La deforestación de la Amazonia brasileña volvió a crecer en marzo, cerrando los primeros cien días de Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva con uno de los peores índices de los que haya registro, en un alza que organizaciones ambientalistas responsabilizan a la desregulación ambiental que hubo durante los cuatro años que gobernó Jair Bolsonaro.
Entre enero y marzo de este año, la destrucción de la Amazonia brasileña fue la segunda más alta de la serie histórica para ese período, con 844 kilómetros cuadrados destruidos, solo por debajo del dato de 2022, cuando fueron arrasados 941 kilómetros cuadrados, según cifras oficiales difundidas este viernes por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).
Luego de cuatro años de Gobierno bolsonarista, que según expertos debilitó regulaciones y organismos de protección ambiental, la mejora en los índices de deforestación podría demorar, evaluó la ONG Vida Silvestre Brasil (WWF). «Los datos muestran que existe un escenario complejo frente al debilitamiento del control de la región y el discurso favorable a la ilegalidad de los últimos años», explicó Mariana Napolitano, gerente de conservación de la ONG.
Revertir las políticas de deforestación
Desde su elección, Lula prometió revertir las políticas ambientales de su antecesor y erradicar la deforestación ilegal. «Aunque el actual Gobierno haya demostrado su intención de combatir la deforestación con mucha seriedad, llevará tiempo modificar el escenario», agregó la experta de WWF-Brasil.
En su primer día de mandato, Lula firmó una serie de decretos para anular medidas perjudiciales para el medioambiente, crear un grupo de trabajo para combatir la deforestación y reactivar el Fondo Amazonia, iniciativa financiada con donaciones extranjeras que estaba suspendida desde 2019. Antes de asumir, viajó a la cumbre del clima en Egipto, donde fue invitado especial, y se comprometió a luchar «muy fuerte» contra la deforestación, al tiempo que se propuso como anfitrión de la conferencia climática de 2025.