El abogado, profesor de Derecho e histórico militante Carlos Raimundi será el embajador de la Argentina ante la Organización de Estados Americanos. Su designación llega en un momento en que el organismo multilateral está siendo receptor de varias de las posiciones más conservadoras en la región y también escenario de encendidos debates, como pocas veces en su historia. Al presentarse ante el Senado para la aprobación de su pliego, Raimundi aseguró que su gestión estará orientada a «defender los valores que hemos defendido toda la vida: la autodeterminación, la defensa de recursos y la calidad de vida de los pueblos».
–¿Cómo están en juego esos valores hoy en la región?
–Hay grandes intereses externos que han pretendido siempre apoderarse de la renta de nuestros recursos y del otro lado hay una lucha de los pueblos para defenderlos. Está muy claro que la aplicación de proyectos neoliberales ha favorecido el saqueo, la fuga de capitales; la Argentina es un ejemplo de la cantidad de dinero que hay en el exterior de las principales fortunas del país. Y en este momento hay varias áreas de nuestra región que están expresando su hartazgo de la aplicación de modelos de explotación, de sometimiento, así que la calidad de vida de nuestros pueblos ha sido motivo de una lucha constante en la región. En este punto la Argentina puede transmitir, por una coyuntura que lo permite, un mensaje de cómo pudimos lograr cierta unidad de los sectores populares para combinar la movilización callejera con institucionalidad política, de manera que los procesos que en este momento están presentes en Ecuador, Colombia, Chile, también en Bolivia por un proceso electoral limpio, puedan organizarse políticamente y disputar el poder. El tercer punto es que, históricamente, existieron sectores de poder que prefirieron el alineamiento de la región con una potencia extranjera, un poder de turno. Y también existimos fuerzas nacionales y populares que seguimos creyendo en términos como la autodeterminación, la soberanía, porque si no, sería reproducir el esquema histórico del colonialismo.
–¿Lleva un mandato con respecto al golpe y las próximas elecciones en Bolivia?
–No he conversado con las autoridades sobre eso aún. Sí seguir la línea de nuestro presidente, que fue muy responsable al preservar la integridad física y la capacidad de expresión política de Evo Morales y los principales dirigentes. El gobierno no ha reconocido la legitimidad de quienes están ejerciendo el poder por la fuerza en Bolivia. Me genera alguna duda que tal como está planteada en este momento, la OEA pueda ejercer un papel que garantice la transparencia de las elecciones o exija la constitución de un tribunal electoral lo suficientemente limpio como para evitar proscripciones. Creo que en los últimos viajes del presidente se puso a la Argentina en un lugar de seriedad, razonabilidad, en cuanto a su política exterior, que quizá la convierta en un buen interlocutor para reclamar la observación internacional de las elecciones en Bolivia, más amplia, no específicamente de la OEA teniendo en cuenta la responsabilidad que tuvo en sembrar un clima de fraude que fue un gran argumento que utilizaron las fuerzas policiales y militares para acelerar la destitución de Evo.
–En la sesión que aprobó los pliegos de embajadores, los senadores de Juntos por el Cambio votaron en su contra, básicamente por no pronunciarse contra Maduro y a favor de Guaidó como presidente legítimo, una línea que se sostiene desde distintos Estados en la región, concentrados en el Grupo de Lima.
–Lo considero una cuestión no personal sino una sobreactuación de una posición política. No fue ingenuo, fue una situación premeditada de un sector político que históricamente montó escenarios legislativos previamente estudiados para encontrar un canal mediático de sus posiciones. Hay un medio, no recuerdo cual, que dijo que yo hice un discurso de barricada, y la verdad que está el video: yo cuidé mis palabras. Planteé algunas ideas que pueden o no compartirse pero que no me hacen no idóneo. Otro detalle: en ningún momento comparé la situación política de Venezuela con la de Chile…
–Justamente iba a pedirle una aclaración sobre eso.
–Dije que en Santiago hubo denuncias por violaciones a los Derechos Humanos que han sido interpuestas ante la Comisión Interamericana de la misma manera que en otros países. El problema es que no aparecen con la misma dimensión, no porque no fueran igualmente graves sino porque están silenciadas por los medios. No es que ignore las particularidades políticas que tiene la situación de Chile y la de Venezuela.
–¿Cómo se puede ayudar al conflicto en Venezuela, teniendo en cuenta que el gobierno de Maduro se retiró de la OEA y el proclamado de Guaidó tiene un asiento allí?
