Cuando habla Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta Ramos enseguida se le saca la ficha de argentina, por el fuerte acento porteño. Sin embargo la marquesa de Casa Fuerte nació en Madrid. Eso sí, vivió entre los 7 y los 18 años en Buenos Aires, donde estudió en el exclusivo Northlands School, de Olivos. Egresada luego de Oxford con el título de historiadora, se casó con un descendiente del mecenas del mítico arquitecto catalán Antonio Gaudí, Joaquín Güell Ampuero, con quien tuvo dos hijas. Como se percibe por sus copiosos apellidos, ella misma es heredera del fundador de Mar del Plata. Si se piensa en alcurnia, no hay tantos políticos en España con estirpe semejante. Pero la sangre que le fluye por las venas no solo es azul, sino vehemente, y esta semana fue despedida sin miramiento del cargo de portavoz parlamentaria del Partido Popular. Su crítica a Juan Carlos I lo explica.
Cayetana, por lo demás, es una de las mentes más lucidas de la derecha española y una de las más encarnizadas enemigas políticas de Podemos. Diputada por Barcelona, desde que fue designada como la jefa de bancada del PP, hace un año, su voz tronó en las Cortes en debates con los representantes del partido de Pablo Iglesias, actual vicepresidente de gobierno.
Pablo Casado, el líder del PP, viene tratando de levantar la puntería del tradicional partido español tras la mala gestión de Mariano Rajoy, ante la aparición de Ciudadanos, en la centroderecha, y Vox, que arrea a los sectores franquistas.
La sorpresiva destitución fue anunciada en un tono diplomático: Casado agradeció los servicios prestados y deseó «que siga contribuyendo a este proyecto». Pero la marquesa no es de callarse la boca. Para ella, más allá de nimiedades, lo fundamental es que el PP “no parece entender la necesidad de desarrollar una batalla cultural” que reconstruya “los valores de la Ilustración”. En ese espacio, no entran los nacionalismos -sectores catalanistas, vascos o galleguistas- y mucho menos la izquierda populista de corte sudamericano de Unidas-Podemos, en La Moncloa desde que se conformó una alianza con Pedro Sánchez y el PSOE. “Se necesita un gobierno de concentración constitucionalista”, repite. “Pero el PSOE hizo una coalición ultra con un partido rabiosamente radical, otro que participó en un golpe de Estado y los herederos impenitentes de una organización terrorista”. Chicanea al partido catalán ERC y a los nacionalistas vascos que sustentan a Sánchez-Iglesias en el parlamento.
Las diferencias entre Cayetana y Casado se ahondaban, en forma y contenido, pero la gota que rebalsó el vaso fue su declaración sobre la huida del emérito a raíz del escándalo Corina Larsen. “Su salida de España es un error y perjudicó al rey Felipe VI, que a lo largo de su reinado demostró siempre una actitud ejemplar, profesional y valiente”, dijo. Casado, en cambio, defendió al Borbón, y le atribuyó un rol determinante en la consolidación de la democracia española