Joe Biden sigue en campaña. Superado el engorroso trámite de este lunes en que el Colegio Electoral ratificó el resultado de las elecciones del 3 de noviembre, ahora tiene un escollo no menor. Si es que quiere cambiar algo en Estados Unidos, necesita obtener las dos bancas en disputa para el Senado nacional por Georgia, un motivo suficiente para esquivar la pandemia y visitar ese estado sureño.
La particularidad de ese comicio es que Georgia tiene un sistema de balotaje para senadores, y como nadie obtuvo más del 50% de los votos en la primera ronda, el 5 de enero los ciudadanos deberán dirimir entre los demócratas Jon Ossoff y Raphael Warnock o los republicanos David Perdue y Kelly Loeffler, quienes ostentan actualmente el cargo, de manera que aparecen como favoritos.
La elección es clave porque la cámara alta tiene 100 escaños (dos por estado) y hasta ahora el partido del elefante tiene 50 senadores. Con la camiseta Demócrata hay 46 senadores, pero los dos independientes (Bernie Sanders, por Vermont, y Angus King, por Maine) suelen acompañar al partido del burro.
Un 50 y 50, además de ponerle un poco de sal a la disputa desde el 20 de enero, permitiría el desempate de la vicepresidente Kamala Harris. Un resultado adverso adelanta un bloqueo a las decisiones de Biden que puede sellar el inicio de su mandato, que se presenta como de grandes cambios sobre la agenda que desplegó Donald Trump desde el 20 de enero de 2017. Es que en la Cámara de Representantes (diputados) el tablero terminó 222 a 211 a favor de los demócratas, lo que permite una relativa comodidad a la hora de impulsar las iniciativas del futuro oficialismo.
De allí la importancia de la elección del resultado en Georgia, un estado tradicionalmente inclinado hacia los demócratas pero que en esta ocasión parece haber percibido levemente que se vienen tiempos de cambios. De hecho en noviembre Biden ganó por el canto de una uña: 11.779 votos de diferencia sobre Trump, una increíble diferencia de 0,2% (49,5 a 49,3%).
Es uno de los distritos que el actual presidente pretrendió judicializar y como no pudo, enfureció cuando el gobernador Brian Kempt avaló el resultado de las urnas, contra la voluntad de la Casa Blanca, que aspiraba a obtener los 16 votos electorales correspondientes.
La actitud beligerante de Trump se manifestó a través de un tuit en el que involucró al gobernador y a su secretario de Estado como agentes de China. Subió a su cuenta una imagen de ambos dirigentes con un barbijo con la bandera de la República Popular torpemente dibujada. La red del pajarito anuló la imagen con un mensaje en que asegura que no hubo evidencia de fraude el 3 N.
Pero los senadores se colgaron del discurso de Trump y Kelly Loeffler pidió el voto de los ciudadanos de ese estado para “mantener la línea aquí, el futuro de todo el país depende de estas elecciones y debemos mantener la mayoría en el senado, Georgia debe ser el cortafuegos del socialismo”.
Trump también quedó claramente enemnistado con el fiscal general, William Barr, quien la semana pasada indicó que no había ninguna evidencia seria de fraude en las elecciones. Lo que dejó al presidente sin el único argumento que le hubiera permitido alargar la incógnita sobre la designación de Biden. Este lunes, luego de que el demócrata fuera ungido por el Colegio Electoral, Barr -que había dado grandes demostraciones de lealtad a Trump en controvertidas interpretaciones de las leyes- terminó por renunciar ante el vendaval de críticas del Salón Oval.
Lo acompañó a la puerta del cementerio, pero le resultaba difícil seguir con esa estrategia que en ningún estado se pudo mantener. Lo apoyó con relación a las condenas a muerta aceleradas en las últimas semanas, y estuvo dispuesto a utilizar las fuerzas federales para contener las protestas contra la violencia policial, o en declarar a Nicolás Maduro jefe de una banda de narcotraficentes, entre otras cuestiones. Pero todo tiene un límite.
Hasta el jefe de la bancada republicana del Senado, el ultraconservador Mitch McCoinnell, se despegó de un líder que se hunde irremediablemente por negarse a admitir la derrota. “Nuestro país tiene oficialmente un presidente electo y una vicepresidenta electa. Muchos millones de nosotros esperábamos que la elección presidencial arrojara un resultado diferente. Pero nuestro sistema de Gobierno tiene procesos para determinar quién tomará posesión el 20 de enero. El Colegio Electoral ha hablado. Así que hoy quiero felicitar al presidente electo Joe Biden», afirmó en veterano dirigente político.