El “manotazo de ahogado” de la presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Áñez, no logra hacer repuntar los números de la derecha golpista y el escenario del 18 de octubre sigue siendo favorable a los candidatos del partido de Evo Morales, aunque está abierta la posibilidad del balotaje. Tras retirarse de la contienda electoral por su escasa medición, Áñez buscó acelerar la polarización apelando a la estrategia del “enemigo externo”, una jugada intentada semanas atrás, pero que profundizó en su discurso ante la Asamblea Ordinaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del miércoles, en la que vinculó al exmandatario refugiado en Argentina con un supuesto plan de desestabilización en complicidad con el gobierno de Alberto Fernández.
“Las declaraciones de la presidenta de facto han sido de un atrevimiento, hablando en nombre de los bolivianos y faltándole el respeto a un gobierno elegido democráticamente, el de Alberto Fernández y Cristina, en un discurso totalmente trillado, buscando un falso enemigo. Como si el gobierno argentino estuviese interviniendo en cuestiones internas e institucionales dentro del país, lo que es totalmente falso. Es una acusación gravísima”, comentó a Tiempo, Orlando Pozo, senador electo (sin asumir) en octubre pasado y que buscará ser elegido nuevamente los próximos comicios por el departamento de Santa Cruz. “Ella acusa a todos los gobiernos progresistas, izquierdistas, de violar la libertad, pero es todo lo contrario. Esos gobiernos, principalmente en Bolivia, han garantizado el Estado de Derecho y las libertades. Hoy por hoy todo eso está en riesgo”, dijo Pozo, quien está en la Argentina en carácter de refugiado al igual que el expresidente Evo Morales.
No es la primera vez que el gobierno de Áñez echa mano a este recurso. Semanas atrás presentó una queja a nivel diplomático por un tuit de un funcionario argentino que publicó una foto junto a Evo Morales con un mensaje de compromiso “a fortalecer la participación de migrantes bolivianos, en la elección presidencial, para que Bolivia vuelva a ser un país libre y democrático”. El mensaje, a título personal del subsecretario de Obras Públicas, Edgardo Depetri, ni siquiera mencionaba a la fuerza política que lidera Evo, el Movimiento al Socialismo (MAS), pero el Ministerio de Relaciones Exteriores envió su protesta por considerar que reflejaba «parcialización de su gobierno, y en determinación de influir en el resultado de las elecciones». La queja no fue respondida por la Cancillería argentina, por el sencillo hecho de que el gobierno de Alberto Fernández no reconoce al de Áñez como legítimo, por haber surgido tras el golpe de Estado que forzó la renuncia de Evo en noviembre pasado.
Tras su discurso en la ONU, en que dedicó casi la mitad de su tiempo a denunciar el supuesto “el acoso sistemático y abusivo que ejerce, desde Argentina, el gobierno kirchnerista”, el comunicado de respuesta de la Cancillería que conduce Felipe Solá fue un escueto “lamento” porque “la señora Jeanine Áñez haya insistido en procurar involucrar al gobierno argentino, en plena campaña electoral, en la política interna del Estado Plurinacional de Bolivia”.
Áñez se presentó como una demócrata en batalla contra las “dictaduras populistas” y advirtió sobre el supuesto intento masista de “sabotear las elecciones generales mediante movilizaciones brutales y violentas”. En cambio, para militantes del MAS consultados, lo que se percibe es la intención de “generar un clima de inestabilidad para las elecciones o días posteriores, para justificar un posible estado de sitio, un autogolpe, y de esa forma garantizar su continuidad en el poder”.
Según el último sondeo de Jubileo, Luis Arce (MAS) aventaja con 29 puntos al siguiente candidato, Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana), con 19. Con la afirmación de que lo hacía “en homenaje a la libertad y a la democracia”, Áñez anunció que se bajaba de la carrera presidencial la semana pasada, en virtud de “lo que está en juego”, es decir, la posible vuelta del MAS. Su salida fue tan abrupta y desprolija que el Tribunal Superior Electoral se vio obligado a emitir una circular el viernes en la que deja sin efecto todas las candidaturas del frente “Juntos” y advierte que todos los votos que contengan sus boletas serán considerados “nulos”, ya que estaban ya impresas al momento de oficializar el retiro. «