Tres encuestas a boca de urna de canales de TV israelíes mostraron al partido Azul y Blanco, de Benny Gantz, con una leve ventaja sobre la formación nacionalista Likud, de Netanyahu, tras las segundas elecciones en cinco meses en Israel.
Sin embargo, ninguna de las agrupaciones alcanzaba la mayoría en el Parlamento sin el apoyo de Israel Beitenu, la agrupación del ex canciller Avigdor Lieberman, rival de Netanyahu, repitiéndose así el escenario posterior a los comicios de abril.
Los boca de urna suelen ser imprecisos en Israel, y los resultados definitivos, que se esperan mañana, podrían darse vuelta en favor de Netanyahu. Pero los tres canales de televisión presentaron escenarios muy similares.
El aparente empate técnico predice un periodo de incertidumbre y complicadas gestiones políticas, pero con Netanyahu en una posición negociadora relativamente más débil.
Los partidos podrían verse forzados a integrarse en un gobierno de unidad que podría dejar afuera a Netanyahu.
Gantz, ex jefe de las Fuerzas Armadas israelíes, ha descartado participar de una coalición junto al Likud de Netanyahu en momentos en que se espera que el premier saliente sea procesado por acusaciones de corrupción en las próximas semanas.
Para hacer las cosas más difíciles, Lieberman se niega a sumarse a un gobierno que incluya a los partidos religiosos que apoyan a Netanyahu.
En un discurso ante seguidores tras conocerse los boca de urna, Lieberman dijo que la «única opción» para el país era un gobierno laico y de unidad entre su partido, el Likud, y Azul y Blanco que no se someta a las exigencias de las formaciones ultraortodoxas.
Los sondeos mostraron que el Likud y Azul y Blanco obtuvieron, cada uno, entre 31 y 34 escaños de los 120 del Parlamento. Si se suma a sus aliados, cada bloque quedaría con entre 54 y 58 bancas.
Israel Beitenu sacó entre ocho y diez asientos.
Netanyahu, el político israelí con más tiempo en el cargo de primer ministro, que ha ejercido desde hace 13 años, buscaba un cuarto mandato seguido y el quinto en total.
La atención se posa ahora sobre el presidente israelí, Reuven Rivlin, quien deberá encargar la formación de gobierno al candidato que considere con más probabilidades de lograrlo, tras realizar consultas con líderes partidarios en los próximos días.
Tras votar en Jerusalén, Netanyahu, de 69 años, predijo que la elección sería «muy peleada».
Al sufragar en su ciudad natal de Rosh Haayin, en el centro de Israel, Gantz pidió a los israelíes tener confianza.
«Traeremos esperanza, traeremos cambio, sin corrupción, sin extremismo», dijo.
A lo largo de una abreviada pero alarmista campaña en la que apeló a ataques personales a Gantz y eslóganes considerados racistas, Netanyahu se presentó como un estadista experimentado calificado como ningún otro para dirigir al país en épocas convulsas.
Gantz, de 60 años, trató de pintar a Netanyahu como un político extremista lastrado por el escándalo y la corrupción y presentarse como una alternativa honesta y moderada.
La elección fue el segundo enfrentamiento entre ambos desde que empataron en la de abril.Entonces, parecía que Netanyahu había logrado ser reelecto. Pero Lieberman, su ex aliado devenido adversario, se negó a sumarse a la nueva coalición por la influencia, según él excesiva, otorgada a los partidos judíos ultraortodoxos. Sin mayoría, Netanyahu disolvió el Parlamento y convocó nuevas elecciones.
El Likud defiende la colonización israelí de los territorios palestinos de Cisjordania y la anexión de Jerusalén este, la parte de la ciudad de mayoría palestina, algo rechazado por los palestinos y gran parte de la comunidad internacional.
Gantz propone reabrir negociaciones de paz con los palestinos.