Belfast, Reino Unido
El gobierno británico dio este lunes unas semanas más de plazo para que unionistas y republicanos norirlandeses negocien un acuerdo de gobierno, evitando así, en el ultimo minuto, suspender la autonomía en la región.
Hay «unas pocas semanas más para resolver los problemas», anunció en Belfast el secretario de Estado para Irlanda del Norte, James Brokenshire, justo cuando expiraba el plazo para la formación de un gobierno de unidad entre el DUP, unionista y probritánico, y el Sinn Féin católico y partidario de la reunificación con Irlanda.
«Tenemos un pequeño margen para resolver los asuntos pendientes» de acuerdo, que son «culturales e identitarios» añadió, refiriéndose a la demanda del Sinn Féin de dar estatuto oficial a la lengua irlandesa.
Pasadas las tres semanas desde las elecciones para formar gobierno, Londres afrontaba el dilema de suspender la autonomía y gobernar directamente la provincia, alargar el plazo de las negociaciones o convocar nuevas elecciones.
La suspensión de la autonomía hubiera creado una distracción adicional a la primera ministra Theresa May, que el miércoles iniciará la ruptura con la Unión Europea (UE) y este lunes viajó a Escocia para tratar de aplacar las demandas de un referéndum de independencia.
El Partido Democrático Unionista (DUP), partidario de seguir en el Reino Unido, ganó las elecciones regionales de principios de marzo con 28 escaños sobre 90, sólo un escaño por delante del Sinn Féin republicano, partidario de la unificación de la isla de Irlanda, que nunca había tenido tanto poder y quiere verlo reflejado.
En el conjunto de la Asamblea regional, los unionistas son por primera vez minoría, y los republicanos parecen dispuestos a explotar ese flanco, descontentos con la salida de la UE que significará el regreso de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, y el alejamiento de Dublín y la vieja aspiración de la reunificación.
El malestar del Brexit
El DUP hizo campaña a favor de una salida de la Unión Europea, mientras que el Sinn Féin militó en contra, y en el conjunto de la región, al contrario que en el resultado global nacional, ganó la opción por la permanencia.
Los nacionalistas norirlandeses, así como los escoceses, siempre vieron la UE como un contrapunto a Londres.
El Acuerdo de Paz de Viernes Santo, que en 1998 puso fin a tres décadas de un conflicto sectario abierto que dejó más de 3.500 muertos, obliga a los primeros partidos de cada comunidad a gobernar juntos en coalición.
Pero los republicanos se niegan a hacerlo si los unionistas mantienen como candidata a jefa de gobierno a Arlene Foster, sospechosa de corrupción en un programa para promover la calefacción limpia cuando era secretaria de Energía.
Además, quieren estatuto oficial para la lengua irlandesa.
«Los resultados de las elecciones transformaron el paisaje político. La posición de los partidos unionistas y los gobiernos tiene que reflejar ese cambio», dijo Michelle O’Neill, la líder del Sinn Féin, al anunciar el domingo que abandonaban la mesa de negociaciones.
Este lunes, Foster acusó a los republicanos de no estar interesados en un compromiso al no haber acudido a las negociaciones en la jornada.
«Estamos decepcionados», dijo Foster a la prensa. Para formar gobierno «tiene que haber espíritu de compromiso, y desgraciadamente no existió».
Fue la renuncia a principios de enero del viceprimer ministro y figura histórica del Sinn Féin, Martin McGuinness, fallecido la semana pasada, lo que hizo caer al gobierno y propiciar las segundas elecciones regionales en poco tiempo.