«Congreso paraguayo convulsiona a su pueblo. Sr. Luis Almagro, Secretario General de la #OEA, ahora, ¿habrá Carta Democrática para #Paraguay?», escribió ayer con ironía el presidente de Bolivia, Evo Morales, desde La Habana, donde se recupera de una operación de laringe. La pregunta al titular del organismo se refería a la aprobación por parte de una mayoría de 25 senadores sobre 45, de manera al menos irregular ya que se hizo fuera del recinto, de una enmienda constitucional que permita la reelección. Pero la pregunta era un tiro por elevación a Almagro, siempre tan presto a convocar a la OEA para tratar los asuntos internos de algunos países miembro como en el caso de Venezuela pero no así con Brasil tras el golpe institucional del Parlamento.
Lo cierto es que el acuerdo entre los senadores del partido Colorado, gobernante, y el progresista Frente Guasú, liderado por Fernando Lugo, expresidente desplazado por el Congreso paraguayo en 2012 y actual senador, persigue la posibilidad de reelección del actual mandatario, el conservador Horacio Cartes, y también la del exobispo. Después de la larga dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), la Constitución de 1992 prohibió la reelección presidencial.
La decisión senatorial, que todavía debe pasar por la aprobación de Diputados (donde el oficialista partido Colorado tiene mayoría) y por un referéndum en un plazo no mayor a tres meses, motivó la reacción del Partido Liberal, cuyos senadores habían ocupado el pleno del Senado. Tras la votación que se realizó en una de las oficinas del Frente Guasú, se desató el caos. Con estribillos tales como «Dictadura nunca más», centenares de opositores ingresaron al edificio legislativo luego de destruir portones, vallas y ventanales, y provocaron un incendio. En el interior del Congreso, saquearon las oficinas de senadores que apoyaron la enmienda.
La represión policial no se hizo esperar y los agentes dispersaron a la multitud con balas de goma, acción en la que resultaron heridos el propio presidente del Congreso, el opositor Roberto Acevedo; el titular del partido Liberal, Efraín Alegre, y el diputado liberal Edgar Acosta, que recibió un proyectil en la boca.
Pero lo más grave fue la irrupción policial en el local de la Juventud Liberal, donde fue asesinado su presidente, Rodrigo Quintana, de 25 años, por un impacto de bala en la cabeza. La violenta jornada se saldó además con 30 heridos, y más de 200 detenidos.
El sábado amaneció calmo con centenares de policías desplegados alrededor del edificio legislativo mientras militares reforzaron la guardia en el Palacio de Gobierno, a dos cuadras de distancia. En medio quedó un tendal de destrozos. Algunas zonas del centro de Asunción amanecieron devastadas como consecuencia de la violencia del viernes a la noche. Las protestas más violentas ocurrieron en la Plaza de Armas, junto al Congreso, una zona que amaneció en estado catastrófico, con autos quemados y escombros en las calles. Además del Congreso fueron atacadas otras oficinas públicas, comercios y viviendas particulares.
Los diputados, que debían sesionar ayer para aprobar la enmienda, prefierieron suspender la sesión debido al caos en el que está sumido el país. «