El Congreso paraguayo vuelve a abrir sus puertas, en horario reducido, tras haber estado en cuarentena por la falta de amor al prójimo de una senadora que había contraído el coronavirus y lo mantuvo en criminal secreto, interactuando mientras tanto con Dios y María Santísima, es decir con cuantos se le acercaron. El 14 de abril, cuando anunció el cierre temporal del Palacio Legislativo, el presidente del Senado, Blas Llano, tuvo un desliz inoportuno, casi un agravio, que no le cayó bien a nadie, pero que no fue comentado por ninguno de los 125 legisladores de las dos ramas. Dijo que, “aprovechando esta desgraciada circunstancia, se ordenará la desinfección y desratización del edificio”.
¿Por qué la senadora María Eugenia Bajac les mintió a sus pares? Sencillo, porque diciendo la verdad asumía en un solo acto un paquete de delitos. Había pedido permiso y viáticos para ir a Guatemala, en misión oficial, pero fue a Perú, en misión privada. Viajó a Lima en su carácter de pastora evangélica, pero la Constitución dice que los legisladores tienen vedado actuar en la vida propia de cualquier credo. Hacia el interior de su iglesia, del partido al que representa y del Congreso, su accionar mostraba la precariedad de su amor al prójimo, el desapego a la ética partidaria y la infidelidad hacia todos los códigos, al rendir cuentas de gastos inexistentes.
La prensa, en general no muy apegada a los valores democráticos, entendió que no estaba ante un hecho cualquiera, y advirtió que “los políticos deben entender que hay hartazgo ciudadano” (Última Hora). O que “lo actuado es un mensaje que toda la clase política debe entender” (ABC Color). Todos los medios pusieron énfasis en dirigirse a la “clase política” (ver aparte). Lo que nunca dijeron es dónde estaban el hartazgo y el mensaje, porque el hartazgo existe pero la presencia ciudadana brilló por su ausencia. De lo que se trató fue de un acto de autodefensa de los legisladores, que también echaron a otro senador y a dos diputados, uno por corrupto y los otros por haber viajado al encuentro pentecostal de Lima.
Bajac pertenece al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y en su nombre integraba la Comisión Bicameral de Presupuesto. Está casada con el pastor Hans Penner –un ciudadano paraguayo hijo de un pastor menonita canadiense–, líder de la iglesia Portal del Cielo, del Ministerio Internacional Portal del Cielo y Casa de Dios. Ella misma es pastora y ocupa el segundo lugar en la jerarquía de la congregación pentecostal, aunque estaba con licencia por las razones constitucionales señaladas. Gracias a su peso dentro del PLRA logró incluir a su iglesia entre las que recibe financiamiento del Estado, 150 millones de guaraníes (unos 24 mil dólares) que fueron depositados en la cuenta personal del pastor Penner, su esposo.
El viaje de Bajac y los demás legisladores –parte de una numerosa comitiva evangélica– fue para participar del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, que bajo el lema “No te metas con mis hijos”, se realizó entre el 12 y el 14 de marzo. La ex senadora, que fue imputada por la Fiscalía por la comisión de múltiples delitos, incluido el de tentativa de lesión grave y asesinato, era conocida por sus posiciones extremas de condena al aborto legal y la homosexualidad. En los dos actos de apertura de los períodos de sesiones (2018 y 2019) en los que le tocó actuar, interrumpió la solemne sesión para improvisar una plegaria y agradecer a Dios por el inicio del nuevo período. De pie, con los brazos en alto y los ojos entrecerrados, con la complicidad de todos menos el bloque del Frente Guazú del ex presidente Fernando Lugo, la entonces senadora miró hacia el cielo raso del recinto para “agradecer al señor y pedirte, señor, que nos des sabiduría, señor, para ocupar dignamente este lugar, señor”. Así dice, en la versión taquigráfica de la sesión del Senado del 1/7/2019.
La ex senadora y los otros tres legisladores expulsados entre el 14 y el 20 de abril integran un grupo de nueve cesados desde 2018, inicio de la legislatura. Sobre 125 (80 diputados y 45 senadores), hacen casi el 8% de los electos el 22/4/2018. En la familia, María Eugenia no es la única con una vida cargada de nubarrones. En abril de 2015, cuando cuatro de los nueve jueces de la Suprema Corte –Miguel Óscar Bajac, uno de ellos y padre de la ahora ex senadora– fueron sometidos a juicio político, el papá de María Eugenia fue cesado, responsable por los delitos de tráfico de influencias y complicidad con el narcotráfico.