La crisis civilizatoria es la de un modo de producir y consumir que amenaza la vida del planeta, aumenta crecientemente el calentamiento global, ensancha la desigualdad entre personas y países pobres y ricos, alimenta los tráficos y lavados de dinero en paraísos fiscales y las migraciones masivas e irregulares, monopoliza la revolución digital y la intercomunicación entre las personas. Además debilita las fronteras que se habían construido lentamente a lo largo de siglos entre la moral de lo privado y la ética de lo público. Sustituye la difícil experiencia de construir consensos internos e internacionales por la actual tendencia a la polarización.
La expresión concentrada de esa crisis y sus causas es que la meta de reducir el calentamiento global sea alcanzar los guarismos que el planeta tenía en la sociedad preindustrial.
El secretario general de la ONU ha planteado la agenda de los problemas en la 76 asamblea general del organismo. Señaló las cuestiones principales que dividen al mundo: la división por la paz; la división por el clima; la división entre ricos y pobres; la división por el género; la división digital y la división generacional.
António Guterrez ha propuesto una agenda común marcada por la interdependencia, la transparencia, el multilateralismo, la confianza. Sobre esas bases se puede reestablecer la esperanza y pasar a la acción en el mundo.
Hay que añadir que el diagnóstico y la terapia de Guterrez está complejizada por las consecuencias múltiples de la pandemia, el desprestigio mundial de la política, el retroceso de la práctica de la solidaridad, el renacimiento de las visiones anticientíficas para negar la necesidad de las vacunas, y el resurgimiento de neofascismos enmascarados de ultraliberalismos en la vida social y política.
Una exfuncionaria de una red social denunció en el senado de Estados Unidos que los monopolizadores privados del progreso digital privilegian las utilidades. Y que no valoran la lucha por la verdad, la ética, principios fundacionales de la democracia americana. Eduard Snowden, exiliado en Rusia, arremete contra el dueño de Facebook, Mark Zukerberg, por sus explicaciones sobre el apagón digital reciente. Tales hechos aumentan la crisis de la desesperanza que circula por el mundo.
El expresidente de Colombia, Ernesto Samper, expone en una cátedra internacional que la descriminalización progresiva de las drogas muestra el fracaso de la llamada guerra universal contra las drogas que inició Nixon, pero no soluciona el tema. Agrega que el terrorismo, cuando se confunde con las protestas sociales legítimas, aumenta el armamentismo y el carácter represivo de los estados latinoamericanos. Como consecuencia, América Latina se ha convertido en un gran mercado de venta de armas ligeras exportadas desde Estados Unidos donde su venta es libre.
Varias de las múltiples contradicciones y vicisitudes de la crisis civilizatoria serán confrontadas en procesos electorales próximos en América Latina. El solo hecho de que diriman el poder en elecciones pacíficas y transparentes será un capítulo destacado de la Agenda Común que la Secretaría de la ONU propuso en la asamblea general. Ahora se impone luchar para que esas elecciones reúnan los requisitos básicos de certidumbre en las instituciones que los administrarán.
En Centroamérica habrá elecciones próximas en Honduras y Nicaragua. En Honduras el hegemonismo del Partido Nacional está severamente cuestionado por temas de dirigentes involucrados en narcotráfico y un expresidente de ese partido mencionado en los Pandora Papers. En Nicaragua el régimen de Daniel Ortega persigue a todos los líderes opositores con distintos argumentos. El caso más escandaloso es el del escritor Sergio Ramírez, ex vicepresidente del primer gobierno sandinista.
En Argentina el gobierno se enfrentará en noviembre contra las fuerzas que lidera el fracasado expresidente Mauricio Macri, autor del más grande proceso de endeudamiento “sin obras” que registra la historia del FMI.
En Venezuela, el cuestionado gobierno de Maduro se enfrentará con la dividida oposición, cuya fracción extremista liderada por Juan Guaidó está debilitada. La UE y el Centro Carter anuncian su probable participación como observadores del proceso.
En Chile hay múltiples opciones para las elecciones de noviembre. Pero los hechos más destacables de la política nacional actual son la acusación constitucional contra el presidente Sebastián Piñera por sus manipulaciones, en ejercicio de la presidencia, para favorecer amigos y socios en una inversión, sacrificando la ecología y el honor del cargo de presidente de Chile. Y el crecimiento del candidato Katz, un defensor de Pinochet, es el ejemplo de ultraliberal neofascista.
En Ecuador el presidente Lasso, aparecido en las denuncia de los Pandora Papers, expone con claridad que no tiene inversiones en el extranjero desde que apareció una ley que prohibía ese hecho para candidatos presidenciales. Y acepta someter todos sus bienes y recursos al escrutinio de la contraloría y de la comisión de fiscalización del Congreso. Desafía a los líderes políticos prófugos y no prófugos a demostrar de donde provienen los inmensos recursos que, afirma, exhiben en sus campañas de desprestigio opositor.
Lasso se enfrenta a un creciente obstruccionismo asambleario. Sus partidarios y simpatizantes demandan la recurrencia a las formas de democracia directa que la institucionalidad contempla para modificar la correlación de fuerzas en el estado y enfrentar con el mismo éxito que la vacunación masiva los desafíos de la reactivación para generar empleos y oportunidades, del crecimiento de los rasgos propios de un narco estado, sin efectivo control de las cárceles y combatir con mayor eficacia la corrupción, convertida en “modo de ser” de las entidades estatales a lo largo de los últimos lustros.
En Brasil, el país de mayor territorio en América Latina, el gobierno ultraliberal y neofascista de Bolsonaro tiene un ministro de economía y un presidente del banco central señalados en los pandora papers. Y el 2022 se fija el objetivo de derrotar a Lula, el exitoso expresidente, que aumentó como nadie las clases media en Brasil y a quien se intentó eliminar de la política con la más descarada y vergonzosa operación de lawfare que enfrentó y derrotó sin abandonar su país.
Lula y varios de los personajes que se confrontan con las vicisitudes de la crisis civilizatoria y la pandemia deben recordar las palabras de Ghandi “Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si el mundo fuera a durar para siempre”.