Diplomático de carrera y con una larga prosapia familiar en las relaciones exteriores estadounidenses, Blinken habló claramente sobre el futuro del mundo que analizan las elites norteamericanas. “La mayor prueba geopolítica del siglo XXI es nuestra relación con China». A continuación se sinceró Blinken al decir que el gigante asiático “es el único país con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar seriamente el sistema internacional estable y abierto: todas las reglas, valores y relaciones que hacen que el mundo funcione como queremos”.
Este concepto es propio del modelo político anglosajón, y entiendeque el mundo funciona cuando está de acuerdo a sus intereses. Por eso Blinken desliza que el presidente chino “»Xi Jinping no tiene un hueso democrático en el cuerpo». Entre los que se oponen a esta aspiración “democratizante” también figura la patria de Fiodor Dostoievsky. “Si Estados Unidos no promueve la democracia le hacemos el juego a adversarios y competidores como Rusia y China, que aprovechan cada oportunidad para sembrar dudas sobre la fuerza de nuestra democracia», recalcó, solemne.
Por esta razón, casi en simultáneo, la Casa Blanca anunció nuevas sanciones contra funcionarios rusos como represalia por el encarcelamiento del dirigente opositor Alexei Navalny. Para el gobierno estadounidense, Navalny fue envenenado con Novichok y por eso entre los sancionados figura el director del servicio de inteligencia (FSB), Alexander Bornikov.
Pragmático al fin, el canciller estadounidense aseguró que la relación Washington-Beijing «será competitiva cuando deba ser, colaborativa cuando pueda ser y contradictoria cuando deba ser”, y recalc{o: “nos relacionaremos con China desde una posición de fuerza”.
Como colofón, adelantó que «cuando debamos emprender una acción militar, lo haremos sólo cuando los objetivos y la misión sean claros y alcanzables, consistentes con nuestros valores y leyes y con el consentimiento informado del pueblo estadounidense. Y lo haremos junto con la diplomacia».
La vieja estrategia de Theodore Roosevelt: «habla suave y lleva un gran garrote».