La decisión unilateral del Congreso de Perú de declarar «persona no grata» al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, profundizó la crisis en la relación de ambas naciones latinoamericanas. «Muchas gracias. Me sentiría muy mal si esos legisladores y la señora (Dina Boluarte) que detenta el poder me entregaran una condecoración o me aplaudieran. A lo mejor me produciría vergüenza», respondió el mexicano, cuando se enteró de la manifestación del congreso incaico, aprobada por 65 votos contra 40. El gobierno mexicano decidió, además, poner «en pausa» las relaciones económicas y comerciales entre ambos países.
No es la primera manifestación de AMLO sobre a Boluarte, a quien ya denominó «usurpadora», luego de que asumiera el pasado 7 de diciembre en reemplazo del destituido Pedro Castillo, gran aliado del gobernante mexicano. Justamente, el exmandatario fue detenido cuando se dirigía a la embajada mexicana en Lima y, luego, López Obrador se manifestó dispuesto a darle asilo a él, a su esposa y sus hijos, sosteniendo que el preso exmandatario fue depuesto por un poder político «racista» y «clasista» que no lo aceptó por su origen pobre e indígena.
Estos enfrentamientos condujeron, además, a la expulsión de Lima de los embajadores de esos países, medida que no ha tenido reciprocidad. Igual sucede con Honduras, cuya presidenta, Xiomara Castro, también desconoce a Boluarte.
Pero la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, María del Carmen Alva, aliada del gobierno peruano, contraatacó: «El problema aquí es que (López Obrador) no quiere entregar la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico, formada por los dos países más Chile y Colombia, y no reconoce a Dina Boluarte ni al Congreso peruano». Es sintomático: una de las últimas medidas del parlamento peruano, antes de que Castillo fuera depuesto fue negarle la salida del país, justamente, para recibir ese mandato en la Alianza.
Este enfrentamiento es paralelo al que Perú mantiene con Colombia. También el presidente Gustavo Petro fue declarado «no grato» por el Congreso por su persistente defensa de Castillo. El primer ministro de Perú, Alberto Otárola, tildó de «caimanes de un mismo pozo» a Petro y a AMLO. Mientras que el restante miembro de la Alianza, Chile, defiende por el contrario la presidencia pro témpore para Perú: la decisión del progresista presidente Gabriel Boric, generando más resquemor que sorpresa en sus colegas de países vecinos.
Desde un primer momento, Chile mantuvo una posición distendida respecto a Boluarte, lo que entre otras reacciones provocó ácidas críticas llegadas de su vecino Bolivia. Por caso, de parte de Evo Morales: «Parece que el hermano presidente de Chile olvida que (Salvador) Allende fue víctima del intervencionismo de la CIA». Al tiempo, fustigó el permiso entregado por Perú a Estados Unidos, para que sus comandos efectúen tareas tácticas en su territorio. «Corresponde al plan injerencista del Comando Sur para usurpar los recursos naturales de la región, especialmente litio, oro y agua dulce (…) La autorización del ingreso de esas tropas, atenta contra la paz en Latinoamérica». «