Finalmente, la Administración de Servicios Generales de Estados Unidos (GSA) autorizó a que el equipo de Joe Biden comience la transición hacia el futuro gobierno. Más allá del berrinche de Donald Trump, que insiste en no reconocer el triunfo del demócrata porque, asegura, tiene elementos como para que la justicia determine que hubo fraude electoral en su contra, esto implica que los asesores del candidato demócrata han iniciado el proceso para hacerse de los códigos de seguridad de cada área de la administración pública para llegar, como ultimo paso, a las claves nucleares. Por lo pronto, le habilitaron un dominio .gov para el sitio buildbackbetter (literalmente «reconstruir» mejor, una versión yanqui del “volveremos mejores”). Allí ya volcaron las primeras nominaciones en el futuro gabinete y algunas directrices sobre la gestión que se abre el 20 de enero próximo. (Ver acá)
Las primeras designaciones (ver acá) hablan efectivamente de un regreso, el de viejas figuras que tuvieron participación en el gobierno de Barack Obama. Pero sobre todo, de personalidades ligadas a ese sector de la administración que enfrentó a Trump desde el primer día. Y que recibió golpe a golpe del mandatario, que siempre puso entre sus enemigos al “estado profundo” y a la prensa hegemónica.
La primera figura que se destaca es la de Anthony Blinken como secretario de Estado, de Alejandro Mayorkas como secretario de Seguridad Nacional y Avril Haines en el área de inteligencia. Ellos, junto con el legendario John Kerry, en el área de Cambio Climático y la embajadora en la ONU Linda Thomas-Greenfield, representan un guiño a los aliados estadounidenses del otro lado del Atlántico. Muy golpeados y humillados en estos cuatro años por las políticas aislacionistas del empresario inmobiliario. Pero también representan esos vértices de la industria militar que implican políticas más belicistas que las de Trump.
«La democracia está en retroceso en todo el mundo, y desafortunadamente también está en retroceso en casa debido a que el presidente lleva un dos por cuatro a sus instituciones, sus valores y su gente todos los días», dijo Blinken a The Associated Press en septiembre, cuando arreciaba la campaña electoral. “Nuestros amigos saben que Joe Biden sabe quiénes son. Nuestros adversarios también. Esa diferencia se sentiría desde el primer día». De hecho, Vladimir Putin todavía se niega a reconocer el triunfo de Biden. Devolución de gentilezas ya que los demócratas argumentaron hace 4 años que Hillaru Clinton perdió la elección contra Trump por la injerencia rusa.
El cubano Mayorkas es también otro nombramiento con visos de símbolo político. Nacido en La Habana en noviembre de 1959, se exilió con sus padres por la revolución. «Cuando era muy joven, Estados Unidos nos proporcionó a mi familia y a mí un lugar de refugio. Ahora, he sido nominado para supervisar la protección de todos los estadounidenses y de aquellos que huyen de la persecución en busca de una vida mejor para ellos y sus seres queridos», declaró en su red social. Trump hizo de los ataques de tono racista contra latinoamericanos eje de su campaña en 2016 aunque se apoyó en los cubanos de Miami para su política de reforzamiento del bloqueo a Cuba. Se supone que ahora la Casa Blanca reanudará las relaciones plenas con La Habana, siguiendo la línea de Obama de 2014.
En la Secretaría del Tesoro, un cargo equiparable al de Ministro de Economía, estará Janet Yellen, la primera mujer en ocupar ese puesto. Fue también la primera en la Reserva Federal durante la gestión de Obama y acredita una gran cantidad de lauros en esa disciplina.
Incluso su marido, George Arthut Akerlof, es premio Nobel de Economía de 2001, en un galardón compartido nada menos que con Joseph Stiglitz y Michael Spence. Yellen llegó a publicar algún paper con su esposo sobre “salarios de eficiencia”, donde aplica soluciones no ortodoxas para dilemas como el sueldo laboral. Ella formó parte del equipo que diseñó las políticas de apoyo a los bancos en la crisis de 2008.
Kerry fue senador y en 2004 compitió sin éxito contra George W. Bush. Obama lo llamó a reemplazar a Hillary Clinton en la secretaría de Estado en 2013. Los latinoamericanos lo recuerdan porque rescató una frase que genera repudio y parecía olvidada en gestiones estadounidenses. Fue cuando calificó a América Latina de «patio trasero». Fue, también, el que promovió los primeros boicots contra el gobierno de Venezuela, al incluir al país bolivariano en la lista de peligros para la seguridad estadounidense. Al mismo tiempo promovió la agenda del medio ambiente que culminó en el Pacto de París, repudiado por Trump en 2017.
Blinken, como futuro canciller, garantiza la mesura y los rasgos cultivados de la diplomacia internacional al punto que habla francés con fluidez. Aunque de ninguna manera expresa una esperanza de paz para el mundo. De hecho, junto con Michele Flournoy, a la que muchos ven con el cargo de Secretaria de Defensa, fundaron WestExec Advisors, una consultora secreta en la que también trabajó Avril Haines, ahora nombrada para inteligencia. Ex directora adjunta de la CIA en la anterior gestión demócrata, Haines colaboró en el grupo que diseño el programa de aviones no tripulados.
Hay otro cargo normalmente de mucha influencia en política exterior aunque no con lo mismos galardones, como es el de asesor de seguridad nacional. Por allí pasaron en estos años halcones como John Bolton y antiguamente estrategas como Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski. Allí irá Jake Sullivan, que ya sirvió en el equipo chico de Biden cuando era vicepresidente y es investigador en la Fundación Carnegie para la Paz. Una institución que cuenta entre sus donantes a la Boeing, Northrop Grumman y las FF AA estadounidenses.