–Aceptamos que esa representación tiene un reconocimiento mayoritario pero no es la posición del actual gobierno argentino. Y respecto del conflicto creo que hay un par de ejes inamovibles, que son la necesidad de un diálogo, evitar cualquier tipo de injerencia externa, salir de cualquier amenaza, sanción, intervención del TIAR, por ejemplo, como sí impulsó el anterior gobierno, y que la solución tiene que encontrarse a través de un encuentro racional de las posiciones. Porque no creo que sea positivo para Venezuela ni para ningún país el sostenimiento en el tiempo de una sociedad partida en sectores irreconciliables, porque eso conlleva a un estado crónico en conflicto que pone a la región en riesgo de asimilarla a la conflictividad que están viviendo otras regiones del mundo y eso es absolutamente negativo.
–La OEA suele manejarse con una agenda impuesta por las ideas predominantes, ¿cree que debe haber otra agenda?
–En primer lugar, completar esta agenda política. Y para aquellos que se manifestaron tan preocupados por las violaciones de ciertos derechos, atender esa misma situación en otros países. Detenciones, actos de violencia, persecución, represión policial a manifestaciones. Eso está sucediendo en varios países de la región y la CIDH debería intervenir de manera más integral y no únicamente sesgada. Después, hay áreas específicas que tienen que ver con las políticas de género, hacia los pueblos originarios, a las poblaciones afrodescendientes, contra la discriminación, en que la Argentina es muy escuchada por la calidad de su legislación y es muy importante que podamos transmitir esa experiencia para incidir sobre los estándares regionales. «
El voto argentino en las elecciones en la OEAProbablemente la primera experiencia de Carlos Raimundi como embajador ante la OEA sea el 20 de marzo, acompañando al canciller o siendo parte de la asamblea que proclame al nuevo secretario general del organismo. Se trata de un momento clave en que muchas naciones apostarán a un recambio en la conducción frente a la posibilidad de reelección del uruguayo Luis Almagro, de claro alineamiento con los Estados Unidos. Según pudo averiguar Tiempo, el voto argentino, sea por Raimundi o por el ministro Felipe Solá, apoyará a la ecuatoriana María Fernanda Espinoza. Una decisión que sería acompañada también por México, así como algunas naciones del Caribe, entre ellas las que la postularon. Por estos días se estuvo trabajando en la construcción de un «candidato alternativo», frente a la opción de Almagro y del peruano Hugo de Zela. La candidatura de Espinoza apareció para varias naciones como una posibilidad de arrebatarle la conducción al uruguayo, aunque fue rechazada por el expresidente Rafael Correa por considerarla «traidora» y artífice de la guerra judicial contra él en Ecuador.
Malvinas y el Mercosur, temas cRaimundi fue un activo representante del reclamo de soberanía por las islas Malvinas, algo que llevará como tema central a su representación en el organismo. Además fue uno de los impulsores y apuntaladores del proceso de integración regional y el Mercosur. Afirma que aún no se logró en el bloque una institucionalidad que permita a las instancias regionales ser impermeables a sus gobiernos de turno. «Cuando hay gobiernos que promueven la integración productiva, la industrialización, el ascenso social de las clases más desfavorecidas, y hay contemporaneidad de gobiernos con esa mirada como ocurrió hace una década, lleva a un determinado perfil de políticas. Eso implicó en 2005 negarse a formar parte del principal proyecto estratégico de los EE UU que era el Alca. Pero cuando cambia el mapa político la integración pierde ese impulso y se torna en algo que expresa más la apertura financiera, los acuerdos entre firmas sin regulación, es decir se mantiene formalmente la integración pero pierde contenido desde el punto de vista social y productivo», asegura.
Malvinas y el Mercosur, temas claveRespecto a Malvinas, ve algo similar. «No creo que haya modelos que promuevan soberanías o autonomías parciales. Cuando hay un modelo nacional y popular propone la autonomía de decisión en todos los puntos y confronta con los modelos neocoloniales en todos los aspectos. Por lo tanto, si la Argentina anterior fue lo que fue desde el punto de vista de la entrega de riquezas y recursos eso incluye su posición frente a Malvinas. Y un cambio de mirada del actual gobierno implica un cambio de perfil integral que también incluye Malvinas. Haber elevado a la categoría de una secretaría de Cancillería el área de Malvinas es toda una jerarquización del tema».