Diego González es un periodista argentino que obtuvo una entrevista exclusiva con Evo Morales recorriendo el país en campaña durante 48 horas en el avión presidencial. En ese momento nadie imaginaba el desenlace del Golpe. Ante los hechos decidió que el material debía editarse bajo el formato de un “Documental Urgente”. La multi premiada productora audiovisual independiente Cráneo Films tenía pautada una nueva presentación de su documental “Y en eso se fue Fidel” para el viernes en el Club Cultural Matienzo. Trabajaron a contrarreloj para editar el material de González y aprovechar el evento para incorporar la avant premiere del documental “Antes del Golpe, Diálogos con Evo Morales” al que tuvo acceso en forma exclusiva y por adelantado Tiempo.
González y el director de Cráneo, Matías Mera, parafraseando la célebre canción de Silvio Rodríguez, “Canción urgente para Nicaragua”, buscan desarrollar un género especial de documental que versa sobre la coyuntura y que es un instrumento de difusión y de lucha y, por eso, la edición tendrá un carácter abierto.
Primero se presentará en un circuito independiente en CABA, Rosario y Neuquén y el próximo mes llegará a Chile y Uruguay. Todavía no se sabe si el material será el mismo en todas las presentaciones. Dependerá del tenor de los acontecimientos.
-¿Cómo conseguiste la entrevista?
-Trabajo como free lance para varios medios. Fui a Bolivia a filmar un documental para la TV alemana por otro tema. Como las elecciones eran en veinte días, decidí quedarme porque, además, viví en Bolivia en 2008. Ofrecí una entrevista a Evo Morales al diario Deutsche Welle que me puso como condición hacerle también una entrevista a Carlos Mesa. Conseguí ambas, las hice y se publicaron.
-¿Cómo fue lo de Evo?
-Me tiré un lance. El de prensa me ofreció acompañarlo todo un día de campaña. Luego, y en forma inesperada, terminaron siendo 48 horas. Me citaron en la Casa del Pueblo a las 4:50 de la mañana. La reunión de gabinete era a las 5. El desafío era ver la agenda y la cotidianidad de Evo. Era complicado porque no tenía un momento reservado para mí, había que colarse en su agenda que no tenía pausas. El Washington Post se enojó porque fueron a Santa Cruz y finalmente les dio, literalmente, seis minutos. Mi objetivo era intentar romper eso. Me habían dicho, “o le caes bien o no te habla”. El desafío era generar empatía.
-Lo lograste. Se nota en el documental.
– Me decían “si le caes mal, las respuestas van a ser ásperas’. Me recomendaron hablarle de fútbol y justo el día antes habían jugado Boca-River. Eso me sirvió de puente para entrar. En un momento se abrió y me preguntó si jugaba ajedrez y si comía pescado y me invitó a sentarme con él. Me dije, “esta oportunidad no se si se va a repetir”. Me interesaba hablar de cosas más estructurales, de mediano y largo plazo. Quise abordar una agenda distinta: la continuidad del MAS, debatir sobre el personalismo. Pero no el coyuntural. Pensar en el PRI mexicano, en el peronismo, en el chavismo. El desafío de un movimiento que se constituyó alrededor de la figura de Evo Morales aunque no fuera así desde el principio. De hecho, ese personalismo es lo que terminó entrando en crisis.
-¿Por qué un documental “urgente”?
-Cuando vimos el material me dije que había que hacer algo con eso, más allá de la nota para la Deutsche Welle. La pregunta era cómo y en qué condiciones. Nos pusimos como plazo el 22 de enero que se suponía que era la fecha en la que iba a asumir. De repente pasó lo que pasó y nos dimos cuenta que había que salir ahora mismo, que América Latina necesitaba un documental urgente sobre Bolivia y Evo Morales. Teníamos miedo de que se naturalizara el Golpe de Estado, que solo fuera noticia los primeros días y que cayera en la chatura o en el olvido.
-¿Lo consideras un instrumento de lucha?
-Es para disputar la agenda pero sin hacer panfletismo. Me interesa reflexionar sobre las complejidades del proceso. Igual, desde el título hay un posicionamiento político que, me parece, es la primera de las discusiones. Luego de eso se puede abordar lo que querramos.
-¿Se percibía en el entorno de Evo, la hipótesis de un golpe o, al menos, de un avance electoral de la derecha?
– El Golpe no, era imposible de prever.
–¿Lo viste en actitud de ganador?
-Lo noté muy seguro de si mismo. Convenciéndose a él y a nosotros. A los periodistas y también a los senadores y ministros que se bajaban de helicópteros y aviones permanentemente. Hablaba de los “dos tercios”. Es lógico en el cuadro boliviano. Porque Evo Morales, desde que ganó el referéndum, logró legitimidades de más del 60%. Está acostumbrado a esa lógica de construcción. En la calle, entre sectores no oligárquicos (la oligarquía boliviana es realmente pequeña), noté ciertamente un desgaste. Lo que se decía antes en la calle era distinto. Una señora a la que le compre hoja de coca, de la nada, me habló mal de (Álvaro) García Linera. Un minero criticaba que los sectores profesionales no tenían oportunidades. ¡¡Un minero defendiendo los intereses de los sectores urbanos!! “No es tu causa, señor minero, defendé a los obreros”, pensaba yo. La misma señora que me dijo una vez que Evo se había vestido mal para ver al rey de España ahora me lo criticaba porque “se viste con ropa carísima”.
-¿Y Evo se sentía seguro?
– Yo lo sentí muy seguro, completamente.
-Vos, en el documental, le preguntas “¿si a usted le pasa algo qué hacemos?” Casi premonitorio…
-El horizonte de Lenin Moreno dificultó la renovación en el MAS. Es que una cosa es si perdés las elecciones y otra es la de Lenin Moreno que apareció porque Correa se tuvo que ir. Ganan y se da vuelta. Eso te destruye, te carcome desde los cimientos más profundos. Ese factor jugó y se notó en el MAS. Al mismo tiempo Evo Morales está en pintadas, carteles en el teleférico. “Evo es pueblo”, por todos lados. La construcción simbólica en torno a su figura es muy muy potente.
-En la entrevista él dice que el problema no es la persona sino el movimiento y, además, que “si nos queremos comprometer con el pueblo solo tenemos dos caminos: ser héroes o mártires”. A la luz de la renuncia posterior, ¿tomó un tercer camino?
-Creo que el tema está en desarrollo. No terminó la historia. Lo escuché muy genuino en sus planteos y sus decisiones. A veces hasta torpemente genuino. Pidiendo el voto a los empresarios les dice en la cara: “sin justicia social no hay paz y se terminó. Paguen el doble aguinaldo”. Ellos entienden que la estabilidad es lo único que les garantiza un orden. Y el orden les garantiza la riqueza. No importa su razón sino su conciencia de clase.
– ¿Habrá a que ver qué opina el empresariado. Junto con la resistencia popular es lo que, en definitiva, le va a dar o no una consistencia al Golpe.
-Si existiera “el señor empresario” me gustaría hablar con él. Es parecido a lo que pasó en Brasil. Fui a cubrir cuando derrocaron a Dilma (Rouseff). Los empresarios estaban festejando en la avenida Paulista. «¿Qué están festejando? Sus intereses se van a perjudicar”, pensé. «Están gobernando ustedes hace años». Porque el PT dio un giro. No era un gobierno que los fuera a expropiar ni muchísimo menos. Generan una inestabilidad política que les va a redundar un perjuicio económico. Evidentemente fueron movilizados por otros valores que no tienen una racionalidad económica.
-Dos días antes del Golpe a Evo liberaron a Lula, en parte, por el rápido desgaste de Bolsonaro. ¿El imperialismo está desorientado en América Latina?
-Además Chile está ardiendo y hay paro general en Colombia. En Bolivia no hay una coherencia ni una homogeneidad en ningún movimiento. Es todo un caos y un desorden. Es incorrecto pensar que hay un oficialismo. No hay gobierno. Sectores que se están disputando dentro de los golpistas y, del otro lado, también hay movimientos. El MAS tiene presiones internas entre los sectores institucionalistas y de los sectores populares que resisten el Golpe. Hasta hay sectores populares que se sumaron a la rebelión contra Evo por causas cívicas y democráticas. Por la Pachamama y hasta contra los incendios . Pero no están de acuerdo con que se quemen Wiphalas y que se entreguen biblias.
– ¿El golpe se estabilizó o el escenario está abierto?
– Está totalmente abierto. Esto, así como está, no dura. Por eso me interesa que se difunda y se conozca el documental. En Evo veo un hombre del orden. Hizo una «revolución democrática y cultural», como él la llama, e instauró un orden para el conjunto de la sociedad. Ganaron los pobres y ganaron los ricos. Ahora están rompiendo ese orden. Evo es el presidente que más años duró en el poder en la historia.
-La renuncia de Evo no impidió el baño de sangre.
-Hay sectores progresistas de Alemania y otros lugares que me decían que venía una «revolución cívica». ¡No! Ahora viene una etapa de xenofobia. Evo Morales cometió muchos errores, eso es evidente y está fuera de discusión. Pero no es el momento de discutir eso porque ahora hay un Golpe de Estado. Una avanzada de los sectores más conservadores y xenófobos del país para lograr una hegemonía.
-¿Que van a hacer con el documental?
– El viernes lo presentamos y seguiremos en un circuito independiente en el país y ya tenemos una agenda en Neuquén, Rosario, Uruguay y Chile.
-¿El que se presenta el viernes puede diferir de los siguientes?
-Sí por eso es un documental urgente. Podemos cambiarlo, incorporar cosas y sacar otras. Hay partes que hoy pueden ser pertinentes y dentro de dos semanas ya no. Además dura menos de media hora. Es corto en forma intencional porque juegan dos ideas: la del movimiento, la dinámica y la urgencia y, al mismo tiempo, que se pueda ver y llegue a la gente. No queremos una obra de arte que dure cuatro horas.
-Es en un circuito independiente para que haya concordancia entre forma y contenido?
-No es un slogan. Podría mentirte con un discurso romántico pero es lo que pudimos hacer. De cualquier forma no estaríamos dispuestos a condicionar el contenido por unos dólares.