Jair Bolsonaro no se da vencido. Frente a la segunda vuelta electoral del domingo 30 que disputará la presidencia con Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de ultraderecha pone en marcha todo su arsenal para lesionar no solo la figura del expresidente del Partido de los Trabajadores, claro favorito en el balotaje, sino también todo lo que contribuya a sostener la idea de un triunfo y un futuro gobierno, que de conseguirlo, se verá bastante condicionado por una derecha mayoritaria en el Parlamento y las gobernaciones. En apenas dos semanas, Bolsonaro proclamó su intención de meter preso a Lula; de vincularlo, con declaraciones propias y de sus simpatizantes, con el crimen, el narcotráfico y las dictaduras; e intentar sancionar a las encuestadoras que anuncian la victoria del dos veces presidente de Brasil por «prácticas delictivas». Del otro lado, Lula libra una batalla contra las fake news a la vez que promete restaurar derechos conculcados por la derecha bolsonarista, con el claro antecedente de sus gobiernos. Los dos modelos antagónicos se enfrentarán hoy en el primer debate televisivo entre los candidatos, y será la oportunidad para que se respondan las acusaciones mutuas y se ponga en evidencia la campaña de noticias falsas montada por el presidente y su aparato de propaganda.
La polarización se refleja en actos multitudinarios de ambos candidatos, como los de Lula en Recife y Pernambuco y de Bolsonaro en Belo Horizonte, en medio del fragor de una campaña que registra, según dos ONG, un promedio de dos episodios de violencia política por día.
En este tramo final, Bolsonaro profundiza una suerte de «guerra santa” contra “el comunismo», apoyado por sus principales aliados de la Iglesia evangélica y también un sector de la católica. En sintonía, Bolsonaro participó de las celebraciones por el Día de la Virgen. En sus mensajes replica el discurso de que Lula apoya «el aborto, la ideología de género, la legalización de las drogas y la erotización de las crianzas», según un retuit del presidente. Estas obsesiones de la extrema derecha llegaron a tal punto que la senadora electa Damara Alves, exministra de la Mujer, Derechos Humanos y Familia vinculada con el ala más extrema del evangelismo brasileño señaló que «el infierno se levantó» contra Bolsonaro por su «lucha contra las aberraciones sexuales», utilizando argumentos irreproducibles sobre supuestos casos de abusos contra niños esclavizados.
Un diputado nacional del partido de Lula calificó de «producción industrial de fake news» las «mentiras que se multiplican». El legislador Paulo Pimenta, reelecto el pasado 2 de octubre, dijo que los mensajes «tienen un punto en común ya que son diversos personajes que repiten la misma historia. Eso muestra que es una acción organizada y planificada».
La violencia no es solo discursiva. Un informe de las ONG Justiça Global y Terra de direitos publicado el martes asegura que desde comienzos de 2022 hasta la fecha de la primera vuelta indica un total de 247 casos de violencia, incluido el asesinato y otros ataques, amenazas o agresiones. 121 casos fueron registrados solo entre el 1 agosto y el 2 de octubre. Además, el número de episodios violentos se quintuplicó respecto a 2018, año de la anterior elección general.
La cuestión económica tampoco está ajena en el debate, ya que concita una de las principales preocupaciones del pueblo brasileño. En ese sentido, una de las últimas propuestas de Lula para combatir el hambre es la de retomar los controles al abastecimiento de granos que se pusieron en marcha durante su gobierno, para ayudar a regular los precios de los alimentos, a partir del incentivo a los pequeños productores. En su discurso, Bolsonaro asegura que Lula y el PT provocaron la «mayor recesión económica de Brasil» y que su gobierno favorece la creación de empresas gracias a la desburocratización y la reducción de impuestos. Puntos que se podrán poner en contraste en el debate de hoy y en los días sucesivos, en la medida en que se pueda disipar la nebulosa de fake news y discursos de odio.
Una nueva encuesta difundida este viernes por Datafolha afirma que restando los votos en blanco y nulos, el resultado se mantiene en 53% a 47% a favor de Lula, tal como se venía pronosticando. Las encuestadoras son el nuevo blanco de Bolsonaro, quien las acusa de intentar perjudicarlo con sus predicciones. El jueves, la Policía Federal abrió una investigación tras una solicitud del Ministerio de Justicia por posibles «prácticas delictivas», pero el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, suspendió las investigaciones afirmando que los organismos están «usurpando» las funciones de la justicia electoral, y que sus decisiones muestran una posible intención de favorecer al mandatario. Bolsonaro criticó la decisión de Moraes. «Las encuestadores van a seguir mintiendo y con esas mentiras, ¿cuántos votos arrastran para el otro lado? Las personas generalmente votan a quien va ganando», se quejó durante una entrevista.
Por su parte, en su búsqueda de ampliar alianzas con las derechas regionales, Eduardo Bolsonaro, el hijo con perfil más alto del presidente, estuvo esta semana en la Argentina para reunirse con diputados de Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza. «