La derecha boliviana transita la estrategia de consolidar su espectro y, en el mismo sentido, esmerilar la fuerza opositora, el propio MAS de Evo Morales, la Central Obrera Boliviana y los organismos sociales que, juntos, reúnen a una porción importante de los bolivianos, los que alentaban a presagiar una victoria de la fórmula Luis Arce-David Choquehuanca, en las elecciones del 18 de octubre.
Aunque los últimos sondeos arrojan otra conclusión: la derecha estaría logrando su objetivo. Para empezar, crece paulatinamente la figura del paceño Carlos Mesa, expresidente entre 2003/2005. Político, periodista e historiador, moderado, opositor férreo de Evo: aparece con una imagen más seria que la de la actual mandataria, Jeanine Áñez. Si bien él sigue midiendo menos que ella para la primera vuelta de las elecciones, lo novedoso es que suma mucho más en un eventual balotaje: un 47%. ¿Lo suficiente para vencer a Arce (que mide cerca del 46 por ciento)?
Los motivos serían propios y extraños. Por un lado, el desgaste producido por las internas devenidas de las muy masivas protestas con respecto a la aceptación, o no, de la postergación de los comicios (iban a ser el 6 de septiembre) que ahora parece haberse saldado, no sin duras negociaciones. Otro de los “desgastes” es provocado por la campaña oficialista que se centra en Evo. No resulta extraño que el gobierno de facto formalizara una denuncia penal contra el presidente depuesto, debido a la presunta relación que habría sostenido con una joven desde cuando ella era menor de edad.