La pelea de fondo en el Senado de Estados Unidos era por la lista final de testigos aprobados para hablar en el juicio político contra el presidente Donald Trump. Y el que más escozor causaba en el oficialismo es el nuevo enemigo del mandatario, su ex consejero de Seguridad, John Bolton. Pero el presidente puede respirar tranquilo. Por 51 votos contra 49 el Senado, de mayoría republicana, rechazó citar a nuevos declarantes. Ahora confía en que el miércoles terminará esa amenaza legislativa.
De alguna manera, el impeachment puso en blanco sobre negro quiénes son los más interesados en sacar del Salón Oval al polémico empresario inmobiliario. Porque el fiscal de la acusación, el representante demócrata Adam Schiff, comparte con Bolton el excesivo gusto por el olor a pólvora.
Bolton es recordado como un belicista de la primera hora, aunque en lo personal sus opositores no dejan de anotar que cuando estaba en edad para demostrar su patriotismo en Vietnam buscó un subterfugio para quedarse en casa. En el libro de la 25ª reunión de la Universidad de Yale escribió que prefería no ir al sudeste asiático porque “no deseaba morir en un arrozal”.
Expulsado de un modo bastante humillante por Trump en setiembre pasado, luego de varios encontronazos por el apego de Bolton a una salida militar en Venezuela –o más bien por el fracaso de su política de amenazas al gobierno bolivariano- el juicio político se le ofrecía como una sabrosa venganza. Pero se quedó con las ganas.
El proceso para el impeachment determina que la cámara acusadora es la de Representantes y la que hace el juicio la de Senadores. Schiff llevó adelante los cargos por abuso de poder en un intento de Trump por coaccionar al presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, para que investigue los negociados del hijo del ex vicepresidente Joe Biden, Hunter Biden, en una empresa energética. Biden es el precandidato del establishment demócrata a la elección del 3 de noviembre.
Bolton se tomó este tiempo fuera de la administración pública para escribir un libro de memorias de próxima aparición. En esas páginas, dejó trascender, cuenta los pormenores de la presión de Trump a Zelenski para impulsar la causa contra Biden Jr a cambio de un crédito para armas por 391 millones de dólares. Zelenski enfrenta a los secesionistas pro-rusos de Donetsk y Lugansk.
Schiff aparece ante sus seguidores como el impoluto defensor de las instituciones y la legalidad, y es considerado por quienes conocen sus antecedentes como un peligroso belicista. Más aún, investigadores como Branko Marcetic, editor del portal Jacobin, indican que el representante por California mantiene sólidos contactos con la industria militar y que el traficante ucraniano Igor Pasternak juntó fondos para su campaña a razón de 2.500 dólares por cabeza.
Sus aportes actuales provienen de las poderosas Northrop Grumman, Radiance, Raytheon y Lockheed Martin. Todas ellas, como es obvio, muy interesadas en agudizar el conflicto en Ucrania y no por razones geoestratégicas.
Pero los republicanos tienen mayoría en la Cámara Alta y la hicieron sentir en esta votación preliminar que augura una pronta absolución. Con el resultado de que la imagen de Trump se solidifique y Biden termine siendo el mayor perjudicado por una maniobra que trataba de instalarlo como el más adecuado entre los opositores para derrotar al presidente. «