Hay 29.594.036 brasileños que este domingo no fueron a votar, el 20,32% de los ciudadanos registrados, mientras que 3.083.055 votaron en blanco. Si es cierto que los 49.275.358 que optaron por Jair Bolsonaro lo hicieron descontentos con el sistema político y en rechazo a la ineptitud de unos más la corrupción de otros, quizás la expresión más radicalizada de ese antisistema esté entre los 32.677.091 que o no sufragaron por decisión propia o no se sienten representados por ninguno. En ese mar de descontentos buscará Fernando Haddad acortar la diferencia que lo separa del ex capitán del Ejército para dar un zarpazo que lo lleve al Palacio del Planalto.
Cierto que la tarea parece ímproba, son nada menos que 17.933.519 votos de diferencia en esta primera ronda y restan apenas 20 días. Es de suponer, por otro lado, que entre los 25.232.351 individuos que eligieron a otros postulantes, habrá un porcentaje importante que se inclinará por Bolsonaro. Pero nada está perdido y se descuenta que los 13.344.074 que optaron por Ciro Gomes y los 617.115 que eligieron a Gilherme Boulos deberían estar más cerca de la fórmula del PT-PCdoB. Ambos ya dieron señales de que no dudarán en el 28 de octubre, pero no son dueño de las voluntades de sus acólitos.
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Matemáticamente, entonces, no está todo dicho, por más que sus opositores vengan con viento de cola. Lo cierto es que el reemplazante del proscripto Lula da Silva sale del túnel para este segundo tiempo con más de un gol en contra y una tribuna hostil.
Este lunes, las acciones de la petrolera estatal brasileña Petrobras registraban en la bolsa de Nueva York una suba del 14,31% y se cotizaban a 15,9 dólares, mientras que el real se apreciaba un 2,2% frente al dólar. En Brasil, el índice Bovespa crecía un 3,22% y se ubicaba en 84.970,63 puntos. Bolsonaro solo necesitó la promesa de designar como ministro de Economía a Paulo Guedes, un neoliberal radical formado en Chicago, para tranquilizar a los mercados, que entre un neofascista y un izquierdista no tienen mucho prurito.Y prometer mano dura y libre portación de armas para que las acciones de Taurus, fabricante de pistolas, se valorizaran un 19%.
Donde parece haber dudas -quizás solo por ahora- es en los medios más influyentes. OGlobo, que fue la herramienta adecuada para destituir a Dilma Rousseff, comprobó la semana pasada que Bolsonaro no será amigable con el multimedio más importante de América Latina. Fue cuando asistió a una entrevista al Rede Record, su contrincante, en lugar del debate donde estaban el resto de los candidatos. Sabe la cadena de la familia Marinho que en caso de llegar a la presidencia, Bolsonaro brindará apoyo al canal del obispo evangélico Edir Macedo, de la poderosa Iglesia del Reino de Dios.
El Estado de Sao Paulo, a su turno, publicó un editorial donde reconoce que «será una elección muy difícil». Porque, agrega, «de un lado estará el derechista Jair Bolsonaro, un truculento apologista de la dictadura militar; de otro, el izquierdista Fernando Haddad (PT), propuesto por un presidiario».
Estas trabas no deberían acobardar al ex ministro de Educación en una tierra que vio cómo once uruguayos en condiciones similares se llevaron la Copa del Mundo en un Maracaná enardecido en 1950 con el solo expediente de la voluntad férrea de un morocho empecinado que envalentonó a un grupo de jugadores desahuciados y sin la menor esperanza de gloria.
Pero aun en caso de lograr la hazaña, no las tendrá fácil en la presidencia. El PT tendrá la mayor bancada en la cámara de diputados, con 57 bancas. Mala señal, en la actual cámara baja, tenía 70 diputados, y venía bajando desde las anteriores elecciones. El segundo partido con más curules será el de Bolsonaro , con 52 representantes. Pero el ex militar sabe que contará con el soporte irrestricto de la llamada Bancada BBB, por Bala, Buey y Biblia, donde se juntan en tres bloques bastante homogéneos, terratenientes , partidarios del uso armas y evangélicos.
Fueron claves para destituir a Dilma Rousseff en 2016 y lo serán para condicionar cualquier propuesta en el futuro. Se necesitará mucha cintura para no terminar como la ex presidenta, o caso contrario estar de su lado sin tapujos. El PT llegó al poder en 2003 mediante una alianza más o menos estable con estos sectores, fundamentalmente con los evangélicos, pero esa sociedad se terminó abruptamente en el 2015 y desde entonces la estabilidad política de Brasil se fue desmoronando.
Ahora, Bolsonaro se jacta de que no necesita hacer ninguna negociación partidaria para llegar al gobierno, una costumbre brasileña desde la recuperación de la democracia. «A mí ya me apoyan más de 260 diputados del bloque ruralista, gran parte del bloque evangélico y de la bancada de la seguridad (policías y militares). En mis cuentas, tenemos aproximadamente 350 diputados que van a estar con nosotros y, en su mayor parte, ellos son honestos”, dijo.
La elección de este domingo muestra que el golpe de 2016 movió la estructura básica de la política brasileña. Candidatos bolsonaristas lograron crecer en distritos normalmente afines a la centro derecha. Un hijo del ex militar, Eduardo Bolsonaro, fue el diputado que obtuvo mayor cantidad de votos en San Pablo en toda la historia del estado, con 1.751.000 sufragios. De 32 senadores que buscaban la reelección, 24 quedaron fuera de la discusión. Dilma Rousseff, a su vez, no pudo obtener una silla en la Cámara de Senadores por Minas Gerais. Las encuestas la daban segura ganadora del primer lugar, y quedó tercera.
De aquí al 28 el debate será, según el planteo del PT, entre democracia y fascismo, civilización o barbarie. Los números no son esquivos y ahora lo que entrará en juego es el rechazo que cada candidato tenga en cada casa, en cada corazón, como para torcer las voluntades más furtivas.
A Haddad le vendría bien que Lula pudiera dar un espaldarazo más fuerte a su «pollo». Pero el Tribunal Supremo de Justicia ya tuvo dos encontronazos muy fuertes hacia su propia interna cuando un juez autorizó dos reportajes que el presidente y el vice del tribunal denegaron.
Lula proscripto y silenciado por los jueces es una muestra de que el partido se juega en una cancha demasiado inclinada. Pero así se dieron las cosas y así las aceptó la agrupación política fundada por el líder metalúrgico en 1980 para que los obreros pudieran tener una voz en el Congreso.