Si la lista de golpes «con olor a petróleo» se hizo particularmente extensa desde el derrocamiento del primer ministro iraní Mohammad Mosaddeq mediante una operación conjunta de la CIA con el MI6 británico, hace exactamente 70 años, el derrocamiento de Mohamed Bazum en Níger tiene aroma a uranio. Y puede desencadenar una escalada bélica en la región del Sahel de consecuencias impredecibles para el continente africano. Este domingo vence el plazo que Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (Cedeao) le dio a la junta militar del Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP) que lidera el general Abdourahamane Tchiani para reponer al presidente expulsado del poder el 26 de julio pasado.
El Cedeao se reunió este viernes para planear una intervención armada tendiente a recuperar por la fuerza las instituciones democráticas, pero algunos de los socios de esa organización ya avisaron que no serán de la partida. «Nunca intervendremos en Níger por medios militares. Preferimos el diálogo para que la estabilidad pueda volver a Níger», dijo el ministro de Defensa de Chad, Daoud Brahim Yaya. Las autoridades francesas, por su parte, pasaron de amenazar con una operación militar a «apoyar con firmeza y determinación» los esfuerzos de Cedeao por restituir a Bazum pero sin sumarse a una aventura bélica.
El retiro vergonzante de Mali el año pasado es un antecedente que no quisiera repetir la administración de Emmanuel Macron. Y con el de Burkina Faso y ahora Níger, el gobierno de Malí integra un frente antioccidental que tiene mayores cercanías con Rusia y abrió las puertas al grupo Wagner. El líder burkinés, Ibrahim Traoré, incluso, anunció que puso a su ejército en «estado de guerra». Traoré es el hombre de vistoso uniforme color terracota y boina roja que acudió a la cumbre Rusia-Africa en San Petersburgo de la semana pasada y se mostró más amistoso con Vladimir Putin.
Francia, en los papeles, es el país extranjero más directamente afectado por el cambio de mando en Níger ya que el 80% de la electricidad que consume la produce en sus 58 plantas atómicas. Más del 30% del mineral proviene del país africano, que participa con un irrisorio 15% de acciones en una empresa minera mixta, la Société des mines de l’Aïr (Somaïr). El CNSP acusa a Bazum de ser un político corrupto financiado con los ingresos de Somaïr y sin interés en el desarrollo. En Níger hay un 43% de población viviendo por debajo de la línea de pobreza.
Pero también el golpe preocupa a Estados Unidos, ya que en Níger tiene dos bases para drones desde las que parten aeronaves no tripuladas para espionaje sobre el Sahel y África Oriental. Francia aún mantiene dos bases en las que permanece un contingente de unos 1500 soldados. Tchiani ya pidió retirar a esas tropas, cerró la exportación de uranio, expulsó a los medios de información galos y se prepara ante un eventual ataque. Es que la vecina Nigeria se sumaría a una intervención y el presidente Bola Tinubú pidió al senado una autorización para utilizar a las fuerzas armadas en el exterior.
Tanto la ONU como la Unión Europea y la Unión Africana condenaron el golpe casi en bloque, al igual que Estados Unidos. Rusia, por su lado, fue uno de los países que tomó mayor distancia, aunque verbalizó la necesidad de volver a la senda institucional. Pero el canciller Sergei Lavrov aprovechó para recordarles a los países occidentales que en 2014 no pusieron el mismo énfasis democrático cuando fue destituido Viktor Yanukovich en Ucrania. China, a su vez, llamó a una resolución pacífica del conflicto. En el mismo sentido se pronunciaron Guinea y Argelia.
Un artículo del Wall Street Journal recuerda que EE UU entrenó a tropas nigerinas y las consideraban como afines a la Casa Blanca. El Washington Post, por otra parte, publicó una columna firmada por Bazum donde insta «al gobierno estadounidense y a toda la comunidad internacional a ayudarnos a restablecer el orden constitucional» y asegura que «el pueblo de Níger nunca olvidará su apoyo en este momento crucial de nuestra historia».