Los organizadores esperan que la huelga general del próximo viernes contra la reforma a la ley previsional, uno de los caballitos de batalla del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y de su ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, sea masiva y contundente como muestra del rechazo a la pérdida de derechos que crece en torno de las protestas estudiantiles. Por eso, a la dirigencia gremial y social brasileña se le sumaron los jóvenes, que ya mostraron el 15 y el 31 de mayo que son capaces de llenar las calles de las principales ciudades del país. A esto se sumará el apoyo de no pocos camioneros: según una encuesta de la Fundación Perseo Abramo, ligada al PT, el 70% de los transportistas consultados adherirá a la huelga del 14 de junio. El país quedó virtualmente paralizado en mayo del año pasado a raíz de una protesta contra el aumento de los combustibles, en el último tramo del gobierno del golpista Michel Temer.
Ya anunciaron su adhesión la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Central Única de los Trabajadores (CUT), el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MTST), y hasta ahora la Confederación Nacional de los Trabajadores de Transportes y Logística (CNTTL), que nuclea a 700 mil choferes de camiones. La Asociación Brasileña de Camioneros (ABC) lanzó una consulta para resolver por el voto de sus afiliados. No apoya el paro, en cambio, Wanderley Loureiro Alvez, uno de los líderes de aquella huelga de transportistas de mayo de 2018, que se hizo por grupos de WhatsApp. «