Entre el jueves, ayer y el miércoles próximo, las calles de Bogotá y otras ciudades de Colombia volvieron a ser centro de protestas contra el gobierno de Iván Duque, a un año de las masivas manifestaciones convocadas por el “Comité Nacional del Paro”, que exigieron un cambio de rumbo económico, social y ambiental. Con esas demandas aún insatisfechas y la permanente amenaza a la paz que implican los asesinatos de líderes campesinos y exguerrilleros; sindicalistas, estudiantes, profesores, médicos, excombatientes de las FARC y opositores al gobierno marcharon el jueves, protegidos con barbijos y bajo una incesante lluvia que redujo significativamente la convocatoria.
La economía en Colombia marca un deterioro desde el comienzo del gobierno derechista de Duque, situación que empeoró con la pandemia del Covid, para un país que tiene 50 millones de habitantes y ocupa el quinto lugar con mayor número de muertos (34.563) y el tercero en contagios (1.218.003).
Pero una de las cuestiones más acuciantes es la creciente acción de grupos paramilitares, sin duda por el vacío estatal creado ante el incumplimiento de los acuerdos de paz de 2016. Según el observatorio independiente Indepaz, el rebrote de la violencia dejó 74 masacres en lo que va de 2020. Además, 241 excombatientes y firmantes del histórico pacto fueron asesinados en los últimos cuatro años. Expertos señalan al Estado colombiano por no haber tomado el control de los territorios dejados por los rebeldes, lo que facilitó el fortalecimiento de nuevas organizaciones que se disputan el negocio de la coca. «