Corea del Sur dio un giro tras la elección de Yoon Suk-yeol como presidente. El candidato del derechista Partido del Poder Popular (PPP) ganó el miércoles pasado con el 48,56% de los votos frente al oficialista Lee Jae-myung, que obtuvo el 47,83 por ciento. Fue un resultado ajustado después de una campaña desgastante y particularmente virulenta, en la que Yoon acusó a Lee de usar las mismas tácticas políticas que Hitler y Mussolini, y el Partido Democrático (PD) de Lee tachó a Yoon de dictador.
El futuro presidente surcoreano presume de haber enviado a la cárcel a la exmandataria Park Geun-hye y a su antecesor, Lee Myung-bak, por exigir sobornos a Samsung y al Servicio de Inteligencia Nacional. Como jefe de la Fiscalía de Seúl también cayó sobre otros funcionarios –incluyendo al titular de la Corte Suprema– y a diversos empresarios. Y ya como fiscal general fue por el exministro de Justicia, Cho Kuk, una figura cercana al presidente saliente, Moon Jae-in.
Así, Yoon Suk-yeol construyó la imagen de un hombre implacable que daba el salto a la política para liderar una cruzada nacional contra la corrupción. Poco importaba que su mujer hubiera sido acusada de lo mismo que Park y Lee Myung-bak. Yoon lo desmintió y a su vez prometió que investigaría a Moon apenas dejara el cargo. Antes de presentarse había sacado del juego a Cho, uno de los favoritos de Moon para sucederlo, y después aprovechó a su favor el clima generalizado de polarización y desencanto.
Entre Yoon y Lee hubo menos de 250 mil votos de diferencia. Lo cierto es que ningún candidato logró entusiasmar a los votantes, más preocupados por el precio de los alquileres o la recuperación pospandemia que por los insultos cruzados de un partido a otro. “Será un desafío a su legitimidad. La mitad del electorado le está diciendo a Yoon que no comparte su política”, dice María del Pilar Álvarez, experta en Estudios de Corea y el Este de Asia por la Universidad Yonsei de Seúl.
“El país tiene muchísimo trabajo informal, altos índices de pobreza entre los sectores de mayor edad y comerciantes golpeados por la pandemia. A Moon le ha tocado imponer muchas restricciones y las demandas socioeconómicas que formaban parte de la agenda de gobierno quedaron postergadas”, explica la politóloga. Pero Yoon defiende la idea de un Estado menos protagónico, orientado a reducir la inversión en áreas sociales y que sea capaz de delegar en las empresas el rol de apuntalar el desarrollo económico.
El Partido del Poder Popular persigue una transformación en todos los aspectos. Las diferencias con el gobierno de Moon sobrepasan las cuestiones sociales, culturales y económicas. Yoon quiere redefinir la política exterior de Corea del Sur, y ya avisó que reforzará aun más la relación estratégica con Estados Unidos. En la práctica significa terminar con los lineamientos de Moon.
El presidente saliente es un abogado de Derechos Humanos, hijo de norcoreanos que escaparon al Sur durante la guerra que dividió a la península en 1953 y un promotor del acercamiento con el Norte. Su sucesor, en cambio, prometió una “respuesta firme” ante las pruebas de misiles de Corea del Norte, lo que podría seguir deteriorando el vínculo a ambos lados de la frontera.
“El Partido del Poder Popular y el Partido Democrático tienen diferencias sustantivas con respecto a Corea del Norte, es decir, cómo encarar las relaciones con el Norte y qué significa la reunificación. También hay diferencias muy marcadas con Japón y con China. Cuando asume un presidente del PD, la tendencia es a mejorar las relaciones con el Norte a través de la ‘política del sol’, que ha disminuido las tensiones militares y aumentado la cooperación”, señala Álvarez.
Además, la académica subraya que cuando gobierna el partido de Yoon suele “haber muchos problemas entre las Coreas”, algo que podría generar inestabilidad en la zona. “Corea del Sur tiene su soberanía militar intervenida por la guerra de Corea, cuando negoció su política de seguridad con EE UU, que tiene la última palabra. El PD sabe equilibrar esta realidad con unas mejores relaciones con el Norte y buenas relaciones con China. El gobierno de Yoon puede no facilitar las relaciones con el Norte, lo que agravaría el escenario actual, porque estamos ante una reconfiguración del orden global”, apunta.
Se trata de un riesgo latente, sobre todo cuando Yoon respaldó la idea de un “ataque preventivo” contra Corea del Norte. Las consecuencias de una acción semejante serían impredecibles. Con todo, cuando el 10 de mayo se convierta en comandante en jefe, Yoon podría encontrarse con un escenario más complejo y menos propicio para sus políticas. En el plano interno, recibe un país polarizado. “El ánimo de recambio es relativo. Corea del Sur no tiene reelección y Moon no pudo buscar un segundo mandato. Su gobierno estuvo marcado por la pandemia”, recuerda Álvarez. «
En contra de la igualdad de género
Recién el 29 de junio de 2021, Yoon Suk-yeol anunció oficialmente su candidatura en las elecciones presidenciales de 2022 y se inscribió en la Comisión Nacional Electoral como candidato independiente. Poco después, el 30 de julio, se unió oficialmente al Partido del Poder Popular. Nació en la ciudad de Seodaemun el 18 de diciembre de 1960. Está casado con Kim Kun-hee. Es abogado de profesión. Estudió en el Choongam High School y en la Universidad Nacional de Seúl
Es esencialmente un conservador. En campaña anunció una asignación mensual para las familias que tengan un hijo. El futuro presidente busca fomentar la natalidad, aunque adelantó que cerrará el Ministerio de Igualdad de Género y Familia, un gesto para los sectores más reaccionarios del Partido del Poder Popular que cargan contra el feminismo.
El propio presidente electo en persona, hace pocas horas, llegó a atacar al movimiento de mujeres por tratar a los varones como “potenciales violadores” y negó que exista una discriminación estructural basada en el género.