Anunció un New Deal con una fuerte impronta “rooseveltiana” para impulsar la economía de su país, dijo que espera convertir a la nación en una “superpotencia científica”, y tras proponer el lema “Construir, construir, construir”, el mandatario aseguró sin despeinarse -cosa que en su caso cuesta trabajo- que no es comunista. Por cierto, no es un presidente populista argentino sino el primer ministro británico, Boris Johnson, conservador para más datos. El anuncio de una inyección de 5.000 millones de libras a la economía británica se relaciona con la devastación en la actividad producida por el coronavirus, pero empalma con la otra gran preocupación en el Reino Unido que es el Brexit, el divorcio de la Unión Europea.
Desde el distrito de Dudley, donde celebró el empuje de la compañía Westfield Sports Cars -fabricante de vehículos eléctricos y autónomos- como un horizonte a seguir hacia este renacimiento que sueña para el viejo Imperio, Johnson desmenuzo un plan de desarrollo que recibió no pocas críticas desde la vereda de enfrente.
«Es el momento de ser ambiciosos (…) «no sólo nos recuperaremos, sino que avanzaremos, más fuertes, mejores y más unidos (…) este gobierno no está solo comprometido en derrotar del coronavirus, sino en usar esta crisis para enfrentar finalmente los grandes desafíos no resueltos del país en las últimas tres décadas”, fueron algunas de sus frases destacadas.
El plan ultrakeynesiano buscaría, en resumidas cuentas, ayudar a la construcción de 180.000 nuevas viviendas accesibles para trabajadores; mejorar las escuelas públicas y el sistema de salud y construir 40 nuevos hospitales.
Para el plan edilicio plantea aprovechar que miles de locales comerciales cerraron sus puertas por la pandemia para cambiar las normas y construir allí viviendas económicas. Pero también, como quiso demostrar en Dudley, avanzar hacia el desarrollo tecnológico en mercados como el de los autos eléctricos, en el que todos los jugadores están a la misma altura todavía. «Creo que es hora de un enfoque ‘rooseveltiano’ en el Reino Unido», dijo Johnson a la recién inaugurada Times Radio, el medio digital del decano de los diarios ingleses, fundado en 1788.
Los cuestionamientos surgieron desde el laborismo y de la prensa británica, que no olvida que Johnson antes de inmiscuirse en la política, fue periodista. Y que tuvo varios problemas serios por su escaso compromiso con la verdad. Simon Hattenstone, desde The Guardian, trajo a colación que Johson fue despedido en 1988 precisamente del Times por fabricar una cita de su padrino, el historiador Colin Lucas, sobre un encuentro del rey Eduardo II y su amante Piers Gaveston en el Palacio Rosa, en el año 1300. Como el propio Johnson reconoció años más tarde, el Palacio en cuestión fue construido luego de que Gaveston fuera asesinado. Y el padrino no podía haber cometido semejante error.
El historial de Johnson y sus promesas electorales cuando fue alcalde de Londres tampoco lo dejan bien parado, de modo que este anuncio generó incluso burlas entre sus más recalcitrantes opositores. Por si fuera poco, hace algunos días tuvo que salir a enfrentar un escándalo por un contrato inmobiliario con un donante del partido conservador, Richard Desmond, acaudalado ex propietario de los diarios Daily Express y Daily Star que incursionó también en el mundo porno con los primeros canales Hot británicos y las revistas Asian Babes y Nude Wives (Chicas asiáticas y Esposas desnudas, respectivamente). Se trataba de un plan para construir viviendas de lujo a un costo de 1.000 millones de libras en el este de Londres.
Quizás el anuncio del New Deal sea un modo de intentar silenciar las voces escandalizadas por el negocio inmobiliario. Pero no se descarta que también tuviera su peso el endemoniado proceso de separación de la Unión Europea, agravado por los efectos de la pandemia de Covid-19.
El Reino Unido fue uno de los países que al inicio de la pandemia rechazaron la idea de cerrar el país y apuntaron a dejar que ocurriera una inmunidad de rebaño. Pero el propio Johnson resultó contagiado y la pasó mal en una sala de terapia intensiva durante una semana. Salió del hospital agradeciendo al servicio de salud británico, uno de los orgullos de esa nación, pero desmantelado desde el gobierno de Margaret Thatcher, en los 80 del siglo pasado.
La economía cayó en picada desde abril, más de 600.000 personas quedaron sin trabajo, cerraron miles de locales y pymes y el PBI cayó un 20%. Pero lo que es peor, hubo casi 315.000 contagiados y 44.000 muertos por Covid-19, a razón de 631 por millón de habitantes, detrás sólo de Bélgica en ese rubro.
“El Reino Unido deberá asumir las consecuencias de una relación menos estrecha con la UE luego del Brexit”, alertó estos días la canciller alemana, Angela Merkel. Luego de muchas idas y vueltas, Londres salió de la Unión Europea el 31 de enero y ahora negocia con Bruselas el modo de relación con el bloque continental en este período de transición, que termina a fin de año, y lo que ocurrirña a partir del 2021.
El New Deal puede ser la última salida que el queda al gobierno conservador -un giro de 180ª del neoliberalismo thatcheriano- o representa un salto delante de imprevisibles consecuencias. En todo caso, los dados están en el aire.