La crisis energética en Europa se cobró una nueva víctima: Alemania anunció la nacionalización del principal proveedor de gas de ese país, Uniper. Pero no porque el gobierno de Olaf Scholz haya cedido al socialismo originario de su partido, sino porque la empresa literalmente está quebrada. Y todo porque los costos del combustible se dispararon a raíz de las sanciones contra Rusia y la fuente de la que obtenía el gas es la rusa Gazprom.
Desde julio tuvo que ceder un tercio de sus acciones al Estado alemán. La firma era propiedad mayoritaria del grupo público finlandés Fortum y venía advirtiendo que a menos que pudiera trasladar a los precios de las tarifas los nuevos costos tendría que cerrar los grifos. Pero como suele suceder en todos los lares, cuando un gigante como ese está en problemas siempre encuentra la mano amiga del Estado para ir en su ayuda.
«El Gobierno se hará cargo de alrededor de 99% de Uniper», dijo el Ministerio de Economía alemán en el comunicado en que da cuenta de la nueva situación. Berlín comprará todas las acciones de Fortum a un precio de 1,70 euros por acción, por un total de 500 millones de euros, según el documento.
«Uniper es un pilar central del suministro energético alemán», justificó la cartera de Hacienda. Alemania también aumentará el capital de la empresa en 8000 millones de euros. La «desinversión de Uniper es el paso correcto, no solo para Uniper sino también para Fortum», dijo el grupo finés a modo de explicación.
La empresa era el principal cliente del gigante ruso Gazprom en Alemania, que por orden del gobierno de Vladimir Putin debe cobrar parte de sus transacciones en rublos, algo que la Unión Europea, enfrascada en la política de sanciones impuestas a Rusia por EE UU y la Otan, no puede aceptar.
Para cumplir sus contratos, Uniper ahora deberá obtener el gas en el mercado al contado, donde los precios se dispararon desde el inicio de la guerra en Ucrania en febrero. «