En medio de la crisis sanitaria por la pandemia, en Bolivia hay cadáveres abandonados en las calles, en autos, en viviendas. En menos de una semana, entre el 15 y el 20 de julio, los efectivos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) recogieron 420 cadáveres en cinco departamentos del país andino-amazónico. En La Paz se retiraron 141 del total y en Santa Cruz de la Sierra, 191.
Al menos cuatro de cada cinco se consideran sospechosos de haber contraído el Covid-19. El director nacional de la FELCC, coronel Iván Rojas, explicó que se teme por la salud de los efectivos que acuden a recoger los cuerpos. Sospechan que al menos en el 85% de los casos, la causa de la muerte fue el contagio del Covid-19.
Desde el 1 de abril hasta el 19 de julio, las autoridades forenses han recogido en todo el país 3016 cuerpos entre sospechosos y confirmados de ser portadores del Covid-19. “La mayor incidencia se puede decir que está en Miraflores (barriada de La Paz), pero es porque tenemos los centros médicos allá y muchos de los levantamientos se realizan en la puerta de estos”, indicaron desde el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF).
Por su parte, el gobierno de facto comandado por la beniana Jeanine Áñez ha confirmado hasta el momento unos 2273 fallecidos a causa del Covid-19. Entre los 62 mil contagiados por el virus se encuentran la usurpadora Áñez y buena parte de su Gabinete: el ministro de la Presidencia, Yerko Núñez; la canciller, Karen Longaric; el ministro de Economía, Óscar Ortiz; la ministra de Salud, Eidy Roca; el ministro de Minería, Jorge Fernando Oropeza; los viceministros de Coordinación y Gestión Gubernamental, Israel Alanoca, y de Coordinación con los Movimientos Sociales, Jorge Luis Vacaflor; el presidente del Banco Central, Guillermo Aponte. En mayo se habían infectado el ministro de Defensa, Luis Fernando López, y su colega de Medio Ambiente, María Elva Pinckert. Si así cuidan su salud, cómo van a planificar políticas públicas para enfrentar la crisis sanitaria, económica y social que llegó con el coronavirus. Eso sí, se atienden en las mejor clínicas del país y muchos ya están curados.
En el otro extremo, con hospitales colapsados y sin respiradores, sin elementos de bioseguridad para los trabajadores de la salud, los bolivianos y bolivianas de los sectores populares mueren sin atención del Estado en sus casas. También en la calles.