La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se sumó a sus pares de Colombia, Venezuela, Cuba y Honduras y condenó el atentado que sufrió Evo Morales durante el fin de semana. «Nuestra solidaridad con Evo Morales y siempre un llamado a evitar la violencia», dijo la mandataria mexicana en su habitual rueda de prensa matutina. «Siempre que sea la paz y la política, está para eso, para evitar la violencia», insistió. Resulta llamativo que solo de ese sector de la centroizquierda hayan salido mensajes de apoyo al líder boliviano.
Mucho más importante es este apoyo cuando a principios de octubre el gobierno argentino le sacó a Evo Morales el estatus de refugiado político que le había concedido Alberto Fernández en diciembre de 2019, en el momento en que Evo había tenido que escapar de su país para no ser víctima de las bandas fascistas que habían tomado el gobierno tras el golpe de octubre. Esa vez la vida de Morales fue salvada por el gobierno mexicano y luego pudo refugiarse en Argentina.
El domingo, Morales denunció haber sido víctima de un atentado contra su vida, cuando el vehículo blindado en el que viajaba y otro que actuaba como escolta fueron emboscados por dos automóviles que les dispararon al menos en 14 ocasiones, impactando una de las balas en una llanta en un intento de detenerlo.
El expresidente dijo que el atentado fue una operación militar y policial que fracasó y pidió la presencia de una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para investigar los hechos.
El primer mandatario de Bolivia, Luis Arce, quien fuera su ministro de Economía, su delfín y ahora se convirtió en su enemigo político, aseguró que había instruido una «investigación inmediata y minuciosa» y reafirmó el compromiso del Gobierno con la democracia y la convivencia pacífica.
Sin embargo su ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo del Castillo, dijo que desde los vehículos en que viajaba Morales se disparó primero contra los policías que lo atacaron en un retén. «En un punto de control rutinario, los policías piden que un vehículo reduzca la velocidad; se identifican como policías; entonces desde el vehículo sacan armas de fuego y disparan contra los policías y sus vehículos», aseguró Del Castillo.
El ex presidente afirmó en cambio que intentaron detenerlo mientras se dirigía a su programa de radio y que en ese marco dispararon en varias ocasiones contra el vehículo en el que se encontraba como copiloto. Morales narró que al pasar frente a la Novena División de Villa Tunari fueron interceptados por dos camionetas que, según su testimonio, comenzaron a disparar.
En su cuenta de X, Morales relata que “tardaron 30 horas para montar una mentira. Siguiendo el libreto de la CIA, la dictadura de la mentira, ahora, quiere convertir a la víctima en victimario. Denunciamos que el gobierno de Luis Arce planificó y ejecutó un operativo policial para acabar con mi vida. Hay muchas pruebas de que nos emboscaron, pero dicen que nosotros disparamos. Ninguno de nosotros llevaba ningún tipo de armamento. Nosotros estamos plenamente abiertos a una investigación internacional del ALBA o CELAC para desenmascarar a este gobierno antipopular y asesino”.
Desde el Observatorio Lawfare, una ONG que se dedica a analizar los casos de persecución judicial, coordinada por la argentina Silvina Romano y que cuenta como asesores, entre otros, al exjuez español Baltasar Garzón, y denunciaron que “Los intentos de inhabilitación por la vía judicial vs @evoespueblo han sido complementados con el intento de su eliminación física«. Y anal¡izan el caso en un texto en que desmenuzan «los principales aspectos del atentado y del lawfare en curso».
La similitud entre esta ofensiva contra Evo Morales y la que sufrió la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, lawfare y atentado contra su vida incluido, con el ninguneo mediático-político, es peligrosamente calcada.
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