Nahel había nacido hace 17 años en Argel. Hijo único, fue criado por su madre, Mounia, en el distrito Vieux-Pont de Nanterre. Matriculado desde 2021 en el liceo Louis Blériot, en Suresnes, esperaba recibirse como electricista. Mientras, se ganaba la vida como repartidor de pizza. Y jugaba al rugby: el presidente del club, Jeff Puech, lo calificó de un «niño de barrio» que tenía «ganas de encajar social y profesionalmente». El martes por la mañana conducía su auto cerca de la estación de tren suburbano Nanterre-Préfecture, al oeste de París, y dos policías en moto lo detuvieron. Adujeron que circulaba a gran velocidad. También que intentó escapar. Pero el video que circuló luego muestra otra cosa: uno de ellos le disparó a quemarropa, en el pecho. Murió a los pocos minutos. El asesino, de 38 años, fue detenido. La fiscalía de Nanterre en principio comunicó que el adolescente era «conocido por los servicios de Justicia». Luego se confirmó que Nahel no tenía el más mínimo antecedente. ¿Y si lo hubiera tenido? Una muerte así no tiene la menor justificación.
¿Qué es lo peor que habría hecho: intentar escapar? Nahel fue una nueva víctima del gatillo fácil. En Francia, una nueva víctima del racismo y de la brutalidad institucional: sólo en 2022 hubo un récord de 13 muertes durante controles de tráfico. Con fuerzas de seguridad con múltiples antecedentes de reacción violenta: organizaciones como Amnistía Internacional, la ONU o el Consejo de Europa volvieron a acusarlas de abusos en el cumplimiento de sus actos, como, por caso, en ocasión de las manifestaciones de los «chalecos amarillos». Ravina Shamdasani, del comisionado de la ONU hizo público: «Ahora es el momento de que el país aborde seriamente los problemas profundamente arraigados de racismo y discriminación racial entre las fuerzas del orden»,
En Francia lo señalan como «la ira de les banlieues» (los suburbios). Hay antecedentes fuertes. Los más recordados: en 2005, en Clichy-sous-Bois, murieron dos pibes musulmanes de 15 y 17 años, electrocutados en una subestación eléctrica cuando escapaban de la policía: hubo protestas y el ministro de interior de entonces dijo que los manifestantes eran «escoria». Ese ministro se llamaba Nicolas Sarkozy, quien dos años después fue presidente de la Nación. Ya había dejado de serlo en 2017, cuando el joven Théodore Luhaka fue violentamente maltratado por la policía en otro suburbio de París, Seine-Saint-Denis, cuando reclamaba por otra muerte, la de Adama Traoré en 2016.
Ahora le toca a Nahel. El sociólogo francés y profesor de la universidad París VIII, lo explica: «Todos los adolescentes de estos barrios tienen recuerdos de altercados negativos y violentos con la policía. En estos barrios, la pobreza y la inseguridad son realidades concretas. Por eso este enfado es político».
Días de furia
El mismo martes las calles de varias ciudades del país desbordaron por la protesta, con París, Marsella (la segunda más poblada), Lyon y en Grenoble, como focos principales: la lógica es que son las que reciben en mayor cantidad a los migrantes. Los choques con la policía fueron in crescendo, al punto de que para las protestas de este sábado, las quintas de manera consecutiva, el ministro del interior Gérald Darmanin informó que se agregarían 45.000 oficiales así como el refuerzo de la seguridad en las ciudades mencionadas.
Es que la del viernes fue una noche de furia, a pesar de que el funcionario aseguró que tuvieron «una intensidad mucho menor» que las anteriores. Los números lo desmienten. Hubo más de 2600 incendios en general, 1350 vehículos prendidos fuego o dañados, 234 edificios quemados o deteriorados. Un informe policial dio cuenta de 1311 nuevas detenciones.Anoche hubo otras cientos, Pero no se informó el total de las cinco jornadas.
El gobierno de Emmanuel Macron está sacudido por estos episodios. El propio presidente aplazó una visita de estado a Alemania prevista para las próximas horas, en tanto el ministro de Economía, Bruno Le Maire, urgió a que se supere el conflicto: «No hay nación sin orden», señaló. La frase da cuenta también de su posición ideológica. «