Tan sólo seis semanas en Downing Street le bastaron a Boris Johnson para vivir los peores días de su vida política y encontrarse arrinconado, sin mayoría, e incapaz de cumplir su gran promesa de sacar al país de la UE el 31 de octubre a toda costa.
En una semana frenética en la que el gobierno perdió su mayoría parlamentaria, Johnson vio aprobada una ley que le obligaría a pedir a la UE otro aplazamiento del Brexit y denegada por los diputados su intención de adelantar las elecciones, el premier obtuvo sólo una victoria pírrica: la alta corte de Londres rechazó una demanda contra su decisión de suspender las labores parlamentarias entre la próxima semana y el 14 de octubre.
En consecuencia, a Johnson sólo le queda hacer campaña para unas elecciones que, por ahora, solo están en su cabeza. El viernes visitó una granja en Escocia con el objetivo original de anunciar una importante ayuda financiera para los agricultores escoceses tras el Brexit. «No creo que tengamos un Brexit sin acuerdo. Tengo confianza en conseguir un acuerdo en la cumbre europea del 17 de octubre», dijo desde un prado cubierto de vacas.
Sin embargo, en Finlandia, país que preside actualmente la Unión Europea, el primer ministro Antti Rinne afirmaba casi al mismo tiempo que, debido al caos político en el Reino Unido, «no parece ahora posible» alcanzar un acuerdo a tiempo.
El mismo día, temerosa de una jugada del premier, la oposición acordó bloquear el llamado a elecciones anticipadas, hasta que el jefe de gobierno consiga retrasar el Brexit, algo que ya anticipó que no piensa hacer: «Preferiría estar muerto en una zanja».
Johnson, que partiría como favorito en unas eventuales elecciones, necesita el respaldo de los dos tercios de la Cámara de los Comunes, que ya rechazó el pedido en una votación realizada el miércoles pasado.
El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, dijo que sólo darán su apoyo después de que la reina Isabel II firme la ley para evitar el Brexit sin acuerdo.
En el Parlamento, 21 diputados conservadores se rebelaron contra su líder dejándolo en minoría y la oposición votó contra la propuesta de elecciones legislativas el 15 de octubre.
El lunes, Johnson organizará una nueva votación en el Parlamento sobre un adelanto electoral; pero parece que tampoco obtendrá el apoyo requerido, dada la desconfianza de la oposición a una posible «treta». El primer ministro «ha mostrado ser un mentiroso manifiesto y alguien que dijo que prefiere morir en una zanja a frenar un Brexit sin acuerdo», dijo el viernes la laborista Emily Thornberry. Y aseguró que la principal fuerza de oposición volverá a votar contra los comicios mientras el nuevo aplazamiento del Brexit no haya sido pedido a la UE y concedido por esta.
El viernes por la tarde, la ley que exige dicha prórroga fue definitivamente adoptada por la Cámara de los Lores y como no fue enmendada será directamente presentada para su aprobación protocolaria por la reina Isabel II, tras lo cual entrará inmediatamente en vigor.
Adiós hermano
Fue la guinda a una nefasta semana para el primer ministro británico. La decisión del hermano de Boris Johnson de dimitir al gobierno fue un golpe especialmente duro para el premier, que se encuentra en minoría no sólo en el Parlamento sino en el seno de su propia familia.
Jo Johnson renunció el jueves, diciendo que no lograba conciliar la «lealtad familiar» y el «interés nacional».
Johnson dijo a la BBC que estaba «muy triste» por la renuncia de su hermano, pero trató de minimizarlo afimando: «Jo y yo no hemos hablado cara a cara en mucho tiempo sobre el Reino Unido y la Unión Europea».
En una respuesta dubitativa durante un acto en Yorkshire, reconoció que el Brexit es «un tema que obviamente divide a las familias y a todo el mundo». Rachel Johnson, de 54 años, también está contra el Brexit.