El gobierno de Cuba denunció una maniobra de Estados Unidos en la ONU para justificar el bloqueo cuando se avecinaba una nueva votación -que siguiendo la tradición de las últimas sesiones, será casi unánime- de la Asamblea en contra de esa medida tomada en 1962 y que afecta a la economía de la isla.

Este miércoles, como sucede desde 1991, se iba a realizar la votación sobre el reclamo cubano, que en los últimos años había llevado a 191 apoyos a la posición de La Habana y solo dos en contra, el del propio EEUU y el de Israel.

Solo hubo un cambio den 2015, luego de que el entonces presidente Barack Obama reanudó relaciones con el gobierno de la Revolución. En esa ocasión, tanto EE.UU. como Israel se abstuvieron, pero los votos favorables a Cuba permanecieron incólumes: todo el resto del mundo, nada menos, se opone al bloqueo económico, financiero y comercial que en casi 60 años provocó daños estimados en 933.678 millones de dólares en el intento de sofocar la experiencia socialista.

Los perjuicios causados son más sensibles en los sectores de mayor impacto social, como la alimentación, salud, educación, derecho al desarrollo, y daños en el comercio exterior y las finanzas, según los informes oficiales.

Desde que asumió Donald Trump, recrudeció una política que Obama había reconocido como equivocada y el nuevo mandatario echó para atrás muchas de las medidas de alivio y de recuperación del relaciones encaradas por la gestión del demócrata. Por eso en 2016 se repitió el esquema en la ONU: 191 votos contra el bloqueo y dos a favor de Washington.

Ante el nuevo escenario, hace unas semanas la embajadora de EEUU en ese organismo, Nikky Halley, presentó su renuncia alegando cansancio tras cuatro años como gobernadora de Dakota del Sur y dos como representante diplomática.

Pero curiosamente también argumentó que había que saber «cuándo dar un paso al costado». El traslado de la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén y el bloqueo a Cuba son dos cuestiones controvertidas que Halley tuvo que defender a capa y espada.

Ahora, cuando todavía Trump no designó al reemplazante, la representación estadounidense se dio empuje para presentar, en consonancia con el endurecimiento de las relaciones, una serie de ocho enmiendas al documento presentado por la delegación cubana.Esto implica aque deberán votarse primero esas enmiendas y luego la demanda cubana.

Para el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, se trata de «crear un pretexto para endurecer el bloqueo y tratar de presentar la ilusión de que hay apoyo internacional a esa política. EEUU busca disturbar, consumir tiempo, crear confusión y dificultar la adopción de la resolución que pide el fin del bloqueo contra Cuba», declaró a la prensa.

En un tuit, el nuevo presidente cubano, Miguel Díaz Canel, escribió que la Casa Blanca intenta «manipular a la opinión pública, a los Estados y debilitar el apoyo de la comunidad internacional a la Resolución contra el bloqueo».

«El año pasado, revertimos la política de Obama sobre Cuba en la ONU, que no defendía a Estados Unidos cuando Cuba nos condena», se justificó ante la agencia AFP un diplomático estadounidense que pidió mantener el anonimato. «Este año, damos un paso más, usando enmiendas para ilustrar por qué nuestra posición contra la dictadura cubana aún existe», agregó.

Para tener en cuenta de qué vienen esas enmiendas que propone el gobierno de Trump, una de ellas habla de poner fin a las restricciones a la libertad de prensa, otra señala que La Habana viola las metas de desarrollo sostenible de la ONU por la «ausencia de mujeres en los órganos de tomas de decisiones más altos». También señala la falta de independencia judicial y la prohibición del derecho a huelga.

A días de la elección de médio término, crucial para que Trump pueda mantener el control de ambas cámaras legislativas, esta chicana parece un intento por seducir a los grupos anticubanos que todavía pululan en Miami y a los votantes más extremistas.