por unanimidad, los países miembros de la Asamblea General de la ONU rechazaron este jueves otra vez el embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba hace 58 años y dejaron en soledad a Washington e Israel.
Desde 1992, Cuba impulsa un texto similar de rechazo al embargo contra su país y cada año suma más apoyos explícitos, que se traducen en más votos a favor, menos en contra y menos abstenciones.
Como el año pasado, 189 países votaron junto a Cuba, hubo sólo dos votos en contra -Estados Unidos e Israel- y ninguna abstención, según informó la página web de la Asamblea General de la ONU.
La novedad de esta votación fue que la delegación de los Estados Unidos intentó modificar la resolución con varias enmiendas, en las que se denunciaba una falta de libertad de expresión y violaciones a los derechos humanos en la isla.
«Este año, se les pedirá que voten no solo sobre el embargo estadounidense. Se les pedirá que voten también sobre los presos políticos en Cuba. Se les pedirá que voten sobre la falta de libertad de expresión en Cuba. Se les pedirá que voten sobre la opresión de los trabajadores en Cuba», propuso la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, citada por la agencia de noticias Efe.
Pese a las presiones de Estados Unidos, una abrumadora mayoría de la Asamblea General eligió mantener el tradicional texto.
Una tras otra, las enmiendas estadounidenses fueron rechazadas con más de 100 votos en contra, alrededor de 65 abstenciones y los únicos votos positivos fueron de Ucrania, Israel y el propio Estados Unidos.
Los países de la Unión Europea -tradicionales aliados de Washington- decidieron abstenerse y explicaron que no consideraban que la votación sobre el embargo era el momento adecuado para discutir la situación de derechos humanos en Cuba.
También se abstuvieron otros aliados de Washington como Canadá, Australia, Japón y varios países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Paraguay.
La delegación cubana, encabezada por el canciller Bruno Rodríguez, consideró que las enmiendas estadounidenses sólo querían crear confusión y obstaculizar la tradicional votación.
Según Rodríguez fue una «artimaña deshonesta» de Estados Unidos, un país que «no tiene la menor autoridad moral para criticar a Cuba ni a nadie en materia de derechos humanos».
Al mismo tiempo que Estados Unidos sufría este revés diplomático en la sede de la ONU en Nueva York, en la ciudad de Miami, en el sur del país, el asesor presidencial de Seguridad Nacional y ex embajador ante la ONU, John Bolton, anunciaba nuevas sanciones y medidas de presión contra Cuba.
Según explicó a la prensa, el Departamento de Estado va a ampliar la lista de entidades de propiedad o controladas por los militares o los servicios de inteligencia cubanos que ya no pueden hacer transacciones financieras con ciudadanos o compañías estadounidenses